En los coches actuales, el conductor acciona el volante y pisa el acelerador o el freno, pero no tiene todo el control sobre el vehículo. Las centralitas de gestión reciben información de sensores situados en los componentes claves de la mecánica: inyección, frenos, acelerador, catalizador, turbo, etc y actúan de acuerdo a unos parámetros establecidos por el fabricante.
La función de estas centralitas es garantizar un adecuado comportamiento del vehículo optimizando el consumo de combustible. Un cambio de programación de centralita permite a los fabricantes cumplir las diferentes normativas de potencia y consumo en diversos países empleando el mismo motor en todos ellos.
La programación de la centralita también aporta el carácter al vehículo. Un mismo motor, con diferentes programaciones, puede ser ideal para circular por ciudad, un devorador de kilómetros en autopista o tener un toque de deportividad.
De esta forma, con un mínimo coste, el fabricante puede ofrecer el mismo modelo a tres públicos diferentes. De hecho, si nos fijamos en las guías de vehículos nuevos que encontramos en las revistas de automóviles, un mismo motor, por ejemplo, de 1475 cc. se ofrece en 70, 95 y 115 cv.
Más economía
En los vehículos antiguos, dotados de carburador, cuanto más pisábamos el acelerador, más gasolina entraba al motor. Esto ocasionaba un consumo excesivo al meter gasolina que no iba a llegar a quemarse, especialmente al funcionar en bajas revoluciones.
Actualmente, cuando pisamos a fondo el acelerador, la centralita de gestión electrónica recibe la orden, pero no la obedece a ciegas, sino que calcula, según la velocidad, el régimen de giro del motor y otros parámetros la cantidad justa de gasolina para obtener la mejor respuesta.
Así, la centralita de gestión electrónica ha cambiado la forma de conducir. Si hace años lo ideal era llevar el coche entre 2500 y 3500 revoluciones, los actuales funcionan muy bien entre 1500 y 2500 que es donde consiguen la mayor economía de combustible. A estas revoluciones, un coche antiguo podía ‘cascabelear’ o ‘picar bielas’. La centralita digital también evita estas anomalías, evitando un buen número de averías graves que han pasado a la historia.
Ventajas e inconvenientes
Esta gestión inteligente tiene sus ventajas y sus inconvenientes. Ha restado cierta emoción a la conducción, al eliminar la respuesta inmediata de los viejos carburadores pero ha permitido unas cifras de consumo impensables hace dos o tres décadas. Con el mismo gasto de combustible de un viejo 600 o un Mini, por citar dos leyendas del automóvil, hoy en día conducimos coches con el doble de peso y triple potencia.
Hay menos averías, pero en caso de tener una, casi siempre nos vemos obligados a llamar a la grúa: cuando una centralita detecta un fallo de funcionamiento en uno de los componentes del motor es capaz de avisar del fallo al conductor e impide arrancar el vehículo para evitar averías mayores. Sencillamente, deja de funcionar la llave de contacto.
Para los talleres, es más fácil detectar y reparar las averías. Conectando un simple ordenador portátil a la centralita de gestión electrónica, es capaz de leer toda la información y acertar en pocos minutos el componente en mal estado y el tipo de avería. Es el denominado OBDII, siglas de On Board Diagnostic, un estándar internacional de diagnóstico del motor.