En un choque frontal los ocupantes del vehículo salen disparados con violencia hacia el volante. La brusca deceleración y la retención del cinturón de seguridad produce un retorno del cuerpo, también de forma violenta, hacia el respaldo del asiento conocido como efecto látigo. Hace años, cuando los automóviles no disponían de reposacabezas, el impacto producía una fuerte flexión del cuello hacia atrás generando importantes lesiones de columna con resultados de dolores cervicales, de espalda, parapeljias e incluso la muerte. En una colisión por alcance, los efectos son similares.
Los reposacabezas han evitado o minimizado este tipo de lesiones. A partir de mayo de 2005 la firma Mercedes Benz comienza a instalar de serie, en algunos de sus modelos, los resposacabezas activos, un avance que contribuye notablemente a la seguridad de conductor y pasajeros.
Los reposacabezas activos están conectados a una unidad de control electrónica. Cuando el sensor detecta una colisión por detrás con una aceleración que supera los valores prefijados, se disparan los muelles pretensados situados en el interior de los reposacabezas, que se desplazan entonces 40 milímetros hacia delante y 30 milímetros hacia arriba. De esta forma, las cabezas de los ocupantes se ven protegidas por los reposacabezas con la antelación necesaria para minimizar daños en la nuca.
Una vez activados, los reposacabezas, que responden al nombre comercial de Neck-Pro, pueden ser reutilizados. Una herramienta suministrada en el equipo de serie, permite situar manualmente los reposacabezas en su posición original.