Cada vehículo tiene sus propios ruidos. Lo más importante es localizarlos y detectar si tienen origen en una avería grave o si están motivados por el propio desgaste del coche. En el primer caso, la visita al taller será casi obligada, salvo que se tengan conocimientos precisos de mecánica. En el segundo caso, hay que determinar el nivel de ruido y si se produce siempre en las mismas circunstancias, por ejemplo, con el automóvil parado o en marcha. Los ruidos más preocupantes suelen ser los que proceden del motor y que, a veces, llegan a través de vibraciones en la carrocería. El estado de la vía, la humedad, el calor, la lluvia y de los neumáticos son otras causas generadoras de sonidos extraños.
Primer paso: localizar el ruido
Los coches suenan. Con el paso del tiempo, los vehículos, como las personas, se hacen mayores y sufren “achaques”. Lo importante es determinar si esos ruidos, en forma de pitido, chirrío o zumbido, alertan de una avería grave o se deben al simple desgaste del automóvil. Carlos Navarro, de la Fundación EDEA (Escuela de Enseñanzas de Automoción) asegura que incluso un vehículo nuevo “puede presentar una serie de ruidos característicos en función del tipo y modelo”, pero advierte de que estos ruidos deben ser “normales y no llegar a molestar”. “Por el contrario, otros ruidos pueden aparecer conforme el vehículo va sufriendo el desgaste lógico. Estos ruidos que van apareciendo con el uso podrían ser más importantes, por lo que, lo más inteligente, sería visitar el taller para consultar con un técnico”, aconseja. Todos los ruidos, presentes en el coche desde el principio o no, han de estar debidamente identificados y diagnosticados por un profesional, que será quien determine el grado de importancia de la anomalía.
El primer paso es la localización del ruido. Según Navarro, “en la mayoría de los casos, el usuario del vehículo puede determinar la procedencia del ruido y en qué circunstancia se produce, aunque éste no tenga conocimientos técnicos de su automóvil. Para ello, hay que ser un buen observador y seguir una serie de pautas”. Hay ruidos que se producen con el vehículo y el motor parados, otros con el coche en marcha, los hay que se presentan al accionar alguna puerta, el maletero o el salpicadero, al sentarse en los asientos, procedentes del interior, de la suspensión… Un buen truco es dividir mentalmente el vehículo en cuatro partes e inspeccionar si el sonido procede de la parte delantera, trasera, de la izquierda o de la derecha.
Un buen truco es dividir mentalmente el vehículo en cuatro partes e inspeccionar si el sonido procede de la parte delantera, trasera, de la izquierda o de la derecha
Es imprescindible contrastar esos ruidos y determinar que se producen en las mismas condiciones, es decir, siempre que se sube una pendiente o siempre que se baja, cuando la temperatura ambiental es alta o cuando es baja, en función de si el coche va cargado o si viaja más ligero. Hay muchas posibilidades. Una vez localizada la zona de origen, el siguiente paso es encontrar el punto exacto: motor, frenos, bajos, chasis, sistema de escape, sistema de dirección, interior del coche o exterior. Según la procedencia, las causas y las soluciones varían. Por ello, si no se tienen conocimientos de mecánica, hay que acudir a un profesional para que realice un diagnóstico técnico. Según datos de la Organización de Consumidores y Usuarios (OCU), el 5% de los conductores asegura ser su propio mecánico, una circunstancia en la que no sólo se puede poner buena voluntad, sino también conocimientos.
Posibles averías y soluciones
El nivel del ruido que proceda del coche puede entenderse como una señal que indica la gravedad de la avería. “Por ejemplo, ruidos anómalos en el compartimento motor o en los bajos, o ruidos al poner en marcha o detener el motor, pueden alertar de una rotura en los soportes de la línea de escape. También se pueden escuchar ruidos al pisar el embrague para seleccionar una velocidad, lo que denota anomalías en el embrague o en la caja de cambios”, explican en la Fundación EDEA. Los sonidos procedentes de los bajos pueden estar causados por el mal estado del catalizador, de la goma de sujeción del tubo de escape o de las abrazaderas. El informe de la OCU afirma que el 12,7% de las averías se deben, precisamente, al deterioro del tubo de escape o de algún tramo del sistema, mientras que el embrague y la caja de cambios provocan el 5,8% de las anomalías.
Con el vehículo en movimiento, los ruidos que aparecen pueden estar provocados por los frenos, que pueden presentar un desgaste acusado, óxido o humedad; los tapacubos, que corren el riesgo de deteriorarse al rozar con un bordillo; o los neumáticos, “por las transmisiones al realizar maniobras, durante el paso por una rotonda o al doblar una esquina”. Si, además, se conduce a una cierta velocidad, podrían silbar los retrovisores al corte del viento, podría entrar aire por los junquillos de los cristales o las juntas de las puertas, sonar los frenos al ser accionados, o detectar incluso ruidos en los rodamientos.
“El zumbido provocado por un rodamiento defectuoso es muy característico y sencillo de localizar”
La velocidad es quizá la causa de la mayoría de ruidos, puesto que en esta circunstancia se fuerza más al vehículo. En este sentido, el profesor de la Fundación EDEA asegura que “a cierta velocidad y cargando en curva, en un sentido o en otro, el zumbido cambia de intensidad y se acentúa al soportar más peso el rodamiento defectuoso”. También el estado de la vía, la humedad, el calor, la lluvia y el estado de los neumáticos podrían influir en el ruido que se genera al rodar. “Seguro que hemos observado un cambio en el ruido que generan los neumáticos al rodar por autovía, cuando pasamos por diferentes tipos de asfalto o por una junta de dilatación. Esto es normal”, tranquiliza. Con lo que se debe tener cuidado es con los sonidos que proceden del motor, porque pueden estar causados por cierta holgura en el diferencial o algún soporte suelto. No se debe pasar por alto cualquier sonido extraño que proceda de esta zona.
Cuando la carrocería suena…
Los sonidos más característicos de la carrocería de un vehículo son el chirrío al abrir o cerrar una puerta y los crujidos durante la marcha. En este último caso, los sonidos pueden llamar la atención sobre el estado de los soportes del motor, puesto que, precisa Navarro, “el motor genera ciertas vibraciones que se transmiten a toda la carrocería y producen ruidos en el interior del habitáculo”. “El no prestar la debida atención a un ruido juega en nuestra contra en la mayoría de las ocasiones. Un diagnóstico a tiempo de una posible avería puede evitar graves daños en nuestro vehículo y, lo que sin duda es mucho más importante, una posible avería no identificada puede afectar a nuestra seguridad, la de nuestros ocupantes y la de los demás usuarios de la vía”, advierte.
Hay ruidos más sencillos de identificar que otros. “Por ejemplo, cuando se abre una puerta, al accionar el cierre centralizado a través del mando, accionar la manilla de apertura desde el exterior, desplazar la puerta haciendo el propio movimiento de apertura o cierre, tirar del asidero interior, justo en el momento de cerrar contra el bastidor o, incluso, con la puerta ya cerrada y durante la marcha o al ‘bachear’”, enumera Navarro. os ruidos que se pueden escuchar pueden superar el centenar.
Los ruidos que se pueden escuchar pueden superar el centenar
El último informe sobre este tema de la Confederación de Consumidores y Usuarios (CECU) no aclara si cada vez acuden más o menos conductores a los talleres de reparación, pero afirma que en 2005 las quejas y reclamaciones con origen en los servicios del taller se redujeron un 52%. En total, se produjeron 6.439 quejas y reclamaciones, frente a las 13.387 de 2004. “Lamentablemente, en ocasiones determinados vehículos tienen determinados ruidos para los que, en principio, el fabricante no tiene propuesta una solución efectiva y el usuario decide darle una solución casera al problema. Lo más recomendable es que antes de hacer la reparación por nuestra cuenta, consultemos con un profesional que nos pueda asesorar”, aconseja Navarro. Si se detecta que el problema está en las bisagras, la aplicación de grasa o algún producto similar puede acabar con el ruido. Los sonidos en las puertas o en el techo solar pueden avisar de que alguna junta ha quedado suelta o está seca. Un contratiempo que se puede solventar con engrasantes o productos que contengan silicona.
Pero la solución no siempre es tan sencilla. Navarro insiste en que el desconocimiento puede llevar a que, sin pretenderlo, se provoque una avería “aún peor”. “Por poner un ejemplo, en algunos modelos suelen silbar las ventanillas al subir o bajar. Muchos usuarios tratan de corregir el problema aplicando grasa en spray sobre las guías de goma por donde se desplaza el cristal, pero esta solución dura muy poco tiempo, ya que la grasa descompone el caucho y termina por frenar el cristal en su desplazamiento. Al final, además de tener que sustituir las guías, podríamos romper el sistema de alzacristal, lo que aumentaría considerablemente el importe de la reparación”, lamenta.