En invierno, además de la poca visibilidad por los factores meteorológicos, el hecho de que anochezca temprano y las condiciones del estado de la carretera (mojada o helada), pueden acarrear graves consecuencias. Pero podemos hacerles frente con unas sencillas recomendaciones.
– Motor: El motor, y sobre todo si el coche duerme en la calle, debe ser objeto de observación minuciosa. Si en largas temporadas no se va a utilizar el automóvil, conviene arrancarlo de vez en cuando, aunque no se vaya a circular, revisar el circuito y rellenarlo si hace falta. Esto, a la larga, conservará más tiempo el motor y producirá un ahorro de combustible.
Conviene además llenar el depósito siempre al máximo cuando se realice un viaje más o menos largo o con riesgo de grandes nevadas, ya que en caso de avería e inmovilización, el motor encendido nos hará las veces de calefactor.
– Neumáticos: Uno de cada cuatro accidentes en época invernal se debe al mal estado de los neumáticos. Para circular tranquilo, se recomienda revisar el dibujo de las ruedas, ya que el pavimento puede ser deslizante por la aparición de hielo y agrava más el riesgo de accidente.
Tampoco olvidemos la conveniencia de tener debidamente el juego de cadenas, de uso obligatorio con pavimento nevado o helado, porque nos sacará indudablemente del apuro de una nevada repentina. Hay que recordar, asimismo, que la velocidad a la que tendremos que circular con ellas se reduce ostensiblemente.
– Visibilidad: El sistema de alumbrado toma un cariz determinante estos días de poca visión a la carretera. Su correcto estado, el mantenimiento y las piezas de repuesto, pueden salvarnos de infortunios que en un día seco y soleado no hubiesen pasado.
La limpieza de las lunas, sobre todo el parabrisas y un correcto estado de los limpias (nuevos a ser posible) es fundamental, así como disponer de una espátula y alcohol para raspar los cristales que hayan sido víctimas del hielo.