Las vías de alta ocupación nacieron en EE.UU. en 1969 como solución a la creciente congestión circulatoria. Madrid fue pionera en Europa en 1995 al implantar el primer carril VAO en la Nacional VI. Desde entonces, este tipo de infraestructura urbana ha crecido y se ha expandido con rapidez demostrando su eficacia al disminuir la congestión de las vías sin necesidad de ampliar el número de carriles.
Asimismo, estos carriles han sido beneficiosos para el medio ambiente, ya que han evitado la construcción de nuevas vías rápidas o autopistas en las inmediaciones de las ciudades.
Un equipo de investigadores de la Universidad Politécnica de Madrid ha realizado un detallado informe sobre las vías de alta ocupación distinguiendo cuatro tipos fundamentales:
– Los establecidos sobre infraestructuras específicas. No se limitan a un simple método de gestión más eficaz del tráfico sino que se trata de infraestructuras construidas expresamente para este uso. Normalmente, se utilizan expresamente para autobuses y pueden superar los 8.000 viajeros/hora de capacidad.
– Los establecidos sobre autopistas, pero separados físicamente de los carriles de tráfico general. Pueden funcionar de forma reversible, según el tráfico mayoritario. Habitualmente, por la mañana se utilizan en sentido al centro urbano y por la tarde para salida del centro urbano. Generalmente se separan con una barrera física o se trata de un amplio arcén señalizado. Reservados a autobuses y vehículos privados de alta ocupación, pueden alcanzar un volumen de 4.500 pasajeros/hora.
– Los establecidos sobre autopistas reservando un carril, normalmente el izquierdo, para vehículos de alta ocupación, circulando en el mismo sentido que el resto de los carriles. Se identifican por una señalización especial, habitualmente rombos pintados en el suelo y señales verticales con el horario de funcionamiento y número de ocupantes por vehículo exigido.
– Los establecidos en autopistas, contiguos al resto de carriles, pero circulando en sentido inverso. Se utilizan en vías que sufren importantes desequilibrios en los volúmenes de tráfico que circulan en cada sentido. Su funcionamiento se reduce, habitualmente, a las horas punta. Este tipo de carril exige una especial atención a la seguridad. Es frecuente que estén reservados a conductores profesionales (autobuses o minibuses). Tienen importantes gastos de operación, al exigir la puesta y retirada diaria de la señalización. Ostentan el récord de viajeros/hora en horas punta, pudiendo superar los 30.000.