Los conductores españoles han levantado el pie del acelerador. En la última campaña de control y vigilancia de la velocidad, realizada por la Dirección General de Tráfico (DGT) del 11 al 24 de agosto, la cifra de automovilistas «cazados» (33.898) en relación con los vehículos controlados (1.419.973) dejó el porcentaje de infracciones más bajo de los últimos tres años. Esto se traduce en unos 17.000 conductores menos denunciados con respecto al verano de 2005.
Esta tendencia a la baja también se refleja en el número de automovilistas que circulan a velocidades excesivas, lo que revela el efecto persuasivo que está teniendo la reforma penal (aprobada en diciembre pasado) entre los conductores temerarios. En total, sólo siete personas incurrieron en delito y fueron puestas a disposición judicial por superar en más de 80 kilómetros por hora el límite permitido en autovías y carreteras convencionales.
Tráfico apunta que la velocidad media en las carreteras ha descendido de 116,7 km/h en 2005 a 113,8 el pasado año. También constata una caída «considerable» de los grandes excesos de velocidad (los que van a más de 140 km/h), que ahora sólo se dan en el 1% de los automovilistas.
Para los responsables de la DGT estos datos son «muy relevantes», ya que la velocidad es la principal causa de accidente y está detrás del 21% de los siniestros mortales. Calculan que una velocidad adecuada evitaría la muerte de 900 personas cada año, además de mejorar la fluidez de la circulación, facilitar el mantenimiento de la distancia de seguridad (a 120 km/h se necesita la distancia de un campo de fútbol para detener el vehículo) y reducir el consumo de combustible (un aumento del 20% de la velocidad supone un incremento del consumo del 44%).