La velocidad y el alcohol forman un cóctel explosivo que cada año se cobra la vida de miles de personas en las carreteras europeas. Por ello, son los dos aspectos más vigilados por las autoridades de tráfico de los países de la UE. Un informe comparativo destaca a España como uno de los países con menor proporción de controles de alcoholemia por habitante.
El estudio, auspiciado por la Fundación Mapfre, la Asociación Española de la Carretera y la Federación de la Carretera de la UE, analiza la normativa en todos los países de la Unión, las estrategias de vigilancia y el régimen sancionador vigente. Cada país establece sus propios topes de velocidad en función del tipo de vía.
Hay, no obstante, grandes diferencias en el número de infracciones por velocidad excesiva que cada país impone, y que depende en buena medida del número de controles y la cantidad de radares desplegados en la red viaria. Finlandia e Irlanda son los países con mayor cantidad de dispositivos mecánicos de detección de conductores temerarios, mientras que España y Lituania se sitúan a la cola, con datos de 2004.
El límite de concentración de alcohol en sangre más utilizado es de 0,5 miligramos por litro, vigente en España y en la mayoría de los socios comunitarios. Eslovaquia, con cero miligramos, y Polonia y Suecia, con 0,2, son los más estrictos, mientras Chipre, con 0,9, es el más tolerante, seguido del Reino Unido, Irlanda, Malta y Luxemburgo, con 0,8.
Según el estudio, varían las sanciones en función de la gravedad de la infracción y es muy dispar el número de controles de alcoholemia que practican los cuerpos policiales encargados. España es, en este punto, uno de los países con menores test por habitante, un 5,28% en el año 2004, aunque por encima de Italia, Bélgica, Reino Unido, Austria o Portugal.