Científicos estadounidenses y alemanes han identificado un nuevo receptor odorante en los espermatozoides, que les sirve de orientación para llegar con éxito a fecundar el óvulo. Este hallazgo, cuyas conclusiones publica la revista «Science», abre nuevos caminos para conseguir tratamientos anticonceptivos más eficaces y, al mismo tiempo, para combatir la esterilidad.
El profesor alemán Marc Spehr, de la Universidad de Bochum, junto con investigadores de la Universidad de California, en Los Ángeles, explican que el acoplamiento de determinadas señales químicas en este receptor odorante, localizado en la superficie de los espermatozoides, ocasiona una serie de mecanismos fisiológicos que guían a las células espermáticas hacia su objetivo.
Gracias a esta respuesta quimiosensorial, los espermatozoides se dirigen hacia una serie de sustancias determinadas. Estos investigadores han conseguido determinar también un antagonista implicado en la respuesta quimiosensorial de los espermatozoides.
«No esperamos encontrar un receptor para esta atracción química, sino un compuesto similar en la mujer que complete este proceso», reconoce el profesor Spehr. Este será, precisamente, el nuevo objetivo de las investigaciones de este equipo de científicos. Los investigadores desconocen todavía si el óvulo produce, por sí mismo, algún tipo de sustancia que atrae a los espermatozoides.
Sensores térmicos
Este avance biomédico se produce semanas después de que investigadores israelíes del Instituto Weizmann explicaran en «Nature» que el calor actúa como reclamo para que los espermatozoides fertilicen el óvulo. En este trabajo, el profesor Eisenbach relataba que las células espermáticas se guían por una especie de sensores térmicos para localizar el óvulo e intentar fecundarlo.
Durante el acto sexual, el varón deposita en la vagina unos trescientos millones de espermatozoides. El flujo cervical fértil les ayuda a sobrevivir en su viaje para encontrarse con el óvulo en las trompas de Falopio, que filtran todo espermatozoide anormal y permiten que sólo los sanos entren en el cérvix a través de los canales o viaductos, como si nadaran en un río. El flujo vaginal también nutre a los espermatozoides, por lo que mantendrán toda su energía y vitalidad cuando alcancen el óvulo en las trompas de Falopio.
Además, el flujo mantiene algunos espermatozoides vivos y sanos de tres a cinco días en las criptas cervicales. De esta forma, los espermatozoides que sobreviven deben recorrer todo el útero mientras se dirigen hacia las trompas, pero únicamente unos centenares llegarán a su destino y sólo uno conseguirá penetrar y fertilizar el óvulo.