La píldora poscoital es un «recurso de emergencia» y, por tanto, no debe usarse, nunca, bajo ningún concepto, como un método anticonceptivo de uso continuado. Perdería toda su eficacia. Ginecólogos y farmacéuticos consideran «fundamental» que la población, especialmente la juvenil, utilice este nuevo fármaco de una manera correcta. Diferentes estudios señalan que un 5% de las mujeres que han necesitado de la píldora del día después ha recurrido con posterioridad a ella de una manera «más o menos continuada». Y para eso no vale.
Las cifras resultan «anecdóticas» para los especialistas, aunque no por ello dejan de tener importancia. El fármaco tiene una eficacia del 85%, lo que deja abierto para un embarazo no deseado un margen demasiado amplio, según recuerda el doctor Iñaki Lete, jefe del servicio de Ginecología del hospital Santiago, de Vitoria. Su uso permanente en mujeres sin pareja estable entraña además un grave riesgo de contagio del sida. «En una situación así, la mujer siempre saldría más perjudicada, porque la enfermedad suele transmitirse del hombre a la mujer. Se han dado contagios así, -argumenta el experto- pero nunca atribuibles a la píldora poscoital, sino a que en la relación estaba siempre la droga de por medio».
El Levonorgestrel, que es como se llama el fármaco, es una preparado a base de una sola hormona que evita «en gran medida» el embarazo si se administra de un modo correcto. El tratamiento consiste en dos comprimidos. El primero de ellos debe tomarse «cuanto antes», a poder ser en las doce horas siguientes a un coito de riesgo y en cualquier caso siempre dentro de las primeras 72 (tres días). Este aspecto debe tenerse muy en cuenta porque, pasado ese tiempo, «perdería muchísima eficacia». La segunda dosis debe ingerirse doce horas después de la primera.
Modo de actuación
A partir de entonces, el compuesto comienza a actuar a tres niveles. En primer lugar, provoca que el ciclo reproductivo de la mujer se interrumpa o, en su defecto, la ovulación se retrase. La hormona impide además que el óvulo sea fecundado por un espermatozoide. Pero si así ocurriera, existe aún un tercer supuesto en el que el Levonorgestrel sigue siendo efectivo: cuando el accidente se produce en el momento justo en que un óvulo fecundado se encamina hacia la matriz. En ese caso, la medicación impide la anidación en el útero del huevo fertilizado.
Existe aún otra posibilidad, según recuerda Lete. Que se recurra al fármaco cuando el gocito está ya implantado en el útero. Pero entonces, ya es tarde. Si la mujer está embarazada, el Levonorgestrel no impedirá el normal desarrollo de la gestación. Es por este motivo por el que los especialistas rechazan que el tratamiento actúe como una píldora abortiva. Si no ha habido embarazo, no se puede abortar. «Una mujer en edad fértil puede perder en su vida, al menos, uno o dos óvulos fecundados sin darse la menor cuenta. ¿Cabría entonces decir que todas las mujeres tienen uno o dos abortos? Creo que no», contesta la vicepresidenta del Colegio de Farmacéuticos de Vizcaya, Ernestina Presser.
Sin reacciones adversas
Los ginecólogos coinciden en que se trata de un tratamiento efectivo. «Antes no había nada específico», explica Iñaki Lete. Según el especialista, el preparado que se utilizaba era una combinación de varios anticonceptivos que «lograba los mismos resultados que el de ahora, a costa de unos efectos secundarios mucho mayores». Producía náuseas a la mitad de las usuarias y vómitos a otro 20%. Con la nueva fórmula, las reacciones adversas apenas afectan al 20% de las mujeres. Casi siempre son, según los expertos, situaciones «leves, de poca prevalencia».
Aún así, los médicos insisten en que ésta debe ser entendida como una solución de emergencia. Aconsejan que se recurra a ella cuando falle el método anticonceptivo habitual, se rompa el preservativo o sea expulsado el DIU de manera parcial o total. También se recomienda para supuestos de violación o ante un posible olvido en la toma de la píldora anticonceptiva. «Creo que los jóvenes, en general, utilizan bien el fármaco», resume Lete. «Aunque siempre hay gente con mala suerte. Hay gente que compra un lote de preservativos en mal estado y en un mes se le rompen dos. A veces, ocurre».