Los responsables de la sanidad norteamericana elevan ya a dos el número de muertes por infarto relacionadas con los efectos de la vacuna contra la viruela. La última fallecida es una trabajadora sanitaria de 57 años que murió de un ataque al corazón el pasado 16 de marzo, 18 días después de haber recibido este tratamiento preventivo, según informaba ayer «The New York Times». La muerte se suma a la de otra trabajadora sanitaria, cuyo caso fue comunicado el pasado miércoles por el Centro de Control de Enfermedades de EE.UU. (CDC). Ambas formaban parte del dispositivo del Gobierno norteamericano ante un eventual ataque bioterrorista.
No son los únicos casos. Además de estos fallecimientos, otros tres voluntarios civiles también han sufrido ataques al corazón, dos padecieron dolor de pecho y dos más tienen cuadros de inflamación de este órgano. Estos efectos también se han registrado en diez militares después de haber sido vacunados. El director de este programa de vacunación, John D. Grabenstein, afirma que estos efectos secundarios son «extremadamente raros», teniendo en cuenta que se han producido diez casos entre los más de 350.000 militares que han recibido la vacuna. En cualquier caso, hasta que se determine si estos síntomas cardiacos están relacionados con la vacuna o no, se ha decidido suspender de forma temporal la administración a aquellas personas que padezcan enfermedades cardiológicas o factores de riesgo asociados a las mismas.
El gran problema está en que gran parte de los trabajadores sanitarios, por su edad, tienen enfermedades cardiacas o factores de riesgo, incluidas las dos sanitarias fallecidas. Sin embargo, los militares reclutados son jóvenes y, a priori, de buena salud. Según los expertos, en el pasado también se han dado casos de inflamación cardiaca relacionados con esta vacuna. Sin embargo, nunca se habían registrado ataques al corazón o dolores de pecho. No obstante, las primeras campañas de vacunación se centraron en niños y ciudadanos jóvenes, mientras que en el actual programa dos tercios de los voluntarios tienen en torno a 45 años.
Como respuesta a estos casos, los cardiólogos afirman que la conexión entre la vacuna y los diferentes tipos de problemas cardíacos es «biológicamente posible». La razón es que este preparado inmunoterapéutico provoca una infección de bajo grado, ligada al virus que contiene. En este sentido, la Asociación Americana del Corazón publicó el jueves un comunicado en el que también se pronunciaba a favor de suspender este programa hasta que se disponga de mayor información sobre los riesgos asociados. Hasta el momento se han vacunado un total de 25.645 trabajadores sanitarios desde que el presidente George Bush autorizó el pasado mes de diciembre la inoculación de 439. 999 doctores, enfermeras y personal de emergencias, ante la posibilidad de sufrir un ataque de estas características.