Los cirujanos españoles recurren a la música para tranquilizar el ambiente en los quirófanos

Aseguran que los pacientes se relajan más y sienten menos dolor
Por EROSKI Consumer 17 de marzo de 2003

La música tranquiliza en el quirófano. Más del 80% de los cirujanos españoles recurre con mayor o menor frecuencia a ella para relajar el frío ambiente que reina en las salas de operaciones, según pone de manifiesto una encuesta realizada entre estos profesionales por la revista Diario Médico. La música relaja, libera tensiones y elimina los chasquidos metálicos del instrumental quirúrgico y de las máquinas de anestesia. «Propicia un ambiente más distendido y evita al paciente esa sensación que genera el quirófano de hallarse en un medio extraño», explica el cirujano plástico Carlos Valdés.

La mayoría de los especialistas prefiere las piezas clásicas, de Mozart, Vivaldi y Strauss, para amenizar las intervenciones, a menudo largas y tediosas, de varias horas de duración. Los menos, los más jóvenes, se decantan por sus viejas estrellas rockeras, como los Beatles, Supertramp… Pero, ¿y al paciente, cómo le sienta todo esto? Una investigación presentada en la reunión de la Asociación Americana del Corazón puso de manifiesto que las personas operadas con anestesia total no están tan dormidas: son capaces de recordar determinados momentos de la intervención mediante la asociación de palabras.

Otros estudios han ido más allá al asegurar que los pacientes intervenidos con música se recuperan, de media, un día antes. La Asociación Médica Americana llegó a decir en 1994 que la velocidad y la precisión de los cirujanos era mejor cuando escuchaban música seleccionada por ellos mismos.

«No me atrevería a decir tanto», subraya el cirujano Alberto Loizate, compañero de Valdés en el hospital bilbaíno de Basurto. «Lo que sí parece confirmado es que los pacientes arropados con música durante la cirugía viven una situación tan traumática como es una operación con mucho menos estrés y ansiedad», asegura Loizate.

Controlar el dolor

Gracias a la música, los enfermos controlan mejor su dolor. El personal sanitario trabaja, además, en un ambiente más relajado, que posibilita un mejor trabajo de equipo, añade Eduardo López Arregui, ginecólogo de la clínica Euskalduna, de Bilbao. «Si una paciente va a ser sometida a anestesia general, esperamos a que se duerma para encender el aparato. Si la analgesia es parcial, con la música evitamos que los sonidos del quirófano la inquieten», detalla.

Los médicos estiman que cerca del 90% de los quirófanos de España cuenta con aparatos de música. Lo normal es que los equipos sean adquiridos por el personal sanitario, que los paga a escote. Pero en muchas ocasiones son las propias empresas farmacéuticas las que los facilitan.

Muy pocos hospitales, casi ninguno, dispone de hilo musical en los quirófanos. El centro de Basurto, donde se están construyendo en la actualidad 18 nuevos quirófanos, será uno de los primeros de la red pública que dispondrá de un sistema de audición propio, lo que demuestra el convencimiento del sistema de salud en las bondades de la música durante la cirugía.

La encuesta de Diario Médico reveló que más del 83% de los cirujanos españoles la utiliza cuando interviene. Algunos, el 11,18%, afirman que únicamente la oyen «a veces», pero sólo un 16,44% de los profesionales respondió negativamente a la pregunta.

El uso de una herramienta tan sujeta a la subjetividad de los gustos y preferencias de cada uno obliga, muchas veces, a llegar a acuerdos entre los miembros del equipo médico. Cuando surgen diferencias, la solución consiste en algo tan básico como escuchar primero un disco y luego el otro, aunque generalmente es el cirujano quien marca la pauta.

Los anestesistas, reacios

Los más reacios a conectar el radiocasete suelen ser los anestesistas. Los que controlan el sueño del paciente se quejan de que la música no les permite escuchar con suficiente nitidez y claridad las alarmas sonoras del quirófano. «Les gusta el silencio porque se sienten más seguros», argumenta Loizate.

Lo cierto es que cada señal acústica cuenta en la sala con su correspondiente dispositivo lumínico. No hay pitido que suene sin que se encienda al mismo tiempo una luz.

Diferentes investigaciones hechas en Estados Unidos y Reino Unido han llegado a las mismas conclusiones. La capacidad de vigilancia de los anestesistas no merma porque suene la música. En su temor pesa más el componente psicológico que la amenaza real. Otra cosa muy distinta es que durante una operación suene de verdad una alarma. «Lo peor que puede ocurrir en un quirófano es que reine el silencio. Mala señal. Entonces, se apaga el equipo; y todos a una, a resolver el problema», concluye Valdés.

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