Los padres de niños sordos empiezan a sospechar de la discapacidad de sus hijos a los trece meses de nacer y la confirmación se produce a los 20 meses, según un estudio elaborado por el grupo de investigación de la sordera y trastornos del lenguaje del departamento de Psicología de la Universidad Autónoma de Barcelona (UAB). El estudio se elaboró este año a través de la experiencia de 210 familias españolas con hijos sordos (en el 75% de los casos la sordera fue de nacimiento).
Juan Carlos Calvo, director del Programa Infantil «Phonak», dirigido a mejorar las posibilidades de corrección protésica de los niños con discapacidad auditiva, asegura que el tiempo medio de detección de la discapacidad es «muy tardío», teniendo en cuenta que el tiempo medio en Estados Unidos del implante de una prótesis es de seis meses. En España, no es hasta los 27 meses cuando se introduce algún tipo de aparato para la sordera.
Una vez detectado el problema de sordera de sus hijos, casi la mitad de las familias lo acepta muy negativamente. Esta respuesta se debe a «la falta de información que hay sobre la sordera», según Calvo. Tras conocer el problema, el 46% de las familias asegura que los médicos no le han aportado información escrita, referencia de libros o páginas web donde documentarse y el 65% admite que no ha recibido información sobre ayudas técnicas, indica el estudio.
Según el grupo de investigación de la UAB, una de las iniciativas que podría permitir una detección más temprana sería obligar a los hospitales españoles a realizar una prueba de diagnóstico de sordera a todos los recién nacidos. «Algunas comunidades autónomas, como Asturias, Extremadura, Galicia, Cantabria y el País Vasco, han empezado ya a introducir esta prueba a los tres días de nacer el niño. El resto de autonomías sólo realiza esta prueba a aquellos bebés con antecedentes familiares de sordera», explicó Calvo, quien abogó por extender el diagnóstico precoz a todos los recién nacidos. A su entender, la detección temprana de esta discapacidad comporta también un desarrollo casi normal del lenguaje oral en un niño con pérdida auditiva.
Los expertos estiman que uno de cada mil habitantes puede sufrir sordera. Las soluciones que habitualmente se presentan para paliar esta discapacidad son la colocación de un audífono o realizar un implante coclear, una posibilidad que requiere de una intervención quirúrgica.