Prevención del cáncer de próstata, ¿es posible?

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En 2022 se diagnosticaron en el mundo 1.467.854 nuevos casos de cáncer de próstata y fallecieron 397.430 hombres por esta causa, según estimaciones de Globocam (IARC- WHO). El dato positivo es la importancia de la detección temprana. En países desarrollados, menos del 10 % de los diagnósticos que se producen lo son en fases avanzadas de la enfermedad.

En el cáncer de próstata, la incidencia (el número de casos que se producen) aumenta con la edad, y es más alta en Australia y Nueva Zelanda, Norteamérica, Europa del Norte y Europa Occidental. La incidencia más baja se registra en Asia Oriental y en África Septentrional. La gran variación geográfica en cuanto al número de casos de este cáncer se debe, probablemente, a las diferencias en la disponibilidad de pruebas y diagnósticos entre regiones.

Según datos del Observatorio del Cáncer de la Asociación Contra el Cáncer, en 2023 en España se diagnosticaron 33.769 nuevos casos de cáncer y 6.011 personas fallecieron por esta enfermedad.

Aunque se desconocen las causas del cáncer de próstata, se han identificado diversos factores de riesgo que pueden incrementar la probabilidad de desarrollar cáncer de próstata. Es importante recordar que el hecho de tener un factor de riesgo aumenta la probabilidad de desarrollar cáncer, pero eso no significa que se vaya a padecer cáncer sí o sí. Presentar un factor de riesgo incrementa las probabilidades de padecer la enfermedad respecto a las personas que no tienen dicho factor.

Entre los factores que parece que poseen una relación con el cáncer de próstata podemos destacar los siguientes:

El cáncer de próstata presenta grandes variaciones de incidencia según la zona del mundo.

• Ocurre con más frecuencia en los hombres negros y en los del Caribe con ascendencia africana que en otros grupos étnicos. Y, cuando se desarrolla en estos hombres, ellos tienden a ser más jóvenes.
• En Europa, los escandinavos son los que mayor incidencia presentan, mientras que los países del sur —como España, Grecia o Italia— lo hacen con una tasa de cáncer de próstata más baja.
• En América este tipo de cáncer es más frecuente (aproximadamente un 70 %) en varones afroamericanos que en varones blancos americanos.
• Los hombres de ascendencia asiática o los habitantes de las islas del Pacífico tienen las tasas más bajas de incidencia y mortalidad. Las causas de estas diferencias no están claras.

Se estima que un 10 % de los casos de cáncer de próstata pueden tener un componente hereditario. Diversos estudios han demostrado que aquellos varones con antecedentes familiares de primer grado (padre, hermanos) de cáncer de próstata presentan un riesgo dos veces superior de padecer esta enfermedad.

El riesgo también es mayor si hay más casos en la familia, sobre todo si la edad de aparición de la enfermedad es temprana (pacientes jóvenes).

La edad es el factor de riesgo más importante. El cáncer de próstata es una enfermedad que, fundamentalmente, afecta a varones con edad avanzada. Su incidencia aumenta de forma importante a partir de los 50 años. El 60 % de los casos son personas mayores de 65 años.

El inicio y la progresión del cáncer de próstata están influenciados por los andrógenos (testosterona). Se sabe que estos tumores disminuyen o desaparecen cuando lo hacen los niveles de dicha hormona.

En algunos estudios, el consumo habitual de alimentos ricos en grasas, sobre todo de origen animal, se ha asociado a un mayor riesgo de cáncer de próstata. Sin embargo, ningún estudio prospectivo (estudio donde los investigadores siguen a una determinada población y ven si desarrollan tumores) ha demostrado todavía que las dietas altas en grasa animal aumenten el riesgo de cáncer de próstata.

También se aconseja evitar una ingesta excesiva de calcio (por ejemplo, suplementos de calcio), si no están justificada por una causa médica.

La obesidad no tiene un claro papel en el cáncer de próstata, pero en algunos trabajos se ha relacionado con la aparición de casos más agresivos.

Disminuir el consumo de alcohol (siempre mejor si lo eliminamos completamente) y suprimir el hábito de fumar son también hábitos muy aconsejables para mantener en buenas condiciones la salud general de nuestro organismo.

El consumo de tabaco no se relaciona con el cáncer de próstata como en otros tumores, pero hay algunos estudios que sugieren un mayor riesgo de mortalidad en fumadores, aunque son necesarias más investigaciones.

En un pequeño porcentaje de casos, el cáncer de próstata puede estar relacionado con ciertos cambios genéticos. Las mutaciones en los genes BRCA1 y, en especial, BRCA2, además de estar relacionados con el cáncer de mama y ovario, pueden aumentar el riesgo de sus portadores varones para padecer un cáncer de próstata.

Los pacientes que padecen el síndrome de Lynch (cáncer colorrectal hereditario sin poliposis o HNPCC) o de Li-Fraumeni tienen un mayor riesgo de padecer otros tipos de cáncer, como el de próstata.

También se ha visto que se han implicado otros genes en el cáncer de próstata. Mutaciones en genes responsables de otros síndromes de predisposición al cáncer, como MSH2, ATM o PALB2 entre otros, se han asociado también a un incremento del riesgo de padecer cáncer de próstata, que en todos los casos es muy inferior al atribuido a las mutaciones en BRCA2.

En algunas ocasiones, se han asociado determinadas situaciones con el cáncer de próstata, pero, en la actualidad, no existe evidencia consistente de dicha relación: vasectomía, actividad sexual, hiperplasia benigna de próstata o la prostatitis.

La exposición a ciertas sustancias químicas (como la exposición profesional al cadmio) puede incrementar el riesgo.

A nivel individual, mantener un peso saludable, disminuir el consumo de alcohol y suprimir el hábito de fumar, hacer ejercicio y consumir alimentos saludables son las pautas aconsejables para mantener en buenas condiciones la salud de nuestro organismo y minimizar los riesgos de aparición de cáncer en general y del cáncer de próstata en particular.

Por otro lado, el avance en la prevención del cáncer de próstata pasa por encontrar nuevos métodos de detección temprana y tratamientos más eficaces. Hasta la fecha, la prueba principal para el diagnóstico del cáncer de próstata es el análisis de PSA, que ayuda a determinar los niveles en sangre de una proteína que se produce en la próstata y recibe el nombre de “antígeno prostático específico” (PSA). Sin embargo, esta técnica es susceptible de ser mejorada, por lo que es necesario seguir investigando en nuevas herramientas de detección temprana de la enfermedad.