Hace años que los casos de neumonía van en aumento, sobre todo debido al progresivo envejecimiento de la población. En 2007, la neumonía afectó a entre 3 y 14 personas por cada 1.000 habitantes, cifra que crece hasta 50 en los mayores de 65 años. Inviernos fríos como el de este año, además, pueden multiplicar los procesos, con el consecuente aumento del coste sanitario. Minimizar los factores de riesgo para prevenir esta enfermedad respiratoria, máxime en los grupos más vulnerables, es clave para que las cifras no sigan ascendiendo. La vacuna de la gripe, el abandono del tabaco y mantener una temperatura estable en el hogar evitando la calefacción muy alta son algunas de las principales recomendaciones.
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Tanto el envejecimiento de la población como las bajas temperaturas de este invierno están aumentando los casos de neumonía en España, según datos recientes de la Sociedad Española de Neumología y Cirugía Torácica (SEPAR). Es el segundo factor, el frío, el que podría multiplicar los casos de esta enfermedad respiratoria. Se trata de un problema sanitario importante si se tiene en cuenta que entre un 20% y un 50% de los afectados por la enfermedad acuden al servicio de urgencias del hospital y son ingresados.
Además, el incremento de casos de neumonía ha aumentado también la mortalidad asociada. Según datos de 2005 del Instituto Nacional de Estadística (INE), la neumonía es la primera causa de muerte por infección. Ese mismo año aumentaron en un 77% las muertes asociadas, la mayoría de las cuales correspondieron a personas mayores de 75 años.
Una enfermedad invernal
La neumonía, conocida popularmente como pulmonía, consiste en una inflamación del pulmón que puede llegar a ser muy grave si no se trata de forma adecuada. La causan bacterias o virus que llegan al pulmón a través del aire que respiramos o bien por los microorganismos que residen en la boca y que entran en las vías aéreas. Cuando los mecanismos de defensa, ya sean del órgano afectado o generales, son incapaces de eliminar estos microorganismos, se produce la enfermedad. Los síntomas más frecuentes son fiebre, tos y emisión de esputo, dolor en el pecho y, en los casos graves, dificultad respiratoria.
Los síntomas más frecuentes de neumonía son fiebre, tos y emisión de esputo, dolor en el pecho y dificultad respiratoriaSegún los expertos de la SEPAR, los virus y bacterias que provocan la neumonía tienen su mayor incidencia en invierno, cuando la temperatura es más baja y hay menos horas de sol. Además, en esta estación pasamos muchas más horas en ambientes cerrados, con menor ventilación y recambio de aire, lo que hace que aumente el contagio entre las personas y que la enfermedad se extienda.
Muchas veces una gripe complicada termina en neumonía. Según datos también recientes de la Sociedad Española de Médicos de Atención Primaria (SEMERGEN), entre el 10% y el 20% de los afectados por la gripe requieren hospitalización porque el cuadro clínico se ha complicado. Se da, sobre todo, en aquellas personas con enfermedades crónicas cardiovasculares o pulmonares (enfermedad respiratoria obstructiva crónica, EPOC) que, tras sufrir una gripe común, pueden fácilmente presentar complicaciones. Según la SEMERGEN, la duración media de los ingresos hospitalarios varia dependiendo de las enfermedades concomitantes que se tengan.
Estas complicaciones suelen ocurrir en las edades más extremas, es decir, en niños menores de cinco años y en ancianos, así como en aquellas personas con el sistema inmunológico debilitado a causa de trasplantes o VIH. También son factores de riesgo el tabaquismo, la contaminación ambiental u otras enfermedades respiratorias.
Prevenir mejor que tratar
Siempre es mucho mejor prevenir la neumonía que tratarla. Esta prevención debe basarse en disminuir los factores de riesgo. Por este motivo, los neumólogos recomiendan la administración de la vacuna de la gripe para evitar complicaciones posteriores, sobre todo en los grupos en riesgo. La vacuna neumocócica también debe administrarse a toda la población mayor de 65 años o a personas de alto riesgo mayores de dos (con enfermedad cardiovascular, enfermedad de células falciformes, enfermedad pulmonar, enfermedad renal, alcoholismo, diabetes, cirrosis y con pérdidas de líquido cefalorraquídeo).
Asimismo se debe fomentar el abandono del hábito tabáquico, el hecho de acudir a especialistas y evitar la automedicación con antibióticos, cuyo empleo sólo fomenta la resistencia del microorganismo a los tratamientos. Cabe recordar que los antibióticos no son eficaces para tratar las neumonías virales ni para la gripe, ya que sólo destruyen las bacterias y nunca los virus. La utilización inapropiada de estos medicamentos es una importante causa de resistencia de las bacterias a los antibióticos que previamente las destruían.
Los especialistas dan también consejos prácticos que incluyen el mantenimiento de una temperatura estable en casa, abrigarse al salir a la calle para evitar cambios bruscos de temperatura, evitar la calefacción muy alta para no resecar el ambiente o las vías respiratorias y ventilar bien las casas. Debe intentarse, en la medida de lo posible, dejar que el organismo utilice sus propios mecanismos reguladores para adaptarse al frío.
Bajo investigación
El ritmo de vida actual de gran parte de la población ha generado nuevos factores que pueden predisponer a sufrir neumonía: viajes frecuentes, uso extendido del aire acondicionado, más viviendas comunitarias, animales domésticos o aumento de la expectativa de vida asociado a problemas crónicos, tratamientos largos e ingresos hospitalarios.
El avance en el campo de la investigación apunta a próximas técnicas diagnósticas, así como en el conocimiento de nuevos microorganismos causantes para elaborar nuevas vacunas. La investigación farmacéutica se orienta a la búsqueda de nuevos medicamentos o modificaciones de los antiguos para mejorarlos y adaptarlos a las necesidades terapéuticas actuales de las infecciones respiratorias.
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La neumonía hospitalaria, que se da dentro del medio hospitalario a partir de las 48-72 horas tras el ingreso, suele ser mucho más grave que la adquirida en comunidad (extrahospitalaria). Esta mayor gravedad se debe a que los mecanismos de defensa del paciente suelen estar afectados -por la misma enfermedad que le obliga a estar ingresado- y por los microorganismos causantes, que suelen ser mucho más resistentes a los antibióticos. La vacuna contra la neumonía, de hecho, debe aplicarse también en residentes en centros de atención prolongada.
Un estudio italiano reciente, publicado en la revista de “Annals of Internal Medicine”, afirma que, además, la mortalidad de la neumonía intrahospitalaria (o nosocomial) es mayor que la generada por la enfermedad adquirida en comunidad. Los peores resultados, según la investigación, parecen estar relacionados con el tratamiento con antibióticos inadecuados (menos del 30% reciben los recomendados, según los resultados).
De la misma manera, la neumonía asociada con la atención médica es más severa: requiere más días de hospitalización y las tasas de mortalidad son más elevadas (17,8% frente a un 6,7%). La tasa de mortalidad de la neumonía adquirida en el hospital es aún mayor, del 18,4%. Mario Venditti, de la Universidad de Roma y uno de los autores del estudio, asegura que para mejorar los resultados de la neumonía nosocomial, la terapia con antibióticos debería combatir tanto el “Staphylococcus aureus” resistente a la meticilina (MARSA, bacteria que causa gran variedad de infecciones) como otros organismos resistentes a múltiples fármacos.