El uso de organismos modificados genéticamente (OGM) en EEUU no está exento de incidentes. La semana pasada se publicaron dos de ellos con cultivos de la empresa de biotecnología ProdeGene, en Texas.
El primero de ellos, hecho público el pasado 12 de noviembre por el Departamento de Agricultura estadounidense (USDA, en sus siglas inglesas) y la Asociación de Alimentos y Medicamentos (FDA, en sus siglas inglesas), ha obligado a poner en cuarentena una partida de soja en la que se habían mezclado granos de maíz modificado genéticamente para producir una proteína no aprobada para el consumo humano.
El maíz transgénico provenía de una explotación de la citada empresa, dedicada al desarrollo de técnicas de producción de medicamentos y precursores mediante la alteración genética de plantas. Las autoridades aún no han identificado la proteína detectada, aunque sí han asegurado que se trata de una sustancia no apta para el consumo humano y que una pequeña partida se mezclara con soja destinada a alimentación humana, posteriormente retirada.
El segundo incidente, anunciado por el USDA el pasado 14 de noviembre, atribuye a la empresa citada el incumplimiento de una orden del USDA que obligaba a la empresa a quemar 46 hectáreas de maíz en Iowa por una contaminación con polen maíz transgénico. Algunos representantes de Iowa ya habían mostrado su rechazo a la imposición voluntaria de una moratoria sobre este tipo de cultivos transgénicos en zonas de producción de alimentos que la industria biotecnológica había anunciado el pasado mes de octubre. Esta medida fue propuesta para minimizar el riesgo de contaminaciones.