A la controvertida dieta que Robert Atkins diseñó en 1982, prometiendo perder hasta cuatro quilos en tan solo una semana y sin recurrir a esquemas aburridos, nunca le han faltado detractores médicos. Pero no ha sido hasta ahora que un equipo danés ha publicado en la revista The Lancet un estudio que evidencia sus puntos más flacos.
La dieta Atkins es muy popular en todo el mundo. Hasta el punto que el nombre del médico estadounidense que la inventó ha dado paso a una empresa que factura cerca de 100 millones de euros anuales con libros que superan los 45 millones de copias. Cantantes como Robbie Williams y actrices como Jennifer Aniston han aireado reiteradamente las bondades de la dieta, que de este modo ha conseguido incontables adeptos en países tan distintos como Italia o Japón.
La dieta Atkins promete bajar de peso pronto, permite comer lo que otras muchas dietas prohíben y desecha los alimentos tildados de aburridos, como verduras y leguminosas. El truco consiste en consumir grandes cantidades de proteínas y un mínimo de carbohidratos para adelgazar. La justificación de Atkins era que al organismo le es más fácil quemar carbohidratos que proteínas, por lo tanto transforma los carbohidratos en energía y almacena las proteínas en forma de grasa. De este modo, al consumir sólo proteínas el organismo se ve forzado a emplear la energía acumulada en forma de grasa y causa una inmediata pérdida de peso.
La dieta Atkins se basa, pues, en un consumo casi exclusivo (90%) de proteínas procedentes de carnes rojas, embutidos, quesos, huevos, mariscos, mantequillas, margarinas, aceites, mayonesas, mantecas, cremas de leche o yoghurt entero, etcétera. Se deja un mínimo espacio (10%) a carbohidratos extraídos de las verduras y frutas, y quedan prohibidos alimentos tales como las pastas, harinas, arroz, pan y bollería, legumbres, azúcar, bebidas alcohólicas y leche.
La dieta Atkins promete bajar de peso pronto, permite comer lo que otras dietas prohíben, desecha alimentos ‘aburridos’, como verduras y leguminosas y prohibe la fibraAtkins proscribió también las frutas y verduras ricas en fibra a quienes sigan su dieta, puesto que la fibra impide la absorción de la grasa en el intestino. Las verduras verdes, sostuvo el dietista, no deben exceder los 50 g por comida.
Suspicacias
La dieta Atkins ha recibido, desde su formulación, no pocos varapalos por parte de las sociedades médicas. Éstas reclaman que las grasas saturadas y proteínas altas en colesterol que acompañan las fuentes de proteínas han demostrado ser perjudiciales para la salud; están relacionadas con enfermedades cancerosas; aumentan el nivel de ácido úrico en la sangre, al igual que las concentraciones de triglicéridos y colesterol, favoreciendo la aparición de depósitos cristalinos en las articulaciones y deteriorando los vasos sanguíneos.
Asimismo se insiste en que, al encontrarse despojado de carbohidratos, es cierto que el cuerpo busca energía en la grasa acumulada, pero también en los músculos, provocando desgaste muscular y fatiga.
Por más que se trate de una dieta restringida a 30 días de duración, a nadie escapa que su empleo prolongado pudiera causar efectos secundarios deletéreos. El propio Atkins tuvo un historial de infarto de miocardio, insuficiencia cardiaca e hipertensión y falleció a los 72 años a causa de una lesión cerebral (aunque sus allegados niegan que su estado delicado de salud guardara relación con la dieta que inventó).
La puntilla danesa
Por más que la dieta Atkins haya levantado suspicacias en el mundo médico sobre su salubridad real, no ha sido hasta la pasada edición de la revista The Lancet (2004; 364: 897-899) que un equipo danés le ha puesto pegas basadas en la evidencia científica.El equipo de investigadores que dirige Arne Astrup, de la Universidad RVA de Copenhague asignó a un grupo de medio centenar de individuos con obesidad mórbida una dieta baja en grasas a seguir por espacio de 6 meses, y a otro igual le asignó otra dieta que únicamente limitaba el consumo de hidratos de carbono (modelo Atkins). Al finalizar este periodo, los individuos con dieta Atkins ciertamente habían perdido más peso; pero los investigadores descubrieron que al ampliar el seguimiento a un año la diferencia era inapreciable.
Astrup concluye en The Lancet que la dieta Atkins funciona porque la restricción a ultranza de los hidratos provoca el almacenamiento de glucógeno y la eliminación de las reservas de agua asociadas, «con lo que el peso perdido se debe principalmente a una pérdida de líquido». Con todo, las absorciometrías practicadas a todos los pacientes del estudio no mostraron una excesiva reducción de la masa muscular.
Aun cuando los libros de Atkins explican que la reducción de peso causada se debe a un aumento del gasto energético, Astrup considera que es más probable que se deba al mayor poder saciante de las proteínas frente a los glúcidos. Sin embargo, la revisión danesa advierte de que un consumo de hidratos de carbono por debajo de lo normal priva al cerebro y a los músculos de glucosa y puede ocasionar calambres y fatiga.
Astrup reconoce que una reducción del aporte carbohidratado induce un riesgo menor cardiovascular, «pero la falta de antioxidantes y minerales de frutas y verduras puede contrarrestar dicho efecto y causar un riesgo aún mayor». La receta danesa para adelgazar, subrayó Astrup, consiste en reducir el número de calorías sin modificar la pirámide de las clases de alimento de menor a mayor consumo propugnadas por las sociedades médicas «y, sobre todo, combatir el sedentarismo».
El gobierno del Reino Unido ha encargado al National Institute of Clinical Excellence (NICE) una investigación oficial sobre las virtudes y riesgos de la dieta Atkins, habida cuenta de que cerca de 10 millones de británicos la practican o la han practicado en algún momento. El gobierno es consciente de que tres cuartas partes de la población adulta de las Islas padece sobrepeso u obesidad. De ahí que haya encargado a un equipo de 20 médicos de reputada trayectoria que verifique si los propósitos de las distintas dietas de adelgazamiento se llevan a cabo con garantías sanitarias.
En lo que refiere a la dieta Atkins, las preocupaciones de los médicos británicos sobre los efectos a largo plazo se circunscriben por el momento a una insuficiencia renal, metabolismo óseo e hipercolesterolemia; pero estas preocupaciones no están basadas en una evidencia solvente al respecto. Los resultados y conclusiones del NICE no se conocerán hasta el próximo año.
Desde el otro lado del Atlántico, un estudio realizado en animales de laboratorio sugiere que una dieta basada en proteínas puede dificultar enormemente la concepción y el embarazo. Investigadores del Colorado Center for Reproductive Medicine (EE.UU.) han revelado que las ratas que siguen una dieta compuesta en su cuarta parte por proteínas desarrollan trastornos que afectan tanto al embrión como al feto. Traspolando dichos resultados a la especie humana, los expertos apuntan a que las mujeres que superen el aporte calórico proviniente de las proteínas en un 30% pueden quedar expuestas a complicaciones de concepción y embarazo.
Aun cuando el consorcio de Atkins ha restado validez a semejante investigación, sus auores insisten en que la ingestión excesiva de proteínas aumenta el nivel de amoníaco en la sangre, que dicho amoníaco daña al parecer el gen H19 y que dicho gen desempeña un papel importantísimo tanto en el desarrollo embrionario como fetal.