Tratar a los 19 millones de niños que padecen desnutrición aguda severa en el mundo no costaría más de 3.049 millones de euros, una cifra que incluye el tratamiento nutricional completo de cada enfermo y la producción local de alimento terapéutico necesario, el denominado Ready To Use Therapeutic Food (RUTF). Así lo asegura un nuevo informe del observatorio Hunger Watch, que lleva por título «El Hambre Estacional» y que ha sido publicado por Acción contra el Hambre.
En lugar de retroceder, el hambre no deja de aumentar. Este año, 923 millones de personas en el planeta padecen esta pandemia, según la Oficina de Naciones Unidas para la Alimentación (FAO). «Una cifra que indigna más cuando descubrimos que su solución es sencilla y asequible», señala la ONG, que con motivo del Día Mundial de la Alimentación, que se celebrará el próximo 16 de octubre, ha lanzado a nivel internacional la campaña «End Malnutrition», con la que pretende que la erradicación de la desnutrición sea la primera de las prioridades mundiales.
«En un momento de crisis alimentaria global como el que estamos viviendo resulta paradójico pensar que una epidemia que mata a cinco millones de niños al año podría erradicarse invirtiendo a nivel mundial la mitad de lo que ha costado la T-4» de Barajas, comenta Olivier Longué, director general de Acción contra el Hambre.
La organización humanitaria propone una solución «a dos velocidades»: por un lado, frenar el número de víctimas por desnutrición aguda, que crece cada cuatro segundos; y por otro, invertir en una nueva «revolución verde», en la innovación agrícola necesaria para asegurar el alimento de forma sostenible y a largo plazo a toda la población.
«La primera de las soluciones es a la vez la más sencilla», explica Amador Gómez, director técnico de Acción contra el Hambre. «Desde hace años -continúa- las ONG aplicamos un nuevo modelo de tratamiento domiciliario que nos permite llegar al triple de niños y cuyo coste individual no supera los 40 euros». El problema radica, según la organización, en que las ONG por sí solas no pueden lograr este objetivo si el tratamiento no se integra en las políticas de salud pública de los países afectados y sin una inversión que garantice el acceso universal al tratamiento. Lo más difícil, dice, ya se ha logrado. «La investigación ha dado sus frutos y los resultados son alentadores: más del 80% de los niños tratados se curan totalmente».