El Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR) trasladará la próxima semana a 60.000 desplazados de Kibati (este de la República Democrática del Congo), a otro campamento nuevo en una parte considerada más segura.
El responsable de ACNUR, Ron Redmond, explicó que teniendo en cuenta la continua amenaza para la seguridad en los dos campos de Kibati, al norte de Goma, por la proximidad de los combates, «ACNUR y sus socios, junto con las autoridades provinciales, han decidido trasladar a más de 60.000 personas de los dos campos de Kibati a uno nuevo en Mugunga, al oeste de Goma». «Se espera que el traslado comience la próxima semana y esperamos que se concluya en unos días», añadió.
Redmond reconoció que el traslado será «difícil» porque se carece de suficientes vehículos, por lo que la mayoría de la gente tendrá que hacer a pie los 15 kilómetros de distancia. «Aquellos que no pueden andar, como niños, ancianos y enfermos, serán transportados en camiones al nuevo campo».
Zona bajo control gubernamental
El nuevo emplazamiento, donde ya hay cuatro campos de desplazados, recibió el pasado jueves la visita de personal de ACNUR para establecer las necesidades de letrinas, módulos para albergarlos, accesos de carreteras y otros aspectos. El nuevo campo en Mugunga se encuentra en una zona controlada por las tropas gubernamentales congolesas, por lo que ACNUR considera que «la responsabilidad última por la protección de los desplazados es del Gobierno del presidente Kabila».
La situación al norte de Goma, la capital de la provincia de Kivu Norte, continúa siendo muy peligrosa por los combates entre fuerzas rebeldes y gubernamentales, así como por los numerosos casos de pillaje y abuso contra mujeres y niños. Según la Oficina de Coordinación de Asuntos Humanitarios de la ONU (OCHA), dos localidades, Kirumba y Kanyabayonga, fueron saqueadas en la noche del 12 al 13 de noviembre.
Desde el inicio de la nueva oleada de combates en Kivu Norte hace unas semanas, alrededor de 250.000 personas han sido desplazadas y se suman a las 800.000 que ya habían dejado sus casas en anteriores estallidos de enfrentamientos.