A partir de 50 años, ser abuelo o abuela es una elección. Al menos, para quienes viven en Asturias. El programa “Vamos al parque”, puesto en marcha por la Federación de Asociaciones de Mayores de Asturias (FAMPA) y la Consejería de Bienestar Social permite a las personas que han cumplido medio siglo participar en una iniciativa de voluntariado intergeneracional. La idea es que niños y niñas que residen en centros de acogida disfruten de un tiempo de ocio con quienes representan, mejor que nadie, la figura protectora y cariñosa del abuelo.
Al parque, a la biblioteca, al cine, al médico, ¡de excursión! Las personas mayores son quienes, en muchas ocasiones, se encargan del cuidado de los más pequeños. Sin embargo, no es necesario que exista un vínculo familiar para que esto sea así. La Federación de Asociaciones de Mayores de Asturias (FAMPA) y la Consejería de Bienestar Social han puesto en marcha un programa destinado a personas mayores de 50 años para que, con carácter voluntario, ejerzan de abuelos y abuelas por tiempo ilimitado. «Ser mayor y poder ayudar a alguien es lo más gratificante», asevera la presidenta de FAMPA, Dolores San Martín.
El programa, que se inició en enero en Oviedo, se desarrolla desde febrero en Gijón y espera funcionar en breve en Avilés. Las dos primeras localidades cuentan, cada una, con una veintena de mayores voluntarios, mientras que Avilés dispondrá de 15 participantes. Todos ellos realizan un curso previo de formación, aunque son personas con experiencia en programas de voluntariado. «Además, muchos han sido padres y abuelos, así que ahora dan cariño a otros niños que lo necesitan», explica San Martín.
Los participantes deben realizar un curso previo de formación, aunque son personas con experiencia en programas de voluntariado
El objetivo es que personas mayores, prejubiladas o jubiladas, dediquen una parte de su tiempo libre a acompañar a niños y niñas que residen en centros de acogida. Las salidas se organizan fuera del centro y los mayores voluntarios desempeñan el rol de abuelos y abuelas «ofreciendo una experiencia de vida complementaria a la institución a través del establecimiento de un vínculo afectivo estable», aseguran los responsables del programa.
Niños y niñas de 0 a 10 años
El fin último es establecer un vínculo afectivo estable; que los menores se sientan «queridos y aceptados» por el adulto que se les asigna. El hecho de que éste les acompañe a lugares tan dispares como la biblioteca, el cine o una consulta médica, les permite establecer una relación que se refuerza con otras actividades conjuntas. Además, se espera que las personas mayores voluntarias ejerzan el papel de «educadores informales» y que el propio centro de acogida donde residen los pequeños las vea como tales.
Los niños que se benefician de este programa tienen entre 0 y 10 años. Viven en centros de menores de Asturias, «aunque muchos tienen padres y familia», indica la presidenta de la FAMPA. Su selección depende de un equipo educativo, que valora la conveniencia de acogerse a esta iniciativa y define las actividades a realizar fuera del centro, de acuerdo a las necesidades de los niños. Por su parte, estos deben cumplir dos requisitos: no tener problemas graves de comportamiento ni enfermedades que dificulten establecer una relación con las personas voluntarias.
Cada voluntario disfruta de cuatro horas semanales con los menores, distribuidas en dos días, aunque esta periodicidad se puede aumentar
La duración de las salidas depende del grado de confianza y compromiso de los mayores. Lo habitual es que, a medida que conocen a los pequeños, se amplíen tanto el número de salidas como las horas que pasan juntos. En principio, cada voluntario disfruta de cuatro horas semanales con los menores, distribuidas en dos días, aunque esta periodicidad se puede aumentar, «siempre con el visto bueno de la Consejería», precisa Dolores San Martín.
El voluntariado entre personas mayores pone de relieve la ayuda tan valiosa que este grupo ofrece. Trata de despertar el sentimiento de utilidad social de quienes no siempre se sienten valorados por su entorno. En el caso del programa “Vamos al parque”, además, los pequeños ven reducidas las posibles carencias afectivas que presenten y se estimula su integración social. Unos y otros salen ganando.
Se organizan visitas previas a los centros de menores para conocer sus instalaciones y tomar contacto con la realidad en la que viven los pequeños
Otro objetivo de esta iniciativa es fomentar el envejecimiento saludable y potenciar en la sociedad una imagen positiva de las personas mayores “desterrando clichés negativos”. Así, para asegurar el éxito del programa, se empareja a niños y voluntarios tras un estudio de afinidades. Por otro lado, antes de decidirse a participar en el programa, los mayores realizan una visita a los centros de acogida para conocer las instalaciones y comenzar a familiarizarse con los niños.