Unos tres millones de niños y niñas son utilizados actualmente en conflictos armados en el mundo, según las estimaciones de ACNUR (Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados), cuyo representante en España, Agni Castro Pita, recuerda que no hay datos oficiales sobre esta problemática.
Castro Pita, que ayer ofreció una conferencia en Alicante titulada «Infancia y conflictos armados. Desplazamiento y refugio», dijo que la utilización de menores en las guerras «es uno de los mayores problemas que hay» en el mundo, pues en los últimos 20 años ha provocado la muerte de «dos millones y medio de niños».
Los aproximadamente tres millones de menores que ACNUR calcula que participan en la actualidad en conflictos, lo hacen tanto como soldados como para funciones de espionaje o sometidos a las labores domésticas de los grupos guerrilleros.
El representante de ACNUR insistió en que son sólo estimaciones, pues hay una prohibición formal de la Comisión Nacional del Niño de que se usen menores de 18 años en conflictos armados, con lo que «nadie quiere dar las estadísticas porque eso sería reconocer que se está infringiendo esta normativa».
Tráfico de diamantes
En los últimos años, algunos Estados han disminuido el reclutamiento de menores, sin embargo, «el problema son los grupos irregulares, como paramilitares, guerrillas o facciones que defienden determinados recursos naturales, por ejemplo el tráfico de diamantes, quienes sí que involucran a los niños» en su lucha, precisó Castro Pita.
Los menores no pueden decidir por sí mismos, lo que les convierte en uno de los colectivos más «vulnerables» y, junto a las mujeres, son «la expresión de la pobreza». El 60% de los refugiados que viven en campamentos son mujeres y niños, que quedan en situación de desamparo cuando el cabeza de familia se desplaza para combatir en el conflicto armado.
Las mujeres se enfrentan además a la «incomprensión de la sociedad», pues aquellas que son violadas, «muchas veces por los integrantes de la propia facción a la que apoyan, no por el grupo opositor, sienten el rechazo de su familia».
Por eso, Castro Pita subrayó que los programas de las ONG para paliar estas condiciones de vulnerabilidad «no sólo deben ir orientados hacia los menores, sino también hacia los adultos, pues lo que les pasa a los niños es consecuencia de las decisiones que toman los adultos».