El acogimiento familiar especial está dirigido a aquellos menores que requieren una atención especializada. Son niños y niñas con alguna discapacidad física, psíquica o sensorial, enfermedades crónicas -como cardiopatías o VIH-, problemas de comportamiento graves, largos procesos de institucionalización o grupos de hermanos a los que se recomienda acoger en una misma familia. Precisamente, estas características hacen que la búsqueda de un hogar resulte más complicada, por lo que las personas interesadas reciben subvenciones económicas y ayuda de profesionales para hacer frente a cualquier dificultad que se presente durante el proceso de adaptación.
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El acogimiento familiar es una medida de protección a la infancia. Facilita un hogar a los menores tutelados cuando su familia natural atraviesa una situación problemática y no pueden convivir con sus progenitores. La ley contempla esta figura tanto con carácter temporal como permanente. En el primer caso, los menores regresan con su familia cuando se soluciona la situación que originó el acogimiento. Si la medida es permanente, la acogida es más estable debido a que las circunstancias del menor no permiten prever el reingreso a su familia o la adopción. «El acogimiento familiar permite que el niño o niña pueda disfrutar de uno de sus derechos fundamentales: el derecho a crecer en una familia cuando no pueda o esté privado de la suya biológica», subraya Nuria Fuentes Peláez, profesora del Departamento de Métodos de Investigación y Diagnóstico en Educación de la Universidad de Barcelona.
Según datos del Ministerio de Trabajo y Asuntos Sociales, en los últimos años el acogimiento familiar administrativo, en el que la familia acogedora se compromete a «velar por el menor, alimentarlo, educarlo y procurarle una formación», ha ganado puestos frente al acogimiento residencial, cuando el cuidado y custodia del menor se produce mediante su ingreso en un centro. Los últimos datos disponibles, de 2005, indican que de los más de 30.000 niños y niñas tutelados por organismos públicos españoles, alrededor de 16.000 viven con una familia de acogida, lo que les ayuda a crear lazos afectivos estables. «La mayoría de estos niños y niñas han vivido situaciones perjudiciales para su desarrollo personal, lo que ha podido provocar carencias a nivel emocional, conductual o social», describe la coordinadora del Programa de Acogimientos de Fundación Meniños, Aída González.
Tener más de ocho años, pertenecer a culturas minoritarias y padecer una enfermedad crónica o discapacidad son factores que dificultan la búsqueda de una familia
Sin embargo, no todos los niños y niñas tienen la suerte de encontrar un hogar. A quienes más se les resiste es a aquellos que tienen más de ocho años, pertenecen a culturas minoritarias, tienen varios hermanos o padecen trastornos de comportamiento, enfermedades crónicas o discapacidades físicas, psíquicas o sensoriales. Estas características dificultan la búsqueda de una familia, a pesar de que, por el hecho de tenerlas, son menores que requieren una mayor atención. «Tienen que adaptarse a cambios rápidos y necesitan aceptación, comprensión y apoyo», añade González.
Principios de la acogida especial
La acogida especial está dirigida, precisamente, a los niños y niñas que tienen dificultades especiales para encontrar un hogar. Sus peculiaridades hacen que las familias que se decidan a acogerles tengan que ser particularmente sensibles a la historia personal de cada pequeño para que atiendan sus carencias en el modo en que necesitan.
Otro rasgo de la acogida especial es su carácter permanente o preadoptivo. Este tipo de acogimiento se produce cuando el niño o niña pertenece a familias con problemas crónicos, por lo que la acogida puede terminar en adopción. En este caso, lo habitual es que el vínculo con la familia natural desaparezca y el menor pase a formar parte legalmente de la familia de acogida. Cuando el acogimiento es permanente, finaliza una vez que el menor alcanza la mayoría de edad y, mientras dura, es posible que se fije un régimen de visitas a los padres.
Se buscan personas individuales, parejas, familias sin hijos o familias que quieren ampliar el número de miembros
En cuanto al modelo de familia que se busca, el acogimiento está pensado tanto para personas individuales como parejas, familias sin hijos o familias que quieren ampliar el número de miembros. «Puede colaborar cualquier persona o familia que esté dispuesta a atender a los niños, niñas o adolescentes, y que pueda dar una respuesta educativa y afectiva a sus necesidades», explican desde Meniños.
Esta entidad realiza campañas de búsqueda de familias acogedoras, informa a las familias interesadas, realiza sesiones de preparación, apoyo y orientación, y acompaña durante todo el proceso a la familia, que debe pasar con éxito un informe de idoneidad. Gracias a la campaña de acogimientos y adopciones especiales «Se buscan abrazos», esta organización ha conseguido que más de 200 niños, niñas y adolescentes de la Comunidad de Madrid y de Asturias hayan encontrado ya una familia «en la que seguir creciendo con seguridad y afecto». «La mayor parte de estos niños pasaron muchos años de su corta vida en centros de acogida y se integraron a la perfección en su nuevo entorno familiar», precisa la Fundación.
La propia disposición de los niños y de las familias suele ser garantía de éxito en estos programas. Además, todos ellos cuentan con la ayuda de profesionales para resolver cualquier duda o conflicto que pueda surgir. Es importante que las condiciones psicológicas de la familia de acogida sean las adecuadas para hacer frente a estas situaciones, pero aún así, cada una de ellas cuenta con el apoyo de personal técnico especializado.
Las familias reciben información, formación, asesoramiento personalizado y una ayuda económica para la crianza de los menores
En concreto, las familias reciben información sobre el proceso de solicitud, formación para la integración del menor en el hogar, asesoramiento personalizado en el proceso de adaptación familiar y una ayuda económica para la crianza de los menores, cuando optan por la modalidad de acogimiento familiar permanente.
“El acogimiento suele funcionar bien, pero es cierto que en algunos casos la situación se torna conflictiva hasta el punto de la disolución”, confiesa Nuria Fuentes Peláez. El éxito o fracaso del acogimiento no depende de una sola causa, sino de la interacción de varios factores, como “el desajuste de expectativas, los comportamientos difíciles de los niños y la dificultad de la familia para gestionarlos”. “También son importantes -prosigue la profesora- las visitas con la familia biológica y el respeto a la historia personal del niño, la relación con el equipo de profesionales y la disponibilidad para atender a las necesidades de los niños y niñas acogidos”.
Entre los aspectos positivos del acogimiento familiar especial, la Fundación Meniños destaca cómo:
- Se mantiene un entorno familiar que proporciona bienestar afectivo y físico.
- Se proporciona seguridad a los menores.
- Se mantiene la relación con la familia biológica, con lo que se minimiza la sensación de abandono.
- Se permite la construcción de una historia familiar y de vida coherente, al integrar el pasado y vivir el presente.
“Transcurrido un breve período desde que se inicia la convivencia con la familia acogedora se observan resultados positivos, tanto para el niño o niña acogido como para la familia acogedora: un mayor desarrollo del lenguaje, incremento del desarrollo psicomotor, crecimiento físico (aumentan talla y peso) y desarrollo de la relación afectiva”, asegura Aída González.