Una de cada siete personas es migrante. En total, unos mil millones de habitantes en todo el mundo. Algunos recorren miles de kilómetros hasta llegar a otro continente, pero la mayoría apenas se desplazan unos metros hasta su destino. Un informe del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) desmonta varios conceptos “erróneos” sobre la migración.
Se emigra para mejorar la calidad de vida y en algunos casos se consigue, pero las estadísticas aseguran que la influencia también es positiva en las comunidades de destino. ¿Qué falla entonces? «Para aprovechar sus beneficios, tiene que haber un entorno normativo propicio», defiende Helen Clark, administradora del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD). Este organismo acaba de publicar el informe «Superando barreras: movilidad y desarrollo humanos», que profundiza en las causas y consecuencias de la migración.
Conceptos erróneos
El informe cuestiona varios conceptos que considera «erróneos» y «generalizados». En primer lugar, asegura que la mayoría de los migrantes no atraviesa fronteras nacionales, sino que se desplaza en los límites de su propio país. Los migrantes internos ascienden a 740 millones, cuatro veces más que quienes llevan a cabo un proyecto migratorio internacional. Entre estos, además, menos del 30% se traslada de un país en desarrollo a una región desarrollada. «Sólo el 3% de los africanos vive en un lugar distinto a su país de origen», subraya el estudio.
«Sólo el 3% de los africanos vive en un lugar distinto a su país de origen»
En el ámbito económico, es habitual que las personas extranjeras aumenten el nivel de empleo en las comunidades de destino, sin desplazar a los trabajadores locales, y mejoran las tasas de inversión en nuevas empresas e iniciativas. El estudio defiende que «numerosas pruebas» constatan los beneficios de la migración en la capacidad de innovación, por lo que anima, en el actual contexto de crisis, a modificar la normativa en materia de inmigración.
Aprovechar la recesión
La idea es que, una vez superada la recesión, los trabajadores migrantes sean un pilar que cubra determinados sectores. «Otra sugerencia -recomienda el informe- es que el sector público y privado, así como las organizaciones de la sociedad civil, ayuden a publicitar las perspectivas de empleo en el país de origen».
La recuperación económica favorecerá la movilidad de más personas, ya que surgirán nuevas oportunidades laborales, y conviene que los países aprueben las normativas adecuadas para acoger a los futuros trabajadores, «en especial, las personas con bajas calificaciones». Así se evitará que se trasladen de manera lícita a los lugares donde hay empleos y su número se adaptará a los puestos vacantes, de acuerdo a la demanda laboral.
Respecto al crecimiento de la población, mientras «en la mayoría de las naciones desarrolladas se contraerá y envejecerá», en los países en desarrollo aumentará. El PNUD considera que estas tendencias demográficas «son señales que apuntan a la necesidad de reconocer los derechos de los migrantes y de eliminar las restricciones que obstaculizan el desplazamiento».
¿Mejora la vida de los inmigrantes siempre?
Entre los obstáculos que dificultan la migración, destacan las condiciones del propio traslado hasta el lugar de destino. En ocasiones, implica un desembolso económico muy alto, incertidumbre y separación familiar. Si se consigue llegar, la situación económica es a menudo muy delicada y no es raro que sufran depresión.
La falta de recursos restringe la movilidad de las personas pobres, mientras que los conflictos y los desastres naturales son la causa del desplazamiento de otras tantas. Los traslados permiten el acceso a nuevas ideas, conocimientos y recursos «que complementan y mejoran el progreso». Pero si la movilidad se realiza en condiciones ilegales, estas oportunidades quedan limitadas.
La mayoría de los migrantes consigue mejoras salariales y aumenta el nivel de vida, aunque en ocasiones sufren incertidumbre y depresión
A pesar de todo, las conclusiones del informe afirman que la mayoría de los migrantes consigue mejoras salariales, más acceso a educación y salud y mejores perspectivas para sus hijos. Las investigaciones realizadas demostraron que quienes viajaron desde los países más pobres a un país desarrollado multiplicaron de media sus ingresos «hasta 15 veces», duplicaron la tasa de matriculación y redujeron la tasa de mortalidad infantil «hasta 16 veces».
La influencia de la migración reduce además la pobreza del país de origen. Aunque se recuerda que «en ningún caso reemplaza al desarrollo», cuando los migrantes progresan envían dinero a sus familias, por un importe que supera a la ayuda oficial para el desarrollo. Estas remesas potencian el desarrollo económico y humano de los países menos avanzados y han favorecido la aparición de las denominadas remesas sociales: dinero en efectivo que se comparte con las comunidades de origen y que supone la reducción en las tasas de fecundidad, el aumento de los índices de matriculación escolar y el empoderamiento de la mujer.
La directora del informe, Jeni Klugman, asegura que si se hace caso al enfoque que defiende el trabajo, “a largo plazo, debería favorecer el bienestar de todos”. Para ello, propone un conjunto de reformas que se asientan en seis pilares:
- Abrir los canales de entrada disponibles para más trabajadores, sobre todo, quienes tienen una baja cualificación.
- Garantizar los derechos humanos básicos para los migrantes, entre otros, la educación o la salud.
- Reducir los costos de transacción de la migración.
- Encontrar soluciones conjuntas que beneficien a los migrantes y a las comunidades de destino.
- Facilitar la migración interna.
- Incorporar la migración a las estrategias de desarrollo de los países de origen.