“No puedes elegir el mar, cuando solamente conoces un lago”. Esta frase, pronunciada en un encuentro reciente de personas con discapacidad intelectual, resume la necesidad que tiene este grupo de representarse a sí mismo. Ser su propio portavoz. Las palabras son un vehículo de comunicación extraordinario cuando se ordenan con acierto. Por ello, desde hace 10 años, FEAPS organiza grupos en los que enseña a las personas con discapacidad intelectual habilidades de comunicación. “Queremos que hablen ellos, en lugar de hablar por ellos”, explican los responsables del programa.
Imagen: FEAPS
La comunicación facilita la participación en la vida asociativa. Permite a las personas expresar sus necesidades, opiniones y deseos. Les ayuda a integrarse en un grupo, a participar, debatir y tomar decisiones sobre aquellos asuntos que les interesan. Gracias a ella, se alcanza una mayor autonomía personal y se incrementan las posibilidades de autogestión. Sin embargo, la comunicación por sí sola no es suficiente. No basta con tener algo que decir. Hay que saber cómo decirlo.
«Queremos que hablen ellos, en lugar de hablar por ellos», indican desde FEAPS
Desde 1998, FEAPS (Confederación Española de Organizaciones en favor de las Personas con Discapacidad Intelectual) desarrolla el Programa de grupos de autogestores. En él, se enseñan habilidades de comunicación, técnicas para que las personas con discapacidad intelectual aprendan a transmitir. «Queremos que hablen ellos, en lugar de hablar por ellos. Queremos que tengan voz en todo aquello que les atañe», explica la responsable del programa, Rosa Pérez Gil.
La iniciativa, que cumple este año su décimo aniversario, persigue la creación de grupos que se plantean como «un campo de entrenamiento». En ellos, hombres y mujeres adultos con discapacidad intelectual aprenden a expresarse, se apoyan, animan y motivan para ser cada vez más protagonistas de su propia vida. En total, en España existen más de 230 grupos, unas 2.400 personas distribuidas por todas las comunidades autónomas, «incluidas Ceuta y Melilla», concretan desde FEAPS.
Persona de apoyo
La finalidad de los grupos es que todos sus miembros se sientan escuchados, aceptados y valorados. Son un espacio abierto de participación en el que se espera que cada persona descubra sus capacidades, pero también sus limitaciones. Para ello, se comparten experiencias y se cuenta con la ayuda de un dinamizador o persona de apoyo.
Cada grupo cuenta con la ayuda de un dinamizador que enseña a hablar y a tomar decisiones
Este profesional se encarga de enseñar a hablar e instruye a los miembros del grupo en la necesidad de decidir por si mismos «para participar en la asociación o en su entorno más próximo». La persona de apoyo les orienta para que puedan expresarse de una forma adecuada y adopta un papel de consejero: escucha atentamente, ayuda a hacer elecciones y anima a expresar las opiniones.
En principio, cualquier persona con discapacidad intelectual puede formar parte de un grupo de autogestores. Sólo hace falta que pertenezca a alguna de las asociaciones que integran FEAPS. Está demostrado que el grado de éxito es mayor cuanto mayor es también el nivel de autonomía, pero la necesidad de más apoyo no impide la aceptación en el grupo.
Respecto a la estructura, generalmente, se trata de equipos mixtos formados por entre 8 y 12 personas mayores de edad, con necesidades de ayuda intermitente o limitada y que dejan en manos de los miembros la decisión de permitir la entrada de nuevos compañeros o compañeras.
Cada grupo establece los días y la hora de reunión, de acuerdo a la disponibilidad de todos los miembros y de la persona de apoyo
El punto de inflexión es la primera reunión. Es la más importante. “Hay un antes y un después de iniciarse en el grupo de autogestores, se marca una diferencia”, afirma Rosa Pérez Gil. En esta toma de contacto se proponen dinámicas de presentaciones, si los miembros no se conocen entre sí, y se les anima a expresar lo que esperan de las sesiones. Posteriormente, cada grupo establece los días y la hora de reunión, de acuerdo a la disponibilidad de todos los miembros, de la persona de apoyo y del espacio en el que se celebran los encuentros.
Otros aspectos que se definen son las normas de funcionamiento, tales como el respeto mutuo, turno de palabra, confidencialidad o entrada y salida de miembros. También se elige un moderador o moderadora y un secretario o secretaria, que se encargan de ordenar la participación en las reuniones y tomar notas para el acta de la reunión, respectivamente. Se trata, en definitiva, de que los miembros del grupo gestionen todo por ellos mismos, para aplicar luego esta técnica a la vida diaria.