Un nuevo estallido del conflicto
Tras décadas de enfrentamientos entre Armenia y Azerbaiyán, vuelve a estallar el conflicto en la región de Karabaj. Después de nueve meses de bloqueo, en los que se cortó la única carretera que conecta Karabaj con Armenia y se dejó a la población ante una “aguda escasez de alimentos básicos, medicamentos y productos de higiene”, según la Oficina del Alto Comisionado para los Derechos Humanos, el 19 de septiembre se produjo una escalada de operaciones militares por parte de Azerbaiyán que ocasionó víctimas mortales, miles de heridos y numerosos desplazamientos.
Tras 24 horas de tensión, Armenia y Azerbaiyán firmaron un alto al fuego. Sin embargo, desde el 23 de septiembre, comenzó una escalada sin precedentes de esta emergencia humanitaria. En menos de una semana ya habían llegado más de 100.000 personas refugiadas a Armenia. La mayoría eran personas mayores, mujeres, niñas y niños, que estaban exhaustos y traumatizados, por tener que abandonar sus hogares abruptamente y enfrentarse a la incertidumbre. Además, muchos llegaron con hambre, sed y en necesidad de apoyo psicosocial.
¿Qué está haciendo ACNUR ante esta nueva emergencia?
ACNUR, junto a sus socios y el resto de agencias de la ONU, se ha desplegado sobre el terreno con el objetivo de identificar las necesidades humanitarias, tanto de las personas que permanecen en la zona como de las que se desplazan. Entre las necesidades prioritarias de los recién llegados a Armenia se encuentran alimentos, refugio, ropa y medicamentos.
Además, ACNUR está proporcionando en su mayoría artículos básicos de socorro como mantas, colchones, camas plegables, almohadas, ropa de cama y artículos de higiene, además de ayudar al Servicio de Migración y Ciudadanía de Armenia con el registro de los refugiados. Miles de personas han llegado en pocos días, formando largas colas para su registro en el país. Para agilizar este proceso, se han proporcionado también portátiles y tabletas a los diferentes centros de registro y ACNUR también instaló un punto de información en la frontera para informar sobre alojamiento y otros servicios disponibles para las personas que llegan a Armenia.
¿Qué futuro les espera a los refugiados de Karabaj?
El enclave de Karabaj —de mayoría armenia, pero en territorio internacionalmente reconocido como parte de Azerbaiyán— contaba con 120.000 habitantes. Por tanto, casi toda su población se encuentra ya en Armenia. A pesar de que el número de llegadas ha disminuido, no lo hace el trabajo en terreno, en apoyo a la respuesta del Gobierno de Armenia. ACNUR continuará proporcionando asistencia y protección a todas las personas refugiadas.
El alojamiento a largo plazo de los recién llegados es un problema importante, ya que el éxodo ha sido masivo y el alojamiento es limitado. De momento se han establecido refugios temporales como hoteles, albergues y escuelas deportivas. Aun así, muchos se alojan en tiendas de campaña humanitarias cerca del centro de registro de la ciudad de Goris, en la frontera, mientras que otros duermen a la intemperie en las calles. Con temperaturas bajo cero por la noche y la llegada del invierno en esta gélida zona del Cáucaso, es urgente proporcionar refugios permanentes a las familias que les protejan del frío.
Además de las soluciones inmediatas para cubrir las necesidades básicas, es importante pensar en medidas a largo plazo para los refugiados de Karabaj. Muchas de las personas que han huido tienen necesidades específicas, como problemas de salud o requieren apoyo psicológico. Por tanto, ofrecer medios de subsistencia, soluciones duraderas en materia de vivienda y acceso a la educación es clave para ACNUR.
Nadie elige ser refugiado
Día a día trabajamos para que los refugiados puedan tener una vida digna y feliz. De nuevo, esta emergencia nos demuestra que nadie elige ser refugiado, que las circunstancias vitales pueden cambiar de forma inesperada y que ninguna persona debería verse forzada a huir de su hogar. Ahora, ACNUR está en Armenia al lado de las personas refugiadas para acompañarlas en su nueva realidad y darles esperanza en este presente —y futuro— que se presenta muy incierto para todas ellas.