Se ha pasado de hablar de beneficencia a hacerlo de solidaridad, donde el ciudadano que decide colaborar con un proyecto lo hace desde un rol de responsabilidad e igualdad. Pero, ¿de dónde viene el término beneficencia? Se desvela en el siguiente artículo con motivo del Día Internacional de la Beneficencia, fecha que en 2012 la Asamblea General de las Naciones Unidas asignó al 5 de septiembre, en conmemoración del aniversario de la muerte de la madre Teresa de Calcuta. En esta jornada también se recuerda la labor de todas las organizaciones y particulares que desempeñan un papel cada vez más crucial para atender las necesidades humanas.
Parece que la palabra beneficencia nos sugiere un lugar de caridad en el que una persona que tiene, el benefactor, ofrece un bien o servicio a quien no lo tiene. Por tanto, desde este punto de vista seguimos contribuyendo a la desigualdad, restando derechos a quienes reciben una ayuda. Sin embargo, más allá de las palabras, entendemos el acto de dar, ofrecer y compartir con otro ser humano como una muestra de solidaridad.
Un poco de historia: de la beneficencia a la responsabilidad
El término beneficencia acuñado durante la Edad Media viene de la contribución histórica que la Iglesia hacía a los pobres, indigentes y marginados con la colaboración de los fieles y aludiendo a sentimientos religiosos. Durante la Edad Moderna, los ayuntamientos contemplan nuevos planes de beneficencia pública y el Estado empieza a profundizar en este tipo de intervención atendiendo a ancianos, niños, enfermos y pobres en general. A partir de entonces, no solo el Estado adoptó esta modalidad, sino que muchas organizaciones de la sociedad realizaron y realizan beneficencia.
Paulatinamente se produce un giro en la concepción de la sociedad civil y el Estado y nacen los valores de solidaridad. Los beneficiarios dejan de ser sujetos pasivos y se va consolidando un Estado de Bienestar en el que todos los ciudadanos tienen los mismos derechos y, en el caso de no tener acceso a determinado bienestar, se han de llevar a cabo políticas destinadas a corregir esta situación de desigualdad.
Junto al cambio de la intervención estatal se produce la transformación en el seno de la sociedad. Aparecen organizaciones aconfesionales preocupadas por los problemas de la comunidad y con ganas de generar cambios profundos en los que se hace partícipes a los beneficiarios.
En la actualidad, presenciamos un momento de esplendor con un movimiento de ciudadanía activa en el que ya no solo la intervención proviene de instituciones, sino del ciudadano que se considera pleno y busca su integración en la sociedad. También observamos que el papel de las entidades sociales ha dejado de ser asistencialista y opta por roles en los que el beneficiario es libre y responsable.
España, un país solidario
Hoy día, las acciones caritativas o benéficas, también llamadas solidarias, se tiñen de múltiples formas: desde la aportación voluntaria de tiempo y conocimientos, hasta las simples donaciones económicas o en especie realizadas por particulares, empresas o fundaciones filantrópicas. Sea cual sea su forma, la generosidad ante situaciones de emergencia, ante la pobreza, el hambre, las enfermedades, la exclusión o las desigualdades marca gran diferencia en el bienestar de las personas.
En España, un total de 7,5 millones de personas contribuyeron con una ONG durante el año 2014 y de ellas, 3,7 millones lo hicieron con aportaciones recurrentes (cuotas), según cifras del informe «¿Somos o no somos?» publicado por la Asociación Española de Fundraising.
A pesar de la situación económica actual, el número de españoles que colabora con una ONG ha crecido durante los últimos años: de 7,1 millones en 2010 a 7,5 millones en 2014. En el caso de los socios pasaron de 3,2 a 3,7 millones y los donantes puntuales se mantuvieron en torno a los 4 millones.
En España, un total de 7,5 millones de personas contribuyeron con una ONG durante el año 2014
Se puede decir que los españoles son solidarios y confían en las ONG convencidos de la necesidad de la ayuda al desarrollo y la importancia de la inversión pública en educación y salud. Sin embargo, el porcentaje de españoles mayores de 18 años que ha donado a una ONG es bajo (alrededor del 20%), si se compara con la media europea (en torno al 60%). En cuanto al porcentaje de socios de una ONG en España es del 10%, frente a Reino Unido (31%) o Francia (16%).
A pesar de ello, las aportaciones particulares son ya la principal fuente de fondos de las ONG. Frente a la caída de las aportaciones públicas, las aportaciones particulares, tanto a proyectos en España (49%) como en países en desarrollo (51%), pueden llegar a generar hasta nueve veces su valor e impacto positivo para la sociedad.
Beneficencia, solidaridad o responsabilidad ciudadana…, la realidad es que contribuir a aliviar los peores efectos de las crisis humanitarias, complementar los servicios públicos de atención de la salud, la educación, la vivienda y la protección de la infancia es de gran ayuda para mitigar el sufrimiento humano.
En el Día Internacional de la Beneficencia te proponemos pensar en tu contribución social como ciudadanos. ¡Nunca es tarde para colaborar!