Los campamentos de verano para personas con discapacidad están dirigidos a niños y jóvenes que buscan divertirse en un entorno distinto al habitual y sin ningún tipo de discriminación ni barrera. En ellos, se organizan talleres y actividades de ocio, culturales y deportivas que ayudan a fomentar la autonomía personal. Para facilitar la participación, muchos campamentos permiten la compañía de familiares. Sin embargo, en algunos casos, un equipo de profesionales cualificados atiende en exclusiva las necesidades de los participantes para facilitar el “respiro” de padres y hermanos en las tareas de cuidado.
Deporte y multiaventura
Cada verano, se organizan campamentos y programas de vacaciones específicos para atender a personas con discapacidad. La oferta es cada vez más amplía y tiene dos objetivos fundamentales. Por un lado, se busca fomentar la autonomía personal de los participantes y, por otro, se pretende dar un respiro a los familiares que se encargan de atender a estas personas el resto del año, en algunos casos, las 24 horas del día.
La Fundación Deporte y Desafío organiza campamentos de verano multiaventura para niños y jóvenes con discapacidad física, intelectual y/o sensorial. Esta actividad se enmarca en un proyecto de integración social a través del deporte y su duración va desde un fin de semana a una semana. La primera convocatoria tuvo lugar el 6 de junio, pero se han previsto otros campamentos durante los meses de julio y septiembre. Por el momento, los lugares elegidos se encuentran en Madrid y Segovia. En ambos casos, son zonas de gran riqueza y diversidad biológica y geológica, a las que se puede acudir en compañía de familiares, en su mayoría, padres y hermanos.
Otra propuesta son los campamentos organizados por Fundosa Sport y Ocio, perteneciente al Grupo Fundosa, de la Fundación Once. Se desarrollan en el Complejo Deportivo Somontes, en un entorno natural “de alto valor ecológico”, y están dirigidos a niños entre 6 y 13 años. En cada turno, se establece un máximo de 100 participantes, en grupos formados por 25 niños acompañados por tres monitores como mínimo. Para garantizar un ocio de calidad, el complejo deportivo cuenta con 15 pistas de tenis, 12 pistas de pádel, una pista polideportiva cubierta, gimnasio, campo de prácticas de golf, piscinas y zonas verdes.
Los campamentos se desarrollan en entornos naturales de gran riqueza ecológica
A esta oferta se une la prevista por la Organización Nacional de Ciegos Españoles (ONCE). Desde el 23 de junio hasta el 3 de agosto, unos 550 niños y jóvenes ciegos o deficientes visuales tomarán parte en la veintena de campamentos y cursillos de verano programados hasta el momento por toda España. La edad de los asistentes oscila entre 6 y 20 años, con propuestas diferentes para todos ellos. Así, mientras los niños practicarán, en su mayoría, actividades deportivas y de relación con la naturaleza, los jóvenes se centrarán en el aprendizaje de idiomas, los deportes de aventura y el turismo en general.
Algunos campamentos están destinados exclusivamente a afiliados (ciegos totales o deficientes visuales), aunque también se han organizado colonias de integración con niños sin discapacidad y colonias especiales para quienes padecen otras discapacidades asociadas a la ceguera, como sordera o discapacidad psíquica. Por ahora, las direcciones territoriales y administrativas de la ONCE con campamentos, colonias o cursillos programados son Almería, Aragón, Navarra, La Rioja, Extremadura, Córdoba, Huelva, Jaén, Murcia, Cartagena, Salamanca, Cataluña, Tarragona, Pontevedra, Madrid, Canarias, Tenerife, Castilla y León, San Sebastián, Alicante, Algeciras, Jerez, Málaga y Cádiz.
Desde la Fundación Deporte y Desafío aseguran que los objetivos de este tipo de campamentos son, principalmente, favorecer la integración social y la superación personal de los participantes, ofrecerles una alternativa al entorno y actividades diarias, promover la educación ambiental y enseñarles que el límite “está donde cada uno quiera ponerlo“.
Respiro familiar
Los campamentos para personas con discapacidad permiten acudir en compañía de familiares o viajar en grupo con monitores y cuidadores profesionales que se encargan de todos los cuidados. La presidenta de Ayuda a la Infancia sin Recursos (AIS), Lourdes Arqués, reconoce la importancia de esta opción ya que, según explica, “hay familias que llevan diez años sin salir de casa en vacaciones porque deben ocuparse del cuidado de los hijos discapacitados”. Para ellas, estos campamentos son el único momento del año en el que, a pesar de la preocupación por alejarse de sus familiares, pueden disfrutar de unos días de asueto.
“Algunas familias llevan diez años sin ir de vacaciones porque deben ocuparse del cuidado de los hijos discapacitados”
Desde hace dos años, AIS centra sus esfuerzos en programas de respiro, “después de diez años desarrollando este tipo de iniciativas en el Tercer Mundo”. “Entonces, nos dimos cuenta de que en nuestro país había también muchas necesidades”, relata Arqués. Fue en ese momento cuando se gestó el proyecto “Yo cocino, tú pintas”, un libro con recetas de cocineros de prestigio e ilustraciones de personas discapacitadas, cuya recaudación por la venta de ejemplares se destina, en parte, a la organización de colonias y campamentos.
La preparación de estos campamentos supone una importante inversión económica, ya que las instalaciones donde se alojan los participantes deben estar totalmente adaptadas y se requiere un buen número de monitores y coordinadores. Muchas asociaciones han de recurrir a las donaciones para financiar parte de la estancia. “Los respiros pueden ser muy caros para las familias: unos 250 euros por tres días y 680 euros por una semana”, subraya Arqués.
Otra alternativa: vacaciones en hotel o apartamento
Además de los campamentos, diferentes asociaciones desarrollan sus programas de vacaciones a través de Imserso. Para poder optar a estas vacaciones es necesario tener más de 16 años, una discapacidad igual o superior al 33% y certificado de minusvalía, entre otros requisitos. La Federación Española de Asociaciones de Espina Bífida e Hidrocefalia (FEBHI) organiza así su programa de vacaciones, en un intento de “potenciar las redes sociales, fomentar la adquisición de habilidades y hábitos personales e incrementar la autonomía y salud” de quienes viajan.
Es necesario tener más de 16 años, una discapacidad igual o superior al 33% y certificado de minusvalía
El coste de estos programas incluye los billetes, un seguro de viajeros, la asistencia de monitores de apoyo, alojamiento en hotel o apartamento accesibles y transporte adaptado para las excursiones organizadas. Los itinerarios se desarrollan tanto en España como en otros países de Europa, pero para poder optar a ellos es necesario realizar la solicitud con dos meses de antelación a la fecha de salida.
Casi 2.000 personas disfrutaron el pasado año de estos viajes a través del programa de la Confederación Española de Personas con Discapacidad (COCEMFE), que también se coordina con el Imserso. El objetivo, a su entender, es que las personas con mayor grado de minusvalía y menor nivel adquisitivo “puedan acceder a unas vacaciones lo más normalizadas posibles”. Para ello, el programa se desarrolla desde julio a diciembre, en un total de 34 turnos diferentes que incluyen itinerarios de termalismo para aliviar las dolencias.