Cáritas Española -con la colaboración de FACIAM, la Federación de Entidades de apoyo a las Personas Sin Hogar (fePsh) y la Xarxa d’atenció a Persones sense llar- celebra este domingo 27 de noviembre el «Día de las personas sin hogar», con la 19ª edición de la Campaña de las Personas sin hogar. Este año se pone especial énfasis en la importancia del empadronamiento en la salvaguarda de los derechos de las personas sin hogar.
La normativa vigente establece el empadronamiento de cualquier persona que viva en una localidad, aunque resida en una infravivienda, una caravana o una cueva, unos espacios que han de figurar como domicilios válidos en el padrón siempre que sea posible su localización. Incluso se puede establecer como domicilio ficticio cualquiera que así quede tramitado y determinado por los servicios sociales del municipio (como la propia sede de estos o un albergue, centro, residencia, ya sea municipal o de otras entidades sociales) para las personas que no tengan techo alguno, explica Cáritas.
Para la responsable de Personas sin hogar de Cáritas Española, Sonia Olea, «cualquiera de estas opciones es deseable antes que la no inscripción en el padrón de estas personas, una situación que afecta a muchos de sus derechos ciudadanos, tanto a los de participación política como a otros derechos sociales, en especial la obtención de la tarjeta sanitaria o el acceso a las políticas públicas de vivienda».
La «Campaña de las personas sin hogar», organizada este año con el lema «Todos somos ciudadanos. Nadie sin hogar», se enmarca en el proceso europeo iniciado en 2010 en el marco de la Campaña «Nadie sin hogar» 2010-2015. En esta, junto con FEANTSA Europa (Federación Europea de Organizaciones Nacionales que trabajan con Personas Sin Hogar), decenas de entidades sociales de toda la Unión Europea trabajan de manera conjunta con el objetivo común de «Acabar con el sinhogarismo es posible» en el año 2015.
Para las entidades promotoras de la campaña de este año, «salvaguardar los derechos de las personas sin hogar es vital». Es una necesidad, no un lujo, y no es una cuestión de los «derechos de la mayoría» contra los «derechos de unos pocos». El cómo un país trata a los más débiles refleja su abordaje de los derechos humanos, asegura Cáritas.
«Las personas sin hogar viven de forma extrema y cotidiana la pobreza y la exclusión social. Por ello son discriminadas y excluidas», remarca Olea. La discriminación que sufren «les limita el acceso a los derechos fundamentales. Su aspecto o forma de comportarse son una barrera para el resto de la sociedad, que no toma en cuenta su situación social y su sufrimiento: dormir en la calle, hablar solos, estar enfermos, la falta de higiene», añade.