Acción contra el Hambre es una organización que trabaja para prevenir la desnutrición a nivel mundial y garantizar el acceso al agua y un saneamiento básico para la vida y el desarrollo de las comunidades. En esta entrevista, Carlos Suárez, técnico de Agua y Saneamiento de la ONG, cuenta las causas de la falta de agua y la importancia de tomar conciencia del ahorro de agua tanto en nuestro hogar como en la agricultura. Con amplia experiencia como ingeniero agrónomo especializado en agua y trabajando en diferentes países como Filipinas, Yemen, Tajikistán, República Centroafricana y Mauritania, Suárez asegura que “en España somos muy afortunados por las infraestructuras que tenemos con un clima nada fácil”. Sin embargo, en zonas como Sahel y el campo de refugiados del norte de Malí donde pueden llegar a los 50 grados, explica Suárez que “si fallamos un día, tenemos que hacer sistemas paralelos y bombear otros tanques para que no falte agua”.
Hay en toda la cuenca mediterránea, en regiones de Asia Central, incluso en países tropicales, porque el régimen de lluvias ha disminuido. Es el caso de Filipinas, que estaban acostumbrados a sacar dos cosechas anuales, pero actualmente se dan muchos problemas de regadío. Y en la zona de Sahel, en el sur del Sahara, hay grandes problemas de sequía.
Son varios los motivos. A nivel mundial estamos viendo que el cambio climático es una realidad y el clima se extrema. No significa que no llueva, sino que a veces llueve mucho de golpe y en otras épocas no llueve nada. El agua no está repartida durante todo el año como antes. España también somos un ejemplo de esto. Hay otros motivos socioeconómicos y políticos que impiden que la ciudadanía no tenga acceso al agua que sí está disponible en algunos lugares. A veces es porque no hay infraestructuras y recursos en el país para hacer que esa agua esté disponible.
Un ejemplo es el río de Senegal en la parte mauritana. En el lado de Senegal hay perímetros importantes de agua que favorecen la producción de caña de azúcar y, sin embargo, en Mauritania no se han hecho esas inversiones ni el esfuerzo sufiente para poder traer el agua mediante canalizaciones o sistemas de bombeo.
El agua es la vida y el hecho de no acceder a ella tanto en cantidad como en calidad tiene graves consecuencias. En primer lugar, si el agua tiene bacterias, hace que las personas desarrollen enfermedades endémicas que producen desnutrición crónica o aguda. En segundo lugar, cuando el agua no está disponible en cantidad suficiente, genera el desplazamiento y migración de las personas. Y en tercer lugar, afecta al sector agropastoral; si el ganado no tiene suficiente agua, influye en la economía y la producción de alimentos. Se consume mucha más agua en regadío que en agua potable.
Enfermedades relacionadas con el sistema gastrointestinal, como diarreas y enfermedades empíricas, que hacen que, aunque una persona tenga acceso a alimentos, su cuerpo no absorba los nutrientes. Por ejemplo, los niños menores de cinco años, que son los que más sufren estas enfermedades, no cogen peso suficiente y se desarrollan mal con respecto a su edad.
En un clima tan extremo como el de Sahel la falta de acceso al agua, incluso 100 mililitros al año, implica que las comunidades nómadas pastorales tengan que desplazarse más y más kilómetros. Los puntos de agua existentes en estas zonas sufren más explotación y se concentran más los rebaños de camellos o vacas en algunas áreas llegando a provocar más conflictos sociales. Se generan menos pastos, el ganado tiene menos alimento y también las infraestructuras de regadío para la agricultura no existen, a pesar de tener recursos como el río Níger o Senegal. Por tanto, se hacen dependientes de importar alimentos de otros países como Nigeria y Burkina Faso, que hace que los precios suban y esto influye en la economía y en la nutrición de las familias.
Tenemos varios proyectos de acceso al agua potable, para proveer la llamada agua de boca (para consumo) y también agua para regadíos y ganado. Estamos trabajando en el sur de Mauritania donde hacemos puntos de agua multiuso, un pozo con sistema de bombeo destinado al agua de boca, al regadío y ganado. Además, para el regadío estamos introduciendo sistemas de bajo coste y bajo consumo, como el riego por goteo. Y estamos dando formación, porque la gente lo desconoce y no es tan aceptable como el riego por inundación.
En cada proyecto trabajamos la infraestructura, pero siempre impartimos formación para el uso y mantenimiento de los sistemas instalados, para la higiene y el buen uso del agua. También damos formación de economía básica para que la población beneficiaria pueda gestionar la tarificación del agua y no siempre tengamos que estar allí donde desarrollamos el proyecto.
Actuamente estamos trabajando en Siria y también en Filipinas con los diferentes tifones. En la zona de Sahel, estamos en la región cercana a Nigeria donde hay muchos refugiados y también en la frontera de Mauritania con Malí (Embera), donde hay un campo de refugiados del Norte de Malí debido al conflicto en Tombuctú y problemas yihadistas. Ahora, Acción contra el Hambre tiene toda la gestión en el campo de refugiados con respecto al acceso al agua potable, saneamiento e higiene. Estamos abasteciendo de agua a un total de 50.000 personas con generadores y bombeo en una zona que puede llegar a los 50 grados. Si fallamos un día, tenemos que hacer sistemas paralelos y bombear otros tanques para que no falte el agua.
Se debería atacar a nivel político, haciendo que la Unión Europea y nuestros propios países inviertan en investigación de sistemas de regadío y desarrollo de infraestructuras en lugares donde hay escasez de agua. Los países con mala climatología se han desarrollado gracias a los sistemas de regadío, como Israel que tiene sistemas de regadío muy eficientes o Marruecos. Aquí las ONG tenemos una actuación limitada porque depende de los gobiernos de algunos países. Y también se debería invertir en la educación y en enseñar el valor del agua, que es un bien preciado y escaso.
En España el 80% del agua que se consume es en la agricultura. Ahí es donde tenemos que actuar. El agua hay que ahorrarla a todos los niveles, también en las casas, pero principalmente en la producción agrícola. Los consumidores tenemos una responsabilidad y hemos de pensar lo que cuesta producir un kilo de legumbres y un kilo de carne, donde hay una gran diferencia en cuanto al consumo de agua. Si seguimos consumiendo mucha carne o productos que necesiten una gran cantidad de agua, agotaremos los recursos y esto tiene consecuencias a nivel mundial. En este mundo globalizado en el que vivimos, deberíamos pensar en el gasto de agua que conlleva producir un kilo de ternera en Brasil para que sea consumida aquí.