El comercio justo es una alternativa que diversos grupos en Europa han planteado para conseguir una auténtica distribución de los recursos del planeta. Se trata de una opción comercial en la que prima, por encima de todo, un pago justo por el trabajo realizado para obtener determinado producto.
Objetivo: acortar diferencias
De este modo, los artículos que en el primer mundo adquirimos bajo las marcas de comercio justo cuentan con la garantía de una elaboración con criterios de respeto a los derechos humanos, de los trabajadores y de la infancia. Los productos de comercio justo garantizan el pago de un producto en la cuantía suficiente para que quien lo cultiva o elabora pueda mantener una vida digna y sostenible. Es la aportación diaria que los consumidores podemos hacer para mejorar la situación de los habitantes del Sur.
Objetivo: acortar diferenciasCon estos planteamientos, el comercio justo trata de constituirse como una herramienta de cooperación para paliar las diferencias entre lo que cobra un productor o artesano en un país subdesarrollado, y lo que paga el consumidor final en un país occidental. Así, los objetivos que trata de alcanzar este tipo de comercio son tanto humanitarios como económicos.
Por un lado, el objetivo principal es mejorar el nivel de vida y el bienestar de los productores, facilitar su acceso al mercado y pagar un mejor precio por sus productos, manteniendo relaciones comerciales a largo plazo. De este modo se consigue favorecer la incorporación al mercado laboral de los grupos más desfavorecidos (indígenas y mujeres) y se evita que los niños se vean obligados a incorporarse al trabajo para completar el salario familiar. Es decir, trata de paliar las grandes diferencias entre el Norte y el Sur a través de un sistema comercial que proporciona a los productores marginados el acceso a los mercados de los países occidentales, sin intermediarios y directamente con el comerciante. El comercio justo quiere que las relaciones comerciales se basen en la igualdad y el respeto entre los productores del Sur y las importadoras.
Sin intermediarios
La sistemática del comercio justo se inicia en el preciso momento de la adquisición de los productos, ya que se compran directamente a los campesinos y artesanos, sin pasar por intermediarios. A estos productores se les ofrece una retribución digna, justa y adecuada al esfuerzo de la elaboración de ese producto. Estos mismos productores se comprometen a funcionar de forma democrática, sobre todo en el caso de las cooperativas. Las importadoras de comercio justo exigen también que el trabajo sea desarrollado por personas adultas y en ningún caso se permite el trabajo de los niños.
Por su parte las importadoras de estos productos se comprometen a pagar un precio justo, a abonar una importante cantidad por adelantado para evitar endeudamientos y, al mismo tiempo, a mantener una relación comercial duradera, de tal forma que los productores o campesinos puedan mantener el nivel de vida que esta alternativa comercial les posibilita. Los importadores también ofrecen apoyo técnico en la producción y distribución. A estos elementos se les suman otros, como la necesidad de que la actividad que realizan los productores sea sostenible, tanto desde el punto de vista económico y social como medioambiental. Es imprescindible que las condiciones de trabajo sean dignas y que los productores contribuyan al desarrollo de la comunidad y a la creación de empleo. En el caso de productos que se manufacturan en fábricas, estos recintos deben cumplir los derechos del trabajo fundamentales recogidos por la OIT: libertad de asociación, derecho de organización y de negociación colectiva, edad mínima de admisión en el trabajo, prohibición de discriminación en la contratación y el trabajo, prohibición de la discriminación contra la mujer, prohibición del trabajo forzoso y seguridad e higiene laboral.
En el seno de las sociedades europeas estas mismas importadoras realizan un trabajo de sensibilización con la sociedad para orientarla hacia un consumo responsable que garantice las condiciones de vida de los productores en el tercer mundo.
Los productores y las importadoras que se suman a este pacto de comercio justo se comprometen cada una a seguir unos códigos de comportamiento. Los productores deben asociarse, se prioriza a grupos socioeconómicos desfavorecidos con difícil acceso al mercado, y se constituyen en estructuras abiertas, transparentes, participativas y democráticas. Los productores se comprometen también a elaborar sus productos respetando el medio ambiente y el entorno cultural, así como a respetar las condiciones laborales de trabajo y contribuir, a través de la inversión de los beneficios, a la mejora socioeconómica del entorno. Por último los productores garantizan que elaboran productos de calidad.
Por su parte, las importadoras realizan las transacciones comerciales de forma directa, sin intermediarios, con una remuneración justa y digna que cubra de forma real los costes de producción. Entre el importador y el productor concertan unos precios y el importador prefinancia las compras, si es necesario. Las organizaciones importadoras deben ser también estructuras participativas y democráticas, sin ánimo de lucro y cuyos beneficios económicos deben reinvertirse en el proyecto social que cubren. Asimismo, deben ser entidades transparentes en la gestión comercial y financiera y mantener su línea de concienciación y sensibilización de la sociedad europea.
El comercio justo, en cifras
El comercio justo apareció en Europa en 1969, a través de una tienda que se abrió en Holanda. Desde entonces esta tendencia ha ido creciendo y actualmente en toda Europa se contabilizan un total de 3.000 tiendas que pertenecen a diferentes asociaciones que potencian el comercio justo. Con todos estos puntos de venta, el comercio justo se constituye también como un negocio también y según datos de la EFTA (Asociación Europea de Comercio Justo) en 2000 la facturación de todas esas tiendas alcanzó los 370 millones de euros y ha dado trabajo a 500.000 artesanos y trabajadores del Sur. Al margen de las tiendas específicas los productos de comercio justo se pueden encontrar en 70.000 establecimientos de toda Europa.
En España la incidencia de tiendas dedicadas al Comercio Justo no se inicia hasta 1986 con iniciativas como Traperos de Emaús, en el País Vasco, o la Cooperativa Sandino, actualmente IDEAS, en Andalucía. Actualmente un total de 31 organizaciones abastecen a las 40 tiendas especializadas, así como a otros establecimientos como hipermercados. También el comercio justo en España ha ido incorporando adeptos y las cifras del año 2000 sitúan el volumen de facturación en más de 6 millones de euros, junto a la aportación de 1.500 voluntarios y un centenar de profesionales que se movilizan por el comercio justo y solidario.
Productos de Comercio Justo
En las tiendas dedicadas íntegramente al comercio justo y en los establecimientos que reservan un espacio a estos productos, podemos encontrar textiles de la India, Bangladesh o Kenia, artesanía india, de Nepal, de Bangladesh, Thailandia, Filipinas, Perú o Uganda, y diferentes elementos decorativos para el hogar, instrumentos musicales, juguetes tradicionales y artesanía en piel otros tantos países latinoamericanos, africanos y asiáticos.