Desde que nacemos somos solidarios, pero algunos más que otros. El egoísmo también es muy humano. Según un estudio japonés, las personas más dispuestas a ayudar registran una actividad mayor en la amígdala del cerebro. Sin embargo, a pesar de que la solidaridad tiene una base neurobiológica desde la niñez, las conductas solidarias se pueden potenciar a través de la empatía, de ponerse en la piel del otro y así saber qué le hace feliz e infeliz al otro y actuar en consecuencia. ¿Cómo es posible favorecerlo? En el cole, los pequeños trabajan mucho en este sentido. Y en casa también debemos hacerlo. El ejemplo como padres es nuestra principal herramienta, y la que nos servirá para mostrar la coherencia que más adelante los adolescentes valoran en sus progenitores. En las siguientes líneas te damos algunas ideas para fomentar en tus hijos la solidaridad y el resto de valores que están detrás.
Cómo ser solidario en casa o en la familia
Los valores no se aprenden ni se imponen. Es nuestro ejemplo, nuestro modelo el que ayudará a inculcarlo en nuestros hijos. Si no los ven en nosotros, difícilmente los podremos transmitir. Por ello, será en casa donde se pondrán las bases para ser solidario. Habrá que hacerlo con paciencia y comunicación.
Y no hace falta salir para empezar a hacerlo. En casa, como en ningún otro sitio. Dentro del hogar, con los más próximos, se puede poner en práctica el valor de la colaboración y la cooperación, muy importantes para desarrollar la solidaridad. El ámbito familiar es la base de la sociedad, y si ahí no nos ayudamos unos a los otros, fuera es complicado que esto ocurra. ¿Qué tal, entonces, si hacemos más cosas juntos y, por ejemplo, compartimos las tareas domésticas entre todos? Además, hay que tener en cuenta que las responsabilidades domésticas refuerzan la autoestima y favorecen la autonomía de los niños.
Para ello, cada uno deberá tener al menos un encargo diario que repercuta en los demás. Y, por supuesto, siempre que quieran colaborar, no dudes en aprovechar su ofrecimiento. La escucha es esencial. Las tareas deben ser acordes a su edad. Los más pequeños pueden regar las plantas, buscar sus pañales y toallitas y, más adelante, pueden hacer su cama (si es sencilla) y poner la mesa. Ya en primaria podrán hacer de pinche (o algo más) en la cocina, doblar la ropa, pasar la aspiradora, limpiar su cuarto y sacar al perro, por ejemplo. Los más mayores pueden tirar la basura, pintar las paredes, planchar, limpiar el baño, vigilar a su hermano y hacer la compra.
Imagen: Gustavo Fring
Cómo ser solidario con los demás: en la calle, pequeños gestos hacia tus vecinos
Los recados, las obligaciones diarias, el trabajo… nos hacen muchas veces meternos en nosotros mismos y no mirar más allá. En la calle andamos mirando al suelo, al móvil, a que no nos pille el coche o la bici… Los niños, sin embargo, se paran a coger una hoja del suelo (¡no se cogen cosas del suelo!), leer un cartel (si están aprendiendo a hacerlo) o les llama la atención las discapacidades de las personas. ¿Y si vamos con más tiempo (o no) y, como nuestros hijos, nos fijamos en quienes nos rodean y les ayudamos? La anciana que cargada con bolsas no puede abrir la puerta del portal, el sintecho que pide una limosna en la entrada del banco, el joven que espera en la cola con solo una barra de pan en sus manos, el desorientado que busca una dirección… Un gesto, una moneda (o billete), un sitio, una conversación… Dar nuestro tiempo y ejemplo hará que también los más pequeños se fijen en ello, lo repitan en el futuro o nos pidan que lo volvamos a hacer en otro momento. Por educación, pero también por solidaridad.
Aprovecha cada evento solidario
Seas o no de la AMPA del cole (si lo eres, tu vástago seguro que valorará ese tipo de voluntariado), sabrás si en el centro organiza una recogida de alimentos, juguetes, ropa… Hazle protagonista a tu hijo y que elija algo suyo o de la familia con lo que colaborar. En tu barrio o municipio harán estos días alguna chocolatada, un rastrillo o un evento solidario para recaudar fondos. Siempre que puedas, no te pierdas uno, y, por supuesto, intenta que tus hijos te acompañen. Tu participación en cada acto siempre deja huella.
Cuida tus compras y regalos
¿Te has parado a pensar cómo consumes? Cada vez que compras la fruta, adquieres productos sin control, vas de rebajas, eliges un regalo para un ser querido… ¿piensas de dónde viene ese alimento, en qué país se ha fabricado ese artículo, qué materiales se han utilizado o bajo qué circunstancias laborales han trabajado sus creadores? Apostar por productos de kilómetro cero o de proximidad, provenientes de comercio justo y siempre sin despilfarrar debería ser parte de un modo de vida en el que nuestros hijos también vean solidaridad hacia los demás.
Celebrar un cumpleaños o la primera comunión, donde los regalos (o parte de ellos) se traduzcan en material escolar, vacunas o comida para otros, también es otra forma de hacer entender a tus hijos que un consumo responsable también se muestra siendo generosos con el resto del mundo.
Ayúdale a compartir, prestar, turnarse y donar
Tú puedes donar sangre, dar de tu tiempo, prestar tu dinero… ¿y tus hijos? Los más pequeños también tienen cosas que pueden compartir con los demás, aunque les cueste. De hecho, hasta los cinco años, muchos consideran que todo lo que les rodea es suyo, solo suyo. Y es normal. Además, en estos tiempos resulta complicado que adquieran esa habilidad para evitar contagios, pero no imposible.
Dejar libre el columpio, que es de todos, para que otros lo disfruten es turnarse. Pueden intercambiar sus juguetes con otros niños y que se los devuelvan en otro momento o darles un paquete entero de su snack favorito. Para fomentarlo, no cabe la amenaza; un refuerzo positivo siempre resulta aceptable y más efectivo. Sigue estos consejos de expertos. Pueden ser sus juguetes, cuentos, ropa, videojuegos… Escucha las ideas y propuestas que te plantea.
Anímale a participar en juegos sociales y colaborativos
¿Cómo ser más solidario con sus compañeros y amigos? La pandemia ha reducido nuestros contactos sociales, pero, siempre que se pueda, y manteniendo la distancia física recomendada y con la mascarilla obligatoria, los juegos sociales le servirán para aprender a ponerse en el lugar del otro y entender que todos, sin excepción, en algún momento necesitamos ayuda y debemos prestarla por un bien común. Tradicionales, como el pañuelito, o los juegos cooperativos fomentan el compañerismo, la participación, la perseverancia, el respeto mutuo, la integración… tan importantes para luchar contra el acoso escolar o la violencia de género.
Siempre que puedas, apúntale un club de tiempo libre, colonias y campamentos. La convivencia con otros niños de su edad en otro ambiente distinto al del centro escolar también contribuye a la implantación de valores en los más jóvenes a través de este tipo de juegos.
Proponle que ponga sus habilidades al servicio de los demás
Imagen: olia danilevich
¿Tu hijo cose? ¿Le encantan las nuevas tecnologías? ¿Toca un instrumento? ¿Sabe hacer voces? ¿Le flipa la magia? ¿Es muy creativo en la cocina? Anímale a compartir de manera altruista lo que le hace distinto para hacer más felices a los demás. Porque todos contamos y tenemos algo que aportar al resto, por pequeño que nos parezca. Confeccionar mascarillas reutilizables para familiares y vecinos, preparar una merienda para un ser querido enfermo, hacer una actuación en las redes sociales, la fiesta del colegio o la residencia de ancianos del barrio (cuando la situación lo permita) o resolver las dudas de sus compañeros de la escuela son algunos ejemplos para fomentar ese pequeño voluntariado en casa, en su centro educativo o en su localidad.
Hazle ver que otros niños (desconocidos) los necesitan, y los mayores (conocidos) también
Es sencillo que un niño ayude a sus compañeros del cole y amigos, pero no tanto a aquellos otros iguales que no conoce y que, por nacer en circunstancias distintas, su situación es más vulnerable: no tienen comida, agua, casa y, a veces, ni cole. Pero no por ello debe dejar de aportar su granito de arena. Si tenemos más recursos, ¿no será porque debemos compartir ese más? Hagamos que un poco de su paga semanal llegue a estos pequeños. De esa forma, seguro que, de mayor, parte de su sueldo lo destinará a cambiar situaciones injustas y se convertirá en socio de alguna ONG. Mientras, puedes apoyarle a que colabore con una causa concreta de alguna organización o juntos podéis apadrinar un niño.
Y de los menores, a los mayores. Los abuelos aportan a sus nietos cariño, sabiduría, experiencia… Y para los mayores, ellos lo son todo. Las visitas deben restringirse al máximo para protegerles del coronavirus, y que ellos cuiden de sus nietos no es ahora lo más conveniente. Pero mantengamos la riqueza de ese intercambio intergeneracional. ¿Cómo poder seguir fomentando esa unión? Las videollamadas se deben realizar muy a menudo, pero ¿por qué no mandarles una carta? A ellos les hará mucha ilusión recibirla (y contestarla) cada semana y a los peques les ayudará a mejorar su caligrafía, redacción, lectura y dibujo, a la vez que se fomenta en ellos el respeto y el amor por los mayores. Pueden ser sus abuelos, como también otros familiares o algún vecino con el que siempre hayan conectado.
Intenta que haga deporte y/o toque un instrumento
Apúntale a baloncesto, atletismo, tenis, ajedrez, patinaje… ¡Lo que más le guste y atraiga! O haz senderismo con él, anda en bici o id juntos a la piscina. Hacer deporte siempre reporta beneficios y no solo para la salud. Los valores que fomenta su práctica son innumerables, tanto si es deporte en equipo como individual: superación, compañerismo, igualdad, esfuerzo, respeto, honestidad, tolerancia… Por supuesto, no le quites de hacerlo porque no estudie o su comportamiento no sea el adecuado. Siempre habrá otra cosa con la que poder cambiar su actitud. ¿La más fácil? Menos pantallas.
Aprender música no tiene más que ventajas en los niños. Tocar un instrumento enseña a vencer el miedo y asumir riesgos, aporta seguridad y autoconfianza. Y si se forma parte de una orquesta o grupo, mejora el trabajo en equipo y la disciplina y favorece el compromiso para asistir a los ensayos y practicar en casa. Cooperación, compromiso… ¿Te suena?
Imagen: Andrea Piacquadio
Leed cuentos y ver películas juntos que fomenten valores
Un recurso del que tirar a menudo para transmitir valores es la lectura, y si son cuentos o libros que se los lees tú, aunque tus hijos ya sepan, mejor. Conectarás más con ellos. La lista es muy amplia, pero te proponemos estas fábulas de la web Mundo Primaria, estos cuentos para pensar que recopila Ayuda en Acción y estos diez libros para que los niños sean más solidarios.
En cuanto a las películas, pasaréis ratos muy divertidos y provechosos con títulos con trasfondo como los de los clásicos ‘Liberad a Willy’, ‘Bichos’, ‘Buscando a Nemo’ o ‘Cadena de favores’ o más actuales como ‘El niño que domó el viento’ o ‘Klaus’. Esta lista de películas por edades de Oxfam Intermón o estos filmes hasta mayores de 16 años, también de Ayuda en Acción, son muy recomendables.
Repasad juntos el personaje o la acción del día
En la tele no todo son malas noticias. Las hay, y no debemos de abstraer a nuestros hijos de la realidad, pero siempre es positivo hablar de lo que sucede en el mundo y mostrar el lado positivo de las cosas: la solidaridad que despierta una catástrofe, el esfuerzo que mueve a los profesionales sanitarios, la generosidad que muestran los voluntarios… Y enseñárselo con nombres y apellidos: un médico, un cocinero, un actor, un futbolista, un youtuber. Las ONG tienen sus propios embajadores, verdaderos espejos en los que nuestros pequeños pueden reflejarse.
Cómo ser solidario con el medio ambiente
La casa de todos también nos necesita, y así debemos hacérselo ver nuestros hijos. Estar al día de las noticias medioambientales, leer cuentos donde la naturaleza es la protagonista, ver documentales de animales, desplazarse en bici o andando por zonas naturales destacadas de nuestro entorno, adoptar una mascota o conocer el ejemplo de personas comprometidas como Greta Thunberg o san Francisco de Asís nos ayudarán a la concienciación de nuestros niños por el cuidado del planeta.
Pero además de apostar en casa por un consumo responsable y sostenible, ahorrar agua y luz y usar menos plásticos y productos de usar y tirar, con estos juegos sobre el reciclaje es sencillo que hagan suyas las cuatro erres del ecologismo: reducir basura, reutilizar, reciclar y reparar.
Programad juntos un viaje solidario o acoged a un niño
Hoy en día, con la pandemia, es complicado viajar. Pero podemos planear juntos un viaje solidario con la familia para el próximo verano. Seguro que a tus hijos mayores (pre y adolescentes) la experiencia les marcará. Conocer otras culturas, costumbres, carencias y riquezas les ayudará a ser más empáticos. Y las fotos, vídeos y músicas que traerán de allí se lo recordarán.
Otra forma de favorecer el respeto por la diversidad es el acogimiento temporal de un niño en nuestra casa. Más fácil es que sea un pequeño de nuestro entorno (programa de acogimiento familiar). En la actualidad resulta más complicado que provenga de otros países donde viven en orfanatos, con familias desfavorecidas, en climas extremos o en zonas contaminadas, como promueven asociaciones benéficas como Bikarte (con menores rusos o bielorrusos) o Afanis (saharauis). Pero cuando la pandemia lo permita, puede ser una alternativa más con la que fomentar la solidaridad en nuestros hijos.
Aunque siempre cabe la posibilidad de invitar a nuestra casa a merendar, o dormir, a ese compañero del cole que procede de otro país con otra cultura o que tiene alguna discapacidad. Así las diferencias que les separan se verán de forma muy distinta.