La pobreza es una sucesión de números, diferentes cifras que analizan la situación en ámbitos distintos. La economía de un país no se mide solo por los ingresos, sino que se aplican otras variables que aportan una visión global.
Índice de Desarrollo Humano
Desde 1990, el Informe sobre Desarrollo Humano mide este valor. Su novedad fue la combinación de indicadores de esperanza de vida, logros educacionales e ingresos. Avalado por el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), el Índice de Desarrollo Humano (IDH) complementa la visión económica con un punto de vista social. Se expresa por un número entre 0 y 1. «Define un valor mínimo y uno máximo para cada dimensión, denominados objetivos, y luego muestra la posición de cada país con relación a estos valores objetivos», señala el PNUD.
El IDH considera que las personas son la verdadera riqueza de las naciones
Este índice apuesta por las personas. Las considera la verdadera riqueza de las naciones. Por este motivo, aboga por ampliar sus oportunidades para que desarrollen capacidades humanas como: «disfrutar de una vida larga y saludable, ser educados, acceder a los recursos necesarios para lograr un nivel de vida digno y poder participar en la comunidad», asegura Mahbub ul Haq, creador del Informe sobre Desarrollo Humano. Estas variables se miden a través de dos modalidades del IDH:
IDH desagregado. Se constituye a partir de los grupos de datos que analiza el IDH (ingreso, regiones geográficas o administrativas, residencia urbana o rural, género y etnia). Este método revela cualquier diferencia que oculte el índice general para un país o entre regiones, géneros, áreas rurales y urbanas y grupos étnicos. Su objetivo es «ayudar a orientar las políticas y las acciones para atacar las desigualdades y deficiencias».
IDH específicos de cada país. Para precisar los datos de determinadas regiones, los IDH incluyen componentes adicionales. Así se reflejan las prioridades y los problemas específicos de cada país y se obtiene una cifra más exacta del nivel de desarrollo. Estos ajustes se aplican a las categorías de esperanza de vida, ingresos o educación. Se analizan las tasas de mortalidad de niños menores de cinco años o de las madres, el desempleo o la cantidad de alumnos matriculados en áreas de estudio como las matemáticas y las ciencias, precisa el PNUD.
El IDH mide el avance promedio de un país a partir de tres factores «básicos» del desarrollo humano: una vida saludable, el acceso a la educación y un nivel de vida digno. Estas dimensiones se fijan, a su vez, en la esperanza de vida al nacer, la tasa de alfabetización de los adultos y la tasa bruta combinada de matriculación en enseñanza primaria, secundaria y terciaria y el PIB per cápita. Se plantea cuestionar las políticas nacionales y subrayar las diferencias, aunque no se fija en las desigualdades de género ni analiza la situación en todos los países miembro de la Organización de Naciones Unidas (ONU).
En 2010 se introdujeron tres nuevos índices relacionados con la distribución del bienestar en la desigualdad, la equidad de género y la pobreza. Además, se corrigieron aspectos del IDH que se habían criticado, aunque se mantuvieron las tres dimensiones originales y se recurrió a indicadores «más acertados para evaluar los avances a futuro»: esperanza de vida al nacer (salud), años promedio de instrucción y años de instrucción esperados (educación) e ingreso nacional bruto per cápita (estándar de vida).
Índice de Pobreza Multidimensional
Por primera vez, en 1997 el Informe sobre Desarrollo Humano incluyó el Índice de Pobreza Humana (IPH). Al contrario que el IDH, destacaba las carencias que impedían a las personas mejorar sus condiciones de vida y ponía de manifiesto la privación de las oportunidades. En 2010, se sustituyó por el Indice de Pobreza Multidimensional (IPM), relativo a privaciones individuales en materia de educación, salud y nivel de vida.
Es un indicador que se completa a partir de los tres parámetros que analiza el IDH: salud, educación y estándar de vida. Se obtiene a partir de microdatos de encuestas de hogares, si bien «todos los indicadores necesarios para construir la medida deben provenir de la misma encuesta», señala el PNUD. En función de las privaciones particulares, se considera si una persona es pobre o no. este índice se puede agrupar por región, grupo étnico o dimensión de la pobreza, entre otras categorías.
Puesto que las diferencias de género apenas se evalúan en las anteriores tasas, un indicador específico se encarga de esta cuestión. El Índice de Desigualdad de Género (IDG) analiza la desventaja de la mujer en tres dimensiones: salud reproductiva, empoderamiento y mercado laboral. Se define con un número entre 0 y 1. El primero indica que a las mujeres les va tan bien como a los hombres, mientras que el 1 desvela cuándo las mujeres son menos afortunadas.
Analiza la desventaja de la mujer en tres dimensiones: salud reproductiva, empoderamiento y mercado laboral
Los indicadores que se tienen en cuenta son cinco: mortalidad materna y fecundida adolescente (salud reproductiva), escaños en el parlamento y nivel de instrucción (empoderamiento), participación en la fuerza laboral (mercado laboral).
Se considera que cuenta con importantes limitaciones de datos, tomados de las principales bases de datos públicas. En concreto, se utiliza la representación parlamentaria nacional, pero no en gobiernos locales. En cuanto al mercado laboral, se carece de información suficiente sobre ingresos, empleo y trabajo no remunerado realizado por mujeres. La propiedad de bienes, la violencia de género y la participación en la toma de decisiones comunitarias tampoco se reflejan, subraya el PNUD.
Este índice ha sustituido al Índice de desarrollo ajustado por género (IDG) y al Índice de Potenciación de Género (IPG). El IDG medía el desarrollo humano en los mismos aspectos que el IDH, pero ajustaba la desigualdad entre hombres y mujeres en factores básicos. El IPG examinaba la desigualdad respecto a: grado de participación de las mujeres en la política y en la toma de decisiones, su posición en la economía y su poder de decisión y el control que ejercen sobre los recursos económicos.