Casi 5 millones de yemeníes padecen desnutrición, más de 15 millones de personas se encuentran al borde de la pobreza extrema y cada nueve minutos muere un niño menor de cinco años. En el séptimo aniversario del conflicto en Yemen, estos alarmantes datos son claros indicadores de una incesante crisis que está devastando el país. La escalada del conflicto, la inseguridad, los embargos y el colapso de la economía han llevado a un 80 % de la población yemení a vivir bajo el umbral de la pobreza. De hecho, los bombardeos han dejado de ser la principal causa de muerte del 60 % de los yemeníes. Es el impacto social de la guerra el que ha pasado a liderar este preocupante panorama.
En medio de estas desoladoras cifras, según la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO), se estima que el número de personas que probablemente no podrán satisfacer sus necesidades alimentarias mínimas en Yemen podría alcanzar la cifra récord de 19 millones entre junio y diciembre de 2022.
Por su parte, el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) alerta en un informe de que 1,3 millones de personas podrían morir si el conflicto se extiende hasta 2030. La población más afectada por estas graves circunstancias son las mujeres y especialmente las niñas y los niños, quienes representan la gran mayoría de las personas desplazadas internas. Hoy, Yemen es el lugar más difícil del planeta para la infancia. También es la mayor crisis humanitaria del mundo.
Infancia en Yemen: un difícil desafío
Tahani, de 5 años, tenía apenas tres meses cuando los bombardeos obligaron a sus padres a huir de su casa con lo puesto. Hoy, la familia vive en Adén, un lugar para desplazados, cerca del cual a Tahani le gusta jugar con barro simulando que hace pan. Porque agua y pan es lo único que puede comer su familia y otras miles de familias desplazadas como la suya.
Su situación se asemeja a la de Jana, quien tampoco había cumplido su primer año cuando tuvo que huir de Amran con su familia para asentarse en el campamento de Al-Suwaidan, en la ciudad de Marib. Su madre es viuda, su padre murió en 2020.
Desnutrición y sanidad deficiente
Los desplazamientos forzados han sido la principal causa del crecimiento de la desnutrición, que ya alcanza a 4,9 millones de personas, y de la imposibilidad de que la población infantil pueda acceder a una merecida educación, pues más de 2 millones de menores en Yemen no están escolarizados.
Además, las altas tasas de enfermedades transmisibles, el acceso limitado a vacunas y a servicios de salud, y unos sistemas de saneamiento e higiene inadecuados son también algunas de las graves y preocupantes circunstancias que convierten a Yemen en uno de los lugares más peligrosos del mundo para los niños y las niñas.
«No puedo comprar los medicamentos que necesita mi hija. Cuestan 15.000 riales al mes, y no podemos permitírnoslo. Ella precisa atención médica urgente. Yo soy viuda y no tengo a nadie más que a mi cuñado. Todos los demás han fallecido», cuenta Hana Mused Mohammed, de 39 años, quien vive desplazada con seis miembros de su familia en la ciudad de Marib.
El coste de las guerras suele medirse a menudo en número de víctimas en combates, pero en el caso de Yemen, el hambre y las enfermedades están matando más que las propias bombas. El conflicto en Yemen es uno de los más destructivos desde el final de la Guerra Fría. Ha hecho retroceder el desarrollo humano en 21 años, según el informe del PNUD.
Desplazamientos forzados y supervivencia en Yemen
Edificios en ruinas que albergan a casi 100 familias y campamentos improvisados como lugares de acogida se han convertido en la mejor esperanza de vida para los millones de personas desplazadas en Yemen. Sin embargo, todas carecen de servicios básicos, sin aseos y duchas con la fuente de agua más cercana a 15 Km, como ocurre en el campamento de la gobernación de Lahj.
En el emplazamiento de Al Raqaha, al norte de Saná, viven unas 130 familias. La mayoría de la población desplazada interna tuvo que huir de sus hogares debido al conflicto y lleva desplazada más de cinco años. La situación es crítica para todas estas personas. Carecen de alimento y acceso a servicios de salud, agua, saneamiento e higiene.
A medida que aumentan los desplazamientos, las hostilidades continúan creciendo en estos refugios. Los nuevos desplazamientos están incrementando las necesidades humanitarias. Se necesitan más refugios, material básico de emergencia, acceso a agua potable y saneamiento, educación y servicios de protección, especialmente para la niñez.
Solo en 2021, más de 157.000 yemeníes se vieron obligados a abandonar sus hogares debido al conflicto, especialmente en las provincias de Marib, Taizz, Al-Hudaydah y Al-Bayda. Las continuas hostilidades y la falta de acuerdo político hacen presagiar que los desplazamientos forzados seguirán aumentando en 2022.
La respuesta inmediata de ACNUR
El grupo de coordinación y gestión de campamentos (CCCM), dirigido por ACNUR, trabaja en estos lugares para mejorar las condiciones de vida y proporcionar opciones alternativas para vivir cuando se enfrentan a amenazas de desalojo. Además, la Agencia de la ONU para los Refugiados proporciona a las familias ayudas económicas para que puedan comprar alimentos, pagar el alquiler o adquirir medicamentos.
Hasta ahora, 42.900 familias desplazadas internas y 8.135 refugiadas se han beneficiado del programa de ayudas económicas de ACNUR en 2022. Es el caso de Asala, de 8 años, que vive en el centro de acogida de Alsalam, en la gobernación de Dhamar, en Yemen, donde cuida de sus hermanos pequeños todos los días. ACNUR les proporciona ayudas económicas para alimentos, alquiler y otros gastos esenciales, servicios de protección y gestión de la acogida.
ACNUR sigue distribuyendo artículos de primera necesidad a las nuevas personas desplazadas yemeníes. Durante la primera semana de abril, SHS —ONG socia de ACNUR— los dio a 120 familias en las provincias de Shabwah y Hadramaut.
Gracias a ACNUR, a sus socias, socios y donantes, millones de yemeníes pueden sobrevivir en medio de tantas hostilidades. Sin embargo, si el conflicto no cesa, se estima que en 2030 se asistirá a un considerable aumento del hambre y de las enfermedades. La recuperación en Yemen es posible pero la paz es el único camino para terminar con tanto sufrimiento y evitar seguir sumando más años de violencia.