Tulika Bansal es experta en derechos humanos y empresas, y trabaja actualmente en el Instituto Danés para los Derechos Humanos (DIHR). Durante los últimos años, ha trabajado con empresas multinacionales ayudándolas a mejorar su desempeño en esta área y ha dirigido evaluaciones de impacto de derechos humanos a nivel mundial. El pasado mes de junio, Bansal participó en la jornada ‘Ni un niño o niña atrás. Infancia, Empresas y ODS’, organizada por UNICEF Comité País Vasco. Conversamos con ella sobre estos asuntos estratégicos.
¿Cuál es la principal función y misión del Instituto Danés para los Derechos Humanos del que forma parte?
El DIHR es la comisión nacional de derechos humanos de Dinamarca. Somos una institución independiente financiada por el Estado y nuestro mandato es promover y proteger los derechos humanos y la igualdad de trato en Dinamarca y en el extranjero. Colaboramos con Estados, otras comisiones nacionales de derechos humanos y también con el sector privado. Yo formo parte del departamento de Derechos Humanos y Empresas, donde trabajamos con gobiernos y empresas de varias industrias para promover los Principios Rectores sobre las Empresas y los Derechos Humanos de la ONU.
Desde su amplia experiencia, ¿qué consejos podría dar a una empresa del sector de la alimentación para que su aportación a la Agenda 2030 y los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) sea máxima?
Las empresas deben respetar y promover los derechos humanos y los derechos de los niños y niñas en sus propias operaciones y en sus relaciones comerciales. Por ejemplo, una empresa que produce y vende barras de chocolate debe asegurarse de que tanto en sus propias operaciones como en las plantas de procesamiento se respeten los derechos laborales de los trabajadores. En definitiva, debe asegurarse de respetar los derechos en la cadena de valor completa. No sirve solo con preocuparse de no tener trabajo infantil en las plantaciones de cacao, sino que también hay que pensar en la comercialización responsable para que el derecho a la salud de los niños y niñas no esté en peligro. Al respetar los derechos humanos y los derechos de infancia, las empresas contribuyen directamente a la realización de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS).
Además de las empresas, ¿a qué niveles pueden contribuir los consumidores en su día a día, desde su casa, para lograr la consecución de los ODS?
Los consumidores tienen un papel importante que desempeñar; deben estar, y están, cada vez más capacitados para tomar decisiones sostenibles y saludables. Los consumidores pueden exigir a las empresas que produzcan de manera más sostenible; por ejemplo, un primer paso puede ser que los consumidores pregunten sobre el origen y cómo se produce un producto. Los consumidores también deben ser conscientes de tener un comportamiento de consumo más sostenible, evitando productos que son dañinos para el medio ambiente o producidos en malas condiciones, o evitando productos que son perjudiciales para la salud.
Gran parte de las administraciones públicas vascas (Gobierno Vasco, diputaciones forales, ayuntamientos…) también están trabajando en ver cómo se puede contribuir a la Agenda 2030 y los ODS mediante las políticas públicas, los programas y las acciones locales. ¿Cuáles cree que son las claves para abordar este reto a nivel local y autonómico? ¿Qué importancia tienen las alianzas para lograrlo?
Las administraciones públicas tienen un papel importante para la contribución a la Agenda 2030. Deberían asignar recursos para capacitar a las empresas y las comunidades de su territorio y que entiendan el tema de derechos humanos, derechos de infancia y los ODS. También deberían tener políticas públicas y asignar recursos para fiscalizar a las empresas en relación a los temas ambientales y sociales. Los ODS solo pueden cumplirse si todos los actores, en todos los niveles, trabajan juntos. Eso significa que los gobiernos nacionales y locales, la industria y las empresas y otros actores, como las universidades, deben colaborar en temas de tecnología, innovación e intercambios de conocimiento para contribuir a la Agenda 2030.
¿Qué importancia tiene evaluar el impacto de las acciones que llevan a cabo las empresas en la implementación de la Agenda 2030 y de los derechos humanos en general?
Según los Principios Rectores sobre las Empresas y los Derechos Humanos de la ONU, las empresas tienen la responsabilidad de respetar los derechos humanos y deben ejercer la debida diligencia en materia de derechos humanos. Parte de dicho proceso es evaluar sus impactos negativos; por ejemplo, a través de evaluaciones de impacto en derechos humanos (EIDH) o integrando derechos humanos o derechos de infancia en otros tipos de evaluaciones de impacto (ambientales/sociales, etc.). Sin evaluar sus impactos, sin hablar con trabajadores, comunidades, incluso con niños, representantes del gobierno, ONG, agencias de la ONU, etc., las empresas no saben cómo están impactando. Y si no lo saben, no pueden mitigar estos impactos.
Cada día más empresas están llevando a cabo evaluaciones de impacto en derechos humanos. Algunas empresas de la industria de la alimentación han llevado a cabo más de 15 EIDH, evaluando sus impactos en plantas, comunidades y plantaciones, y han desarrollado planes de acción para abordar los hallazgos provenientes de dichas evaluaciones. Por otro lado, cada día hay más empresas que publican sus informes de evaluaciones; esta práctica promueve la transparencia y la rendición de cuentas, que son temas importantes para lograr los ODS.
Cuéntenos alguna experiencia o herramienta que pueda ayudar a las empresas del sector de la alimentación, por ejemplo, a evaluar sus impactos.
Las empresas del sector de la alimentación pueden hacer una EIDH, colaborando con una organización independiente. También existe material del Instituto Danés de Derechos Humanos, como la Caja de Herramientas para la Evaluación de Impactos en Derechos Humanos o una herramienta para evaluar los impactos de derechos de infancia que ha desarrollado el Instituto Danés junto a UNICEF. Las empresas también pueden participar en evaluaciones a nivel sectorial, que están llevando a cabo organizaciones como el Instituto Danés. En Myanmar hicimos una evaluación de impacto de la industria del aceite de palma. Allí encontramos, hablando con mujeres que trabajaban en las plantaciones de palma, que no podían amamantar a sus hijos y, en lugar de dar el pecho, daban leche en polvo a sus bebés, lo que afecta a su derecho a la salud y el derecho a una vida familiar.
Recientemente comentaba en una red social que “es clave incluir los derechos humanos de niños en los planes nacionales de derechos humanos y empresas”. ¿Por qué?
Los Principios Rectores sobre Empresas y Derechos Humanos exigen explícitamente su implementación «de manera no discriminatoria, con especial atención a los derechos y necesidades de los individuos, así como a los desafíos que enfrentan grupos o poblaciones que pueden estar en mayor riesgo de volverse vulnerables o marginados». Por lo tanto, existe un imperativo claro para los Planes de Acción Nacionales de Derechos Humanos y Empresas para analizar e identificar la relevancia y aplicación de los Principios Rectores para niños y niñas. Los derechos del niño deben recibir una consideración especial y específica, tanto dentro del marco sustantivo de un Plan Nacional como también en el proceso a través del cual el Plan está desarrollado.
¿Qué peso cree que tienen la infancia y la adolescencia dentro de la Agenda 2030 y los ODS?
Los ODS están vinculados a los derechos humanos en general y también a los derechos de la infancia. La promesa de «no dejar a nadie atrás» y alcanzar a los que están más atrás primero indica que no podemos reclamar haber alcanzado los ODS sin haber asegurado que serán alcanzados por todos los niños y niñas.
Termine la frase, por favor: “Invertir en derechos humanos y en derechos de infancia es…
… es una inversión de futuro. Mucha gente piensa que solo los gobiernos tienen el deber de promover y proteger los derechos humanos. Las empresas también tienen un papel importante en la promoción de los derechos humanos. En cómo desarrollan sus productos: ¿son saludables y seguros para que los consuman nuestros hijos? En cómo se producen los productos: ¿no hay niños trabajando para producir sus productos? En cómo se comercializan: ¿se hace esto de manera responsable? Al invertir y respetar los derechos humanos, y de los niños y niñas, las empresas tendrán un valor agregado para sus trabajadores, los consumidores y sus accionistas.