El movimiento Every Woman Every Child, liderado por la Secretaría General de Naciones Unidas, se lanzó hace una década para mejorar la salud de las mujeres, los adolescentes y los niños y niñas de todo el mundo. Los avances que se han alcanzado desde entonces son muy importantes, aunque peligran. La pandemia ha supuesto un retroceso de los esfuerzos globales para mejorar la salud y el bienestar de las personas más vulnerables. Explicamos qué logros están en juego y por qué debemos renovar nuestro compromiso con un mundo más saludable, seguro, justo y sostenible para las mujeres, la infancia y las generaciones futuras.
Hace 10 años se lanzó el movimiento Every Woman Every Child, liderado por la Secretaría General de Naciones Unidas, para mejorar la salud de las mujeres, los niños, las niñas y los adolescentes de todo el mundo. Desde entonces, se han logrado grandes avances. Por ejemplo, las muertes de menores de 5 años registraron el año pasado su cifra más baja, y más de mil millones de niños y niñas fueron vacunados durante la pasada década. La cobertura de vacunación, los partos atendidos por personal cualificado y el acceso a agua potable llegó a más del 80 % de la población mundial. Las muertes maternas han descendido un 35 % en los últimos 20 años, con una bajada más pronunciada desde 2010. Se estima que en los últimos 10 años se han evitado 25 millones de matrimonios infantiles.
Sin embargo, los conflictos, la inestabilidad climática y la pandemia de covid-19 están poniendo en riesgo todos estos avances y la salud y el bienestar de la infancia y la adolescencia. A causa del coronavirus se han detenido muchas intervenciones sanitarias esenciales que están afectando de manera desproporcionada a las mujeres, los niños y las niñas más vulnerables, agravando las desigualdades que ya existían. Durante los confinamientos se cerraron las escuelas de 192 países, lo que dejó a 1.600 millones de estudiantes sin recibir educación, y en algunos países todavía no se ha podido regresar a las aulas. El hecho de no poder acudir al colegio ha provocado que la violencia doméstica y el abuso contra niñas y mujeres aumente, al igual que la pobreza y el hambre.
Combatir las desigualdades de fondo
Los datos proceden del estudio ‘Protect the progress: Rise, refocus, recover, 2020‘, que no solo habla de educación; también muestra que la salud está en riesgo, más allá de la pandemia actual. En 2019, 5,2 millones de menores de 5 años y un millón de adolescentes murieron por causas que podían haberse evitado gracias a soluciones como las vacunas. Cada 13 segundos muere un recién nacido. Cada hora, 33 mujeres no sobreviven al parto. Y 33.000 niñas son obligadas a casarse, normalmente con hombres mucho mayores que ellas.
Este informe examina las desigualdades de fondo que siguen privando de sus derechos a mujeres, niños, niñas y adolescentes, y apunta que el lugar de nacimiento es determinante para su supervivencia. En 2019, el 82 % de las muertes de menores de cinco años y el 86 % de las muertes maternas se concentraron en África Subsahariana y en Asia Meridional. Nueve de cada diez infecciones pediátricas de VIH/SIDA ocurrieron en África Subsahariana. Las tasas de mortalidad materna, neonatal, infantil y de adolescentes fueron considerablemente más altas en países afectados por conflictos de manera crónica.
Durante demasiado tiempo, la salud y los derechos de mujeres, niños, niñas y adolescentes no han recibido la atención suficiente, y los servicios no han tenido los recursos adecuados. Por eso desde UNICEF pedimos a todos los aliados y gobiernos que trabajemos en conjunto para fortalecer los sistemas sanitarios y abordar las desigualdades que limitan los progresos.
Covid-19: una amenaza para los derechos fundamentales
La pandemia de covid-19 amenaza con dar marcha atrás tras años de avances en salud materna, reproductiva, infantil y adolescente. Y no podemos permitir que esto ocurra. El rápido retroceso de los avances que se habían logrado, y que tanto esfuerzo han costado, es una amenaza real y debemos, por tanto, intensificar los esfuerzos para combatir las muertes infantiles prevenibles, ya que 48 millones de niños menores de 5 años podrían morir entre 2020 y 2030.
A medida que respondemos a la covid-19 y reimaginamos un futuro mejor, con una paz sostenible –también en casa–, debemos repetir rotundamente que los derechos de las mujeres y las niñas no son negociables. Incluso en tiempos de crisis, es más, especialmente en tiempos de crisis, su salud sexual y reproductiva y sus derechos deben ser protegidos a toda costa.
El movimiento Every Woman Every Child es ahora más necesario que nunca, ya que entramos en la Década de Acción de los ODS (Objetivos de Desarrollo Sostenible) en medio de la peor crisis mundial de toda una generación. El impulso del movimiento debe seguir para defender el multilateralismo, movilizar a la acción en todos los sectores para preservar las enormes inversiones y logros conseguidos desde su lanzamiento hace diez años, y para proteger la salud y el bienestar de cada persona, esté donde esté.