Cruz Roja Española recordó ayer que Afganistán sigue en guerra a pesar de la caída del régimen talibán, y que por lo tanto la crisis continúa y son necesarios más fondos para asistencia y rehabilitación de todo lo destruido en veinte años de guerra.
Según Cristina Castillo, una técnico de la organización que acaba de regresar de Kabul, la capital afgana, el país sigue estando en situación crítica no sólo por la devastación de sus infraestructuras debido al conflicto, sino porque la falta de seguridad impide el trabajo de las organizaciones de asistencia.
En Kabul, Cruz Roja Española acaba de lanzar un proyecto de agua potable y saneamiento del que se beneficiará un tercio de la población de la capital, es decir unas 600.000 personas. Este proyecto se basa en la rehabilitación e instalación de bombas y no en grandes infraestructuras, ya que la guerra no ha terminado y el futuro es imprevisible, señaló Castillo.
Este es por el momento el programa más importante de Cruz Roja Española en Afganistán, donde ya ha distribuido 70 toneladas de alimentos. Asimismo, ha enviado dos ambulancias que se utilizarán como clínicas móviles en las regiones más apartadas.
En la actualidad, unos cinco millones de afganos dependen de la ayuda humanitaria, y antes del verano se espera la llegada de un millón y medio más de personas vulnerables, a medida que avancen los programas de repatriación de refugiados desde Pakistán e Irán, países donde están acogidos cerca de cinco millones de afganos.
Según comentó Castillo, la situación del país sigue siendo mala, la ayuda no llega a zonas muy remotas donde la seguridad no está garantizada, y a las que sólo tiene acceso el Comité Internacional de la Cruz Roja (CICR).
Uno de los ejemplos de que los progresos son muy lentos es la situación de la mujer afgana. Castillo dijo que todavía no había visto ninguna mujer sin «burka», aunque recordó que esta prenda es tradicional en zonas rurales y que fue en las ciudades donde los talibán forzaron su uso.