Las fadamas son tierras muy ricas para el cultivo. Constituyen una superficie muy valorada en Nigeria, donde la falta de lluvia en el norte prolonga la estación seca durante varios meses. Su imagen es la de la exhuberancia y la fertilidad, dos características que han atraído siempre a cientos de personas dispuestas a ganarse la vida en estas zonas, mientras en el resto del país la tierra es seca y árida. Pescadores, cazadores y agricultores se han disputado estas tierras e, incluso, han llegado a enfrentarse para conseguir su propiedad.
La principal peculiaridad de las fadamas es que son una especie de valles fluviales, que se inundan en determinadas estaciones o cuando los ríos tienen crecidas. Su fertilidad ha sido motivo de conflicto permanente entre aquellas personas que querían aprovecharse de la explotación de su riqueza y, por ello, la Asociación Internacional de Fomento (AIF) del Banco Mundial se decidió a poner en marcha un proyecto que obliga a las personas que dependen de los recursos de la fadama a elaborar «planes de desarrollo local participativos y socialmente integradores».
Se han construido unos 50.000 pozos para obtener agua y regar las tierras que se extienden a lo largo de los ríos
La iniciativa consiste en fomentar el riego a pequeña escala, gracias a la excavación de unos acuíferos que permiten obtener agua a apenas cinco metros de profundidad. Estos acuíferos se comportan como pozos naturales, de los que los agricultores obtienen el agua necesaria para regar las tierras, sin depender de la escasa lluvia ni de la crecida de los ríos, ya que las fadamas se extienden a lo largo de los ríos de Nigeria.
La primera parte de este proyecto se inició en 1992, con la construcción de unos 50.000 pozos de bajo coste. El objetivo era incrementar los ingresos de los agricultores y ayudar a reducir la pobreza. En la segunda parte, en marcha desde finales de 2004, se ha continuado por esta senda y se ha involucrado a agricultores, pastores nómadas, pescadores, cazadores, criadores de ganado y mujeres para acabar definitivamente con los conflictos y aumentar los ingresos de todos estos colectivos.
Objetivo cumplido
El hecho de que cada persona tenga su propio pozo y administre el agua como estime conveniente para regar las tierras, ha permitido reducir la competencia que se creaba por los escasos recursos existentes de terreno y agua. El proyecto financia sistemas de riego a pequeña escala, caminos vecinales e infraestructura comunitaria, por lo que cada comunidad cuenta con unos planes específicos de financiamiento.
En total, la segunda fase de este proyecto de desarrollo rural ha mejorado en dos años los ingresos de 2,3 millones de hogares que se dedican al trabajo agrícola de 12 estados de Nigeria. Un estudio del Instituto Internacional de Investigaciones sobre Política Alimentaria, asegura que el ingreso familiar entre las personas que participan en el proyecto ha aumentado un 60% entre 2005 y 2007. Las previsiones iniciales apuntaban al 20%.
Los beneficiarios son los colectivos que trabajan la tierra, personas con discapacidad y mujeres
Los beneficiarios y beneficiarias son los diferentes colectivos que trabajan la tierra, como agricultores o pastores, además de personas con discapacidad y mujeres, algunas de ellas viudas, que sólo cuentan con el trabajo del campo como medio de subsistencia. Estos datos hicieron que el proyecto recibiera el pasado mes de junio el Premio a la excelencia para la región de África del Banco Mundial, «por su aporte al desarrollo sostenible».
La intención ahora es comenzar una tercera parte del proyecto, que contaría con un presupuesto de 250 millones de dólares (el doble que la segunda) y se presentaría en marzo de 2008 para implantar en los 36 estados de Nigeria. Esta tercera fase funcionaría de forma paralela a los proyectos agrícolas impulsados por el Banco Africano de Desarrollo, en colaboración con el Fondo para el Medio Ambiente Mundial (FMAM).
Con una población de 140 millones de personas, Nigeria es el país africano que tiene una mayor concentración de habitantes: el 47% de la población del este de África. Esta cifra incluye a alrededor de 200 etnias, 500 lenguas y dos religiones mayoritarias, el islam y el cristianismo. Ésta es la población beneficiaria de los proyectos en marcha gracias a las fadamas y quienes reclaman ingresos para redes de pesca, fertilizantes, bombas de agua y generadores, entre otros.