No todos los desastres se conocen. No todas las emergencias humanitarias ocupan primeras páginas, ni siquiera últimas. En realidad, solo las grandes catástrofes se difunden. A pesar de que afectan a numerosas personas, los desastres de pequeña o mediana escala no generan ruido en los medios. Son desastres silenciosos. Emergencias humanitarias que desconocemos, pero que determinan el presente y el futuro de miles de familias. Este artículo repasa algunos de ellos y cómo cada vez son más frecuentes y de mayor intensidad.
Desastres silenciosos de los que nadie habla
El 91% de los desastres que ocurren en el mundo pasan desapercibidos. Son silenciosos. A pesar de afectar a millones de personas, son desastres de pequeña o mediana escala «que la mayoría del planeta desconoce» porque los medios no informan sobre ellos. La Cruz Roja y la Media Luna Roja atienden cada mes una media de 31 desastres o emergencias sanitarias de este tipo, lo que supuso prestar asistencia a 20 millones de personas en 2011 y a más de 9,5 millones en 2012.
La Cruz Roja y la Media Luna Roja atienden cada mes una media de 31 desastres o emergencias sanitarias silenciosas
La atención mediática es importante. Los medios de comunicación difunden las noticias en todo el mundo. A través de ellos se conocen desastres ocurridos a miles de kilómetros, se genera interés, seguimiento mundial e, incluso, se pide ayuda o se recibe de manera espontánea. Por el contrario, cuando no se informa de una catástrofe, es probable que se desconozca, con las consiguientes consecuencias. La Federación Internacional de Sociedades de la Cruz Roja y de la Media Luna Roja (FICR) afirma que «la amplia mayoría de los desastres y emergencias humanitarias globales corren el riesgo de recibir una atención mediática insuficiente, no recibir apoyo o quedar simplemente olvidadas».
Atender a un volumen importante de afectados requiere dinero. «Los desastres silenciosos pueden ser también catástrofes a gran escala cuando los llamamientos de emergencia no reciben los fondos suficientes», señala Cruz Roja. Responder a las necesidades de casi diez millones de personas el pasado año se tradujo en un importe de 13,7 millones de euros y, en el futuro, se necesitarán más. Se espera que el cambio climático, la urbanización y el crecimiento de la población «incrementen el número y la repercusión de las catástrofes», agrega la organización.
Los datos parecen confirmar esta sospecha. El Centro de Investigación sobre la Epidemiología de los Desastres (CRED) registró en 1992 un total de 221 desastres naturales, que ascendieron a 336 en 2011. Las cifras de víctimas y fondos que se necesitaron para hacer frente a estas catástrofes fueron importantes: en 1992 resultaron afectadas 78 millones de personas, hubo 14.811 muertes y pérdidas económicas por valor de 70.000 millones de dólares; en 2011, hubo 209 millones de personas afectadas, 31.105 muertes y 366.000 millones de pérdidas económicas. «En 2015, se espera que 375 millones de personas al año se vean afectadas por catástrofes relacionadas con el clima», alerta Cruz Roja.
Doce desastres silenciosos
¿Por qué no se informa de todos los desastres? ¿Acaso no nos influye lo que ocurre a miles de kilómetros? ¿Qué criterio determina que se hable de una emergencia u otra? Cruz Roja explica que «un desastre de gran magnitud suele eclipsar a numerosos desastres que tienen lugar a la vez». Es lo que ocurrió en 2012, cuando el huracán Sandy causó graves destrozos en Estados Unidos. A la vez, «otros dos ciclones tropicales asolaban India y Vietnam y se producían graves inundaciones en Argentina, Somalia e Indonesia», señala Cruz Roja, pero se dio prioridad al desastre del país norteamericano, incluso a pesar de que también afectó a Bahamas, Cuba, Jamaica, Haití y la República Dominicana, con similar balance de víctimas mortales.
Pero este no ha sido el único caso. Para poner de manifiesto la magnitud de esta diferencia, la campaña «Desastres Silenciosos», desarrollada por la Cruz Roja de 11 países europeos, destaca 12 desastres silenciosos.
- Tormenta tropical en Bangladesh.
- Inundaciones de Ecuador.
- Huracán Sandy en el Caribe.
- Frío extremo en Mongolia.
- Terremoto de Tayikistán.
- Retornados y refugiados de Burundi y el Congo.
- Inseguridad alimentaria en Burkina Faso.
- Inseguridad alimentaria de Camboya.
- Inseguridad alimentaria del sur de África.
- Brote de dengue en El Salvador.
- Brotes de epidemias en Uganda.
- Fiebre aftosa en Vietnam.
Más fenómenos meteorológicos y más fuertes
Los desastres naturales y las emergencias humanitarias pueden afectar a todas las personas. No entienden de nacionalidades, países o nivel de riqueza. Intermón Oxfam recuerda que el Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC) «ha indicado que los fenómenos meteorológicos extremos se incrementarán en frecuencia y fuerza si no se toman medidas para luchar contra el cambio climático». El riesgo está presente.
Una mayor frecuencia y severidad de los fenómenos meteorológicos extremos agravaría los impactos del cambio climático
Pero más importante todavía es ser consciente de las consecuencias de estos fenómenos. Los desastres implican cosechas arrasadas, viviendas destruidas o transmisión de enfermedades, entre otras cuestiones. Así lo constata el informe de Oxfam «Extreme weather endangers food security 2010-11: A grim foretaste of future suffering and hunger?». Este trabajo asegura que diversos fenómenos meteorológicos extremos han favorecido la inseguridad alimentaria «a escala global, regional y local» desde 2010.
Los fenómenos meteorológicos extremos son una amenaza. Se prevé que una mayor frecuencia y severidad de estos agrave los impactos del cambio climático «en el rendimiento de las cosechas y en los precios de los alimentos», advierte Oxfam, «provocando una escasez de comida, desestabilizando los mercados y precipitando el alza de los precios». De hecho, sus efectos ya se han visto en el aumento de los precios del trigo, lo que ha puesto en riesgo la seguridad alimentaria «en muchas partes del mundo».