La pobreza extrema no es ajena a nuestro país. Afecta ya a tres millones de personas. La crisis ha acentuado esta tendencia y ha aumentado las tasas de desigualdad respecto a las personas más ricas: sus ingresos medios son hasta siete veces mayores a los de quienes tienen rentas más bajas. El Informe Foessa 2013 revela una fotografía en blanco y negro, con “un aumento sin precedentes de la desigualdad“. En este artículo se explican las claves de esta diferencia y la situación a la que cada vez más personas se enfrentan en España.
Desigualdad en la distribución de la renta
«Aumento sin precedentes de la desigualdad en la distribución de la renta«. Así lo recoge el Informe Foessa 2013, titulado «Desigualdad y derechos sociales. Análisis y perspectivas». Según advierte, los ingresos medios de las personas más ricas de España son siete veces superiores a los del nivel medio de quienes tienen menos rentas. La situación preocupa y mucho.
Sin embargo, esta desigualdad, si bien se ha acentuado con la crisis, tiene su origen antes. Desde 2006 se ha experimentado una caída anual del 5% en los ingresos de la población con rentas más bajas. Los pobres son ahora más pobres y los niveles de vulnerabilidad, más altos.
El empobrecimiento «se ha profundizado en extensión e intensidad»
Como consecuencia, los indicadores de desigualdad en España han alcanzado «los niveles más altos de la Unión Europea». Se ha registrado un aumento «sin precedentes» que, de no resolverse, cada vez hará más difícil que las personas en situación de exclusión salgan de la misma. Y es que, a la vez que el poder adquisitivo desciende, lo hacen los recursos de protección social pública. Se han reducido las cuantías de la prestación contributiva de desempleo, se han endurecido los requisitos para percibir el subsidio y han aumentado los tipos marginales del IRPF y el IVA.
El empobrecimiento «se ha profundizado en extensión e intensidad». Muchas familias han ganado inseguridad e incertidumbre ante su futuro, en especial, porque partían de una peor posición. Y lo que es peor, se subraya, «se está dando una especie de invisibilización de la pobreza y de la exclusión severa».
La renta es un indicador utilizado para medir los cambios en el bienestar social. De su análisis se ha concluido que el año pasado fue uno de los que registró un peor comportamiento. «La impresión inequívoca es la de una prolongada pérdida de bienestar«, se destaca. Las cifras actuales son semejantes a las de hace diez años, por lo que el retroceso es importante y el principal miedo pasa por que las diferencias de renta entre los hogares se enquisten.
Aumento del riesgo de exclusión
Las tasas de desempleo han alcanzado en 2012 las mayores cotas jamás logradas. El paro es especialmente duro entre los menores de 30 años, que optan por prolongar sus estudios o retomarlos, si bien esto no es posible en todos los casos debido a la disminución de las becas y las ayudas al estudio.
En las familias, la situación de paro es preocupante entre el principal miembro del hogar, con el «registro más elevado de los últimos 25 años». Desde que se inició la crisis, el porcentaje de sustentadores en paro ha pasado del 6% al 21,4%. Pero además, son más las familias cuyos miembros en edad de trabajar están en paro. Estas han pasado del 2,5% al 10,6%.
Evolución de la pobreza
La tasa de pobreza relativa ha pasado del 19,7% en 2007 al 21% el año pasado, según el avance de los datos proporcionados por el Instituto Nacional de Estadística de la Encuesta de Condiciones de Vida de 2012. El umbral de pobreza relativa ha descendido «desde casi 8.000 euros para una persona sola en 2009 a algo más de 7.300 en 2012».
El informe detalla que «no existen precedentes previos de aumento de la pobreza en un intervalo temporal tan breve». Nunca hasta ahora la tasa de pobreza había aumentado de manera tan rápida y, en especial, en sus formas más severas, es decir, en personas o familias cuyas rentas son un 30% inferiores a la media. Los hogares que carecen por completo de ingresos se han duplicado entre 2007 y 2012 y ascienden ya a más de 630.000.
Respecto a la privación multidimensional -incapacidad para hacer frente a gastos imprevistos-, el 44,5% de los hogares no disponen de recursos para afrontar costes con los que no contaban. Un 7,4% admite que paga con retraso la cuota de hipoteca, el alquiler y las facturas.
La falta de ingresos y de acceso a un empleo aumenta la vulnerabilidad y el riesgo de exclusión
Son imágenes y situaciones que hasta hace poco nos parecían ajenas. Historias que se contaban de personas conocidas o de otros países. Pero la pobreza suena cada vez más cerca. Llama a la propia puerta o a la de los vecinos. Tres millones de personas viven en situación de pobreza extrema en España. Pero esto, ¿qué significa?
El Informe Foessa explica así cómo es el día a día de estos hogares: “Esta situación se traduce en privaciones en cuestiones básicas como calefacción, la carne y el pescado, vestido y calzado, farmacia, ortopedia. En algunos hogares implica que los jóvenes abandonen los estudios por no poder pagarlos, deban volver al hogar de los padres, que enfermos o personas con discapacidad abandonen ciertos tratamientos y dietas y otras estrategias de supervivencia que a menudo tienen fuertes costes físicos y personales”.
Ante unas ayudas públicas insuficientes, las ONG colaboran en todo lo que pueden, pero admiten que ellas mismas han experimentado recortes y que no siempre pueden prestar la atención que desearían. Por ello se insiste en que esta situación aumenta la vulnerabilidad y el riesgo de exclusión: los jóvenes porque no pueden acceder a un empleo, y por lo tanto tampoco a ingresos; los menores, porque el hecho de tener privaciones afecta a su desarrollo y a su rendimiento escolar; y los mayores porque, en caso de ser desempleados de larga duración, tendrán más dificultades para acceder de nuevo al mercado laboral y son más sensibles a su deterioro físico y mental.