El Día Internacional de los Derechos Humanos se conmemora cada 10 de diciembre. Pero durante el resto del año, sus defensores trabajan por conseguir que se cumplan y sean cada vez menos quienes los ven vulnerados. Los defensores de derechos humanos son imprescindibles. Siempre en misión de paz, intentan sacar a la luz las situaciones de injusticia para lograr su fin. En este artículo se repasan las claves de una figura a menudo desconocida, quiénes son y cuáles son sus labores, y se destacan los lugares del mundo donde su trabajo cobra más relevancia.
Defensores de derechos humanos, quiénes son
Los defensores de derechos humanos son personas preocupadas por el bienestar de todas las demás, ciudadanos que van un paso más allá en su implicación y procuran que se subsanen las vulneraciones que afectan a miles de habitantes en todo el mundo. En ocasiones, explica Amnistía Internacional (AI), cumplen su papel «por cuenta propia o en asociación con otras personas, a título personal o en el marco de su profesión». Naciones Unidas recuerda que este es «un título que todos y cada uno de nosotros podemos ganar«, porque «algunos defensores de los derechos humanos son famosos, pero la mayoría no lo son».
Los defensores de derechos humanos requieren constancia y cumplir las normas internacionales
Defender los derechos humanos no es una tarea fácil. Requiere constancia, capacidad para trabajar solo o en equipo por un fin común y hacerlo en cualquier parte del mundo donde sea necesario, tanto en una comunidad local, como en un punto de interés internacional.
En cuanto a los requisitos, AI señala que los defensores se comprometen a cumplir las normas internacionales de derechos humanos, a respetar los derechos y las libertades del prójimo en sus propias acciones y a cumplir el principio fundamental de universalidad: «todos los seres humanos son iguales en dignidad y derechos, sin importar el género, la raza, la etnia o cualquier otra condición«.
Labores de los defensores de derechos humanos
Luchar, defender, documentar. Los defensores de derechos humanos realizan cuantas tareas sean necesarias para llevar a buen fin su objetivo. Su trayectoria revela un camino difícil y valiente para combatir la discriminación, un viaje que circula entre el respeto a la condición sexual y las poblaciones indígenas, la denuncia de los abusos cometidos por personas en el poder o la defensa de etnias y razas, entre otros. Los relatos de los defensores hablan de «abusos, violaciones, discriminación, exclusión, opresión y violencia».
En 1998 se aprobó la Declaración sobre los defensores de los derechos humanos que, si bien no tiene carácter vinculante, reconoce una serie de derechos y deberes. Se les habilita así, entre otras cosas, a «recabar, obtener, recibir y poseer información sobre los derechos humanos» y se entiende que pueden presentar críticas y propuestas «a los órganos y organismos gubernamentales y organizaciones que se ocupan de los asuntos públicos», con el objetivo de mejorar su funcionamiento y la defensa de los derechos humanos.
Amnistía Internacional advierte de ataques contra defensores «en la mayoría de los países del mundo», que van desde las amenazas y la desacreditación de su trabajo, al encarcelamiento, la tortura o, incluso, el asesinato. Su trabajo en ocasiones roza el peligro. Por ello, la Declaración recoge también medidas de protección «eficaz» por parte de las leyes nacionales «al reaccionar u oponerse, por medios pacíficos, a actividades y actos, con inclusión de las omisiones, imputables a los Estados que causen violaciones de los derechos humanos».
Dónde se defienden los derechos humanos
Aministía Internacional insiste en que los defensores de los derechos humanos «se encuentran en la primera línea de la batalla». Una exposición recuerda el riesgo al que se exponen en diferentes países del mundo.
Colombia. Los defensores denuncian muertes, desapariciones y desplazamientos internos, debido a un conflicto que dura ya demasiados años. Advierten de situaciones de exclusión hacia las mujeres, violencia sexual, violaciones y mutilaciones.
China. Se persigue a quienes quieren informar de abusos, a quienes se ponen en contacto con medios de comunicación y organizaciones de derechos humanos para contar qué sucede en algunos lugares del país.
República Democrática del Congo. Lograr que se reconozcan los derechos de las comunidades rurales y de los indígenas es uno de los objetivos. Denunciar las violaciones y abusos de los derechos humanos, «en particular, de los refugiados«, es otro.
Palestina. Los puntos de control israelíes son puntos de separación. Impiden tener planes, tener vida. Y se alían con los toques de queda para dificultar aún más una convivencia pacífica. Contar lo que ocurre tiene consecuencias.
Israel. La otra cara de la moneda son ellas, las mujeres israelíes. Sufren ataques de grupos palestinos y son víctimas de restricciones sociales. Sin embargo, trabajan con las mujeres palestinas para denunciar juntas «la ocupación y la existencia del muro y los puestos de control, que dejan sin esperanza a cerca de cuatro millones de palestinos de Gaza y Cisjordania».