Las organizaciones no gubernamentales (ONG) se nutren, en parte, de la generosidad de donantes privados. Realizan campañas de captación para lograr ingresos estables, pero recurren también a acciones puntuales que sufraguen proyectos concretos. Este tipo de donaciones se conocen como “fondos dirigidos”, es decir, aportaciones con un fin preciso que el donante conoce de antemano.
Las organizaciones no gubernamentales recaudan fondos para financiar su estructura, así como los diversos programas en marcha. Esta operación se realiza a través de subvenciones públicas, cuotas de socios o acciones puntuales como la recaudación de fondos de emergencias y dirigidos. Estos últimos, conocidos también como «fondos afectados», se destinan a un fin específico, que no ha de ser necesariamente una emergencia o crisis humanitaria.
En su captación existe un compromiso concreto. A diferencia de los fondos de libre disposición, que pueden invertirse en los gastos de administración y gestión de la ONG, «deben ser dirigidos en su totalidad a financiar el fin para el que fueron recibidos o solicitados», recuerda la Fundación Lealtad. Por ello, cuando se superan los ingresos previstos, sería prudente que los donantes decidieran el destino de esa cantidad e, incluso, pudieran «solicitar su devolución».
Campañas de captación
Las campañas de comunicación son el principal recurso para captar fondos dirigidos. Los reclamos en diferentes medios o en la calle son una práctica habitual. Se explica el destino de los fondos, se solicita colaboración económica y se facilita un número de cuenta bancaria en el que realizar el ingreso. Es importante una buena planificación.
Hay que informar al donante de todo aquello que le pueda interesar
Estas campañas deben incluir toda la información que pueda interesar a los donantes. Conviene, por ejemplo, explicar el modo en el que se ejecutará el proyecto: si la organización que solicita el dinero se encargará directamente de su distribución y puesta en marcha del programa, o bien si será una contraparte local la que lleve a cabo esta actuación.
También se pueden detallar las necesidades más urgentes, la situación que las provoca, los objetivos que se quieren alcanzar, así como los plazos en los que se prevé iniciar el programa y, por lo tanto, invertir la recaudación. Si después de este proceso al donante le queda alguna duda, debería tener la posibilidad de contactar con la entidad para aclararla.
Cuando se realiza una donación, la generosidad debería recibir respuestas. Conocer la cuantía final de la recaudación o si realmente los fondos se destinan al proyecto para el que fueron solicitados. La Fundación Lealtad defiende que las ONG “deberían incluir en el material informativo dirigido a sus donantes un resumen de la evolución del proyecto o de la actuación de emergencia para el que han recibido esos fondos”. Se pide transparencia. Los donantes deberían conocer el importe recaudado, el destino del mismo, las actividades realizadas y el perfil de los beneficiarios.
Sería conveniente que aquellas organizaciones que solicitasen fondos dirigidos contaran con un sistema de seguimiento de los mismos. Esta práctica garantizaría que las aportaciones estuvieran “perfectamente localizadas y separadas del resto en su contabilidad”. Sería una forma de controlar que “los donativos se destinan al fin al que se han comprometido”.
Para ello, el principio número 7 de Transparencia y Buenas Prácticas de Control en la Utilización de los Fondos, de la Fundación Lealtad, reconoce la necesidad de comprobar que las ONG que reciben fondos afectados respetan la voluntad de los donantes y establecen sistemas de seguimiento. Por otro lado, defiende que, cuando se obtenga una cantidad superior a 600.000 euros, se realice una auditoría de cumplimiento, esto es, “una comprobación sobre el terreno de la utilización de dichos fondos y los resultados obtenidos”.