La educación es la principal herramienta para avanzar en la lucha contra la discriminación y la desigualdad. Por este motivo y con esta máxima, la iniciativa Lápices para la Paz reparte desde hace casi cuatro años material educativo a los niños que acuden a colegios y guarderías en lugares en conflicto.
Imagen: Alicia Mora. Etiopía 2009
Desde noviembre de 2006 Lápices para la Paz ayuda a cumplir el deseo de miles de niños: acudir a la escuela. Consigue que algunos pequeños que residen en lugares en conflicto reciban el material escolar necesario para asistir al colegio. «No nos olvidamos tampoco de aquellos países que padecen una situación de pobreza extrema u otros en los que existen violaciones sistemáticas de los Derechos Humanos y de la infancia«, añade Alicia Mora, una de las impulsoras de la iniciativa.
Lápices, bolígrafos, rotuladores, pinturas, cuadernos, gomas de borrar, plastilina, reglas… Se recauda el dinero suficiente para adquirir todo lo que haga falta. Gracias a ello, en 2007 se dotó de material escolar a más de 1.200 niños de 27 guarderías de Palestina, en 2008 se atendió a los menores saharauis de los campos de Tinduf y este año se ha llegado hasta tres escuelas del sur de Etiopía, donde se han distribuido más de un millar de libros y se ha creado una biblioteca en un orfanato de Meki, a 163 kilómetros de Addis Abeba.
En todos estos lugares las imágenes de dolor son muy similares. «Nos han impactado muchas situaciones porque cada país al que nos hemos dirigido presentaba un alto grado de tensión interna y estaba viviendo verdaderos dramas humanitarios», asegura Mora. Pero también en ellos se ha repetido una escena: las ganas de aprender y de «soñar con un futuro diferente».
Ayuda a la economía local
Siempre que es posible, el material escolar se adquiere directamente en el país al que se dirige la acción. Con ello se consigue un triple objetivo: entregar a los menores el material que necesitan, promover la economía local y ahorrar en los costes de traslado: «Resulta más rentable y eficaz comprar el material en el país». Cuando esta opción no es válida, como ocurre en los campos de refugiados, el material se lleva personalmente desde el lugar de origen.
Siempre que es posible, el material escolar se adquiere directamente en el país al que se dirige la acción
Una vez allí, la distribución se realiza con la coordinación de la ONG u organismo que trabaja en el país por los niños más desfavorecidos, «en quienes nos centramos», apunta Mora. La organización es siempre muy meticulosa para que ningún pequeño se quede sin material. De hecho, se entrega en mano a cada uno de ellos.
La mayoría de los pequeños viven en situaciones extremas de pobreza o violencia. Carecen de material escolar porque muchas escuelas han sido bombardeadas o destruidas. «Otros se encuentran exiliados y dependen de la ayuda internacional para comer, vestir y educarse, como es el caso de los niños saharauis», señala Alicia Mora. También puede ocurrir que los menores no asistan a la escuela porque sus padres no pueden pagar la matrícula escolar ni los libros, porque tienen que trabajar en sus casas o porque han de recorrer un largo camino solos y expuestos a numerosos peligros.
Imagen: Lápices para la paz
En algunos lugares del mundo, el acceso continuado a la educación es “un verdadero milagro”. La guerra o la escasez de recursos suelen interrumpir las clases, a pesar de que la educación es clave para erradicar la pobreza. “Junto a la privación de la comida, la falta de conocimientos es una de las causas más profundas de marginación“, explica Alicia Mora.
A su entender, la mayoría de las veces se necesita educación para salir de la pobreza: “Se exige formación, conocimientos y estudios”. Es en este contexto donde gana relevancia la discriminación hacia las niñas en el sistema educativo elemental, puesto que tiene unos resultados “nefastos” en la lucha por la igualdad y el desarrollo.
Por ello, el próximo destino, si nada lo impide, serán los campamentos de refugiados palestinos en Líbano. Allí se buscará, como en los anteriores viajes, hacer realidad los sueños de decenas de niños. Se fomentará la educación para la paz, la cooperación y la solidaridad entre los pueblos, “un tremendo esfuerzo -reconoce Mora- que aporta satisfacción porque demuestra que otro mundo es posible con trabajo y dedicación”.