El campo de refugiados de Mbéra (Mauritania), en pleno corazón del desierto del Sahel, recibe cada día a 1.500 personas que huyen de la violencia en Malí. Desde finales de enero han llegado 57.000 refugiados al campo y se hace necesaria una respuesta humanitaria urgente para mejorar lo antes posible las condiciones de vida de estas personas, reclama Médicos sin Fronteras (MSF).
«La presencia de grupos armados y la confusión política en Malí siembran el pánico entre la población» del país, explicó la coordinadora del proyecto de MSF en Mbéra, Elisabetta Maria Faga. Los refugiados en el campo mauritano son esencialmente familias tuareg procedentes de la región de Tombuctú. «Llegan exhaustos tras dos días de viaje en camión», señaló Faga.
La ONG explica que los cerca de 57.000 refugiados en Mbéra deben compartir 100 letrinas y cada uno dispone de nueve litros de agua al día. Estas condiciones incumplen los estándares humanitarios que exigen 20 litros de agua por persona y día, y una letrina para cada 20 personas. «Esperamos la llegada de miles de refugiados más en las próximas semanas. En estas circunstancias la ayuda debe ser rápida y eficaz; hay que proveer a los refugiados de cobijo, agua e instalaciones sanitarias, y reforzar de forma global la atención médica de urgencia», exigió el coordinador médico de MSF, Jean-Paul Jemmy.
Desde febrero, Médicos sin Fronteras ha realizado más de 8.500 consultas de salud primaria en Fassala y Mbéra y también aporta asistencia a refugiados malienses en Níger y en Burkina Faso. Además, la organización trabaja en el norte de Malí (en Tombuctú, Gao, Kidal y Mopti) y ofrece atención primaria de salud a la población desplazada por los combates.