Bajo el lema “El mundo no necesita más comida. Necesita más gente comprometida” comienza la segunda campaña del Trienio de Lucha contra el Hambre (2016-2018) con el que Manos Unidas trabaja para dar respuesta a las causas y problemas que provocan el hambre de casi 1.000 millones personas en el mundo. Para esta ONG, solucionar esta lacra pasa por acompañar a los más pobres, reforzar el derecho a la alimentación de los pequeños productores, contribuir al cambio hacia unos sistemas alimentarios más justos y educar para una vida solidaria y sostenible. En este artículo se cuentan los motivos principales del hambre en el mundo y que la campaña #ComprometeteconManosUnidas quiere poner de relieve, así como algunas de las actividades participativas que la organización pondrá estos días en marcha en 51 ciudades españolas.
Campaña #ComprometeteconManosUnidas
27 misioneros y expertos en la lucha contra la pobreza compartirán su experiencia por la Jornada Nacional de Manos Unidas
Desde el próximo 31 de enero y hasta el domingo 12 de febrero, día en el que se organiza la Jornada Nacional de Manos Unidas, se celebrarán numerosos eventos en toda España dentro de la campaña #ComprometeteconManosUnidas. Bajo el lema «El mundo no necesita más comida. Necesita más gente comprometida», un total de 27 misioneros y expertos en desarrollo y lucha contra la pobreza compartirán su experiencia de lucha contra el hambre en algunos de los países más pobres del planeta.
La ONG hará hincapié durante la campaña en tres cuestiones esenciales de la lucha contra el hambre: el desperdicio de alimentos, la especulación alimentaria y la agricultura sostenible, como forma de garantizar la seguridad alimentaria mundial y apoyar la gestión sostenible de la tierra, el agua y los recursos naturales.
El desperdicio de alimentos
Según la organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), hasta un tercio de todos los alimentos se estropea o se desperdicia antes de ser consumido por las personas; todo un exceso en una época en la que casi 1.000 millones de personas pasan hambre y que supone la pérdida de mano de obra, agua, energía y tierra.
Los alimentos se despilfarran en toda la cadena de suministro, desde la producción inicial hasta el consumo final de los hogares. Esto se debe a problemas en la recolección, almacenamiento, embalaje, transporte, infraestructura o a los mecanismos de mercado, desde los precios, marcos institucionales y legales. Cuando el alimento es apto para el consumo humano, pero se deja que se estropee o se descarta por las reglas estrictas de etiquetado o caducidad, se llama desperdicio de alimentos.
La iniciativa Save Food, dirigida por la FAO, colabora con organismos internacionales, el sector privado y la sociedad civil para permitir que los sistemas alimentarios reduzcan la pérdida y el desperdicio de alimentos.
Especulación alimentaria
La especulación alimentaria ha sido identificada como la principal causa de las recientes crisis alimentarias (2007/2008-2011) en la que al menos 40 millones de todo el mundo fueron empujadas al hambre a causa de la crisis de los precios de los alimentos en 2008.
La crisis de los alimentos en 2008 llevó al hambre a casi 40 millones de personas
Casi 2.000 millones de personas en el mundo (una de cada tres) utilizan más del 50% de sus ingresos para adquirir comida. En los países o regiones más pobres se destinan entre el 60-80% de los ingresos a la alimentación. Los efectos de la subida de los costes alimentarios ahí son devastadores.
La especulación alimentaria es una de las causas del hambre en el mundo. Se habla de especulación cuando se compra un producto, no para disfrutarlo, sino con el fin de venderlo de nuevo aprovechando las fluctuaciones de su precio. Esto sucede por la falta de regulación y la ausencia de mecanismos de estabilización de los costes.
En la actualidad, la comida ya no está sujeta a la demanda y oferta real, sino que queda supeditada a las leyes del mercado. Se juega con el grano como en una ruleta en la que bancos, brokers y fondos de inversión se dedican a subir los precios de las materias primas para obtener los beneficios esperados. Así, las poblaciones más vulnerables se quedan sin acceso a la alimentación.