La Federación Europea de Asociaciones que Trabajan con Personas Sin Hogar (FEANTSA) considera “imposible” cuantificar a este grupo de ciudadanos “si su definición no está clara”. Según su criterio, una persona sin hogar es aquella que “no puede acceder o conservar un alojamiento adecuado”, adaptado a su situación, permanente y que proporcione “un marco estable de convivencia”. En este sentido, asegura que una persona sin hogar no es exclusivamente alguien que vive en la calle, sino que esta denominación abarca “un abanico más amplio de situaciones”. A todas ellas se intenta encontrar solución en el seno de la Unión Europea, pero las estrategias para conseguirlo no son iguales ni tienen los mismos resultados en todos los países.
La línea que separa a ricos y pobres aumenta cada año. Según datos de la Comisión Europea, unos 78 millones de personas, el 16% de la población, residen bajo el umbral de pobreza en los Estados miembros. Cáritas Europa calcula que esta cifra supera los 79 millones. El caso es que, sean ciertos unos u otros, la dimensión de ambos datos ha llevado a declarar 2010 como Año Europeo para combatir la pobreza y la exclusión social. Además, el pasado mes de abril, más de 400 miembros del Parlamento Europeo, en representación de todos los países de la Unión Europea, firmaron un documento en el que instan a tomar acciones urgentes para acabar con lo que ya se conoce como «sinhogarismo» en el año 2015.
Esta situación puede afectar «a cualquier edad, estado civil, estado de salud, sexo, estado laboral y nivel cultural»
Exclusión social y sinhogarismo forman una alianza. Las personas sin techo se sienten excluidas de la sociedad a pesar de que, recuerda Arrels Fundación, «todo el mundo puede» verse abocado a esta situación. «Siempre lo vemos como una circunstancia externa que nunca nos afectará», señala la entidad. Desde su experiencia, afirma que esta situación puede afectar «a cualquier edad, estado civil, estado de salud, sexo, estado laboral y nivel cultural». Aunque el perfil habitual de las personas sin techo es el de un hombre adulto, soltero, con problemas de alcoholismo y de bajo nivel formativo y educativo, en los últimos años han surgido nuevos perfiles, con la incorporación, principalmente, de hombres jóvenes, mujeres e inmigrantes.
Hay que atajar esta realidad. En lo que va de año, la Red Nacional de Entidades que trabajan con Personas sin Hogar ha contabilizado hasta 26 muertes en la calle. Sólo ocho por causas naturales. Incendios fortuitos, agresiones físicas o caídas son algunos de los escenarios en los que, sin pretenderlo, las personas sin techo se convierten en protagonistas de historias sin final feliz. ¿Hay solución? Eso es precisamente lo que debatirán el próximo mes de noviembre en Cardiff (Gales) representantes políticos y de entidades, como FEANTSA, que trabajan en el ámbito de la exclusión social y las personas sin hogar.
Estrategias europeas
Hace apenas unos meses, en abril, Cáritas Europa hizo un llamamiento a la UE para dotar a sus presupuestos de una dimensión social «evidente» y convertirlos en una herramienta «eficiente» en la lucha contra la pobreza. «Hasta ahora, los presupuestos sucesivos de la Unión Europea se han centrado demasiado en cuestiones puramente económicas y no han dado una prioridad real a la dimensión social», lamentó la entidad entonces. Sólo algunos países han intentado, de manera individual, poner límite a un problema común que afecta a todo el ámbito europeo.
Algunas de estas estrategias se pusieron de manifiesto en el seminario organizado en junio por FEANTSA con el nombre «Estrategias para acabar con el sinhogarismo», en el que participaron decenas de expertos en exclusión social. En este encuentro, el presidente de FEANTSA, Hannu Puttonen, defendió la necesidad de que las autoridades locales constituyan un foro europeo en el que puedan intercambiar experiencias e ideas para reducir este fenómeno. Asimismo, consideró claves aspectos como la percepción pública y la movilización ciudadana, la prevención y la lucha contra la indigencia en las calles, la cooperación de todos los agentes y las ayudas oficiales para reducir el número de personas sin hogar.
Seis millones de escoceses sufren estrés o depresión al no poder hacer frente a los gastos de su vivienda
En este sentido, se destacó la propuesta de Escocia, que ha aumentado progresivamente la inversión local para la prevención del sinhogarismo. Algunas de estas técnicas de prevención pasan por facilidades y ayudas para acceder al alquiler, programas de mediación familiar, centros de acogida y residencias de asilo temporal. La situación no es fácil. Un informe hecho publico en junio titulado «Breaking Point» («Límite») resalta los «sacrificios» de la población escocesa para «mantener un techo sobre sus cabezas». Según este informe, algunos ciudadanos optan incluso por gastar menos en comida, vender propiedades o pedir prestado dinero a familiares y amigos para hacer mantener su vivienda, mientras que seis millones de personas sufren estrés o depresión debido a los gastos de la vivienda.
Por su parte, en Irlanda la alianza MakeRoom, compuesta por las cuatro principales organizaciones que trabajan con personas sin hogar, ayuda y desarrolla proyectos con quienes atraviesan una situación delicada. Esta entidad se ha fijado como objetivo para 2010 que «nadie esté viviendo en un alojamiento de emergencia por más tiempo que el que dure la emergencia». Ese mismo año, en Dublín, el programa «A Key to the Door» («Una llave a la puerta») se ha propuesto eliminar en Dublín el sinhogarismo y que ninguna persona «se vea obligada a dormir en la calle».
Otra práctica exitosa es la implantada en Ámsterdam por la ONG HVO Querido. Esta organización ha puesto en marcha una iniciativa que ofrece a quienes no tienen hogar una casa (de titularidad pública), ropa, dinero de bolsillo y formación para encontrar un empleo a cambio de una cantidad simbólica mensual, que estas personas obtienen del cobro del subsidio por desempleo. El programa se denomina «Discus» y, en su primer año, ha conseguido que 36 de los 40 participantes hayan mejorado sus condiciones de vida. Lo que sí exige la ONG es que las personas beneficiarias tengan nacionalidad holandesa y demuestren que han vivido, por lo menos, un año en la calle. En Países Bajos hay unas 10.000 personas sin hogar. Sólo en Rotterdam residen unas 3.000, por lo que para beneficiarse de algunas ayudas han de demostrar que tienen conexión con la ciudad. En concreto, en Rotterdam, las personas en riesgo de exclusión social pueden acogerse a un plan especial de atención, hecho a su medida, en el que un grupo de profesionales determina las carencias y soluciones que necesita cada persona.
En Dinamarca, cada municipio gestiona los centros de acogida y hostales, cuyos costes afronta, incluso aunque las personas sin hogar no tengan relación con la ciudad. Por su parte, Finlandia se ha propuesto reducir a la mitad el número de personas sin techo para 2011 en las diez principales ciudades del país y eliminar el sinhogarismo «de larga duración» para 2015.
Donde mayores obstáculos encuentra la indigencia es en países como Francia, donde destaca la labor de sensibilización del colectivo Les Enfants de Don Quichotte (Los hijos de Don Quijote), e Italia donde los servicios sociales se centran, sobre todo, en contener este fenómeno. La tendencia en el país italiano se dirige a la reintegración y el reasentamiento individual, aunque en el seminario organizado por FEANTSA se reconoció que el derecho a la vivienda «es difícil de implementar» dado que muchas autoridades locales han vendido las viviendas que tenían en propiedad.
El documento firmado por los miembros del Parlamento Europeo para acabar con el sinhogarismo en 2015 recabó apoyos de todos los países de la UE. Su finalidad es destacar este fenómeno como una “cuestión urgente”, que requiere la atención y el esfuerzo de todos. Para FEANTSA, la Declaración es un paso importante, pero se necesitan más. “Es una oportunidad única para que los Estados miembros y las instituciones de la Unión Europea muestren su firme determinación para crear una Europa más social”, señaló el director de FEANTSA, Freek Spinnewijn, tras su aprobación.
“Todos los inviernos hay personas que mueren congeladas en la Unión Europea debido a la falta de alojamientos de emergencia y servicios”
Con este documento, se busca solución a las personas sin hogar instaladas en la vía pública, “la forma más visible del problema”. Para ello, considera que el acceso a una vivienda digna es un derecho humano fundamental, mientras que el acceso a un centro de acogida es “el primer paso para la resolución adecuada y sostenible”. En este contexto, pide al Consejo un compromiso para resolver el problema, anima a la Comisión a elaborar una definición marco de las personas sin hogar y recoger datos estadísticos “comparables y fiables” e insta a los Estados miembros a prever planes invernales de emergencia “considerando que todos los inviernos hay personas que mueren congeladas a lo largo y ancho de la Unión Europea debido a la falta de alojamientos de emergencia y servicios que acudan a atender sus necesidades”.