En 1949, Hermann Gmeiner fundó la primera Aldea Infantil SOS en la ciudad austriaca de Imst. En el proyecto participaron niños huérfanos y abandonados para los que Gmeiner creó un entorno familiar estable. La idea funcionó y, hasta el momento, se ha exportado a 132 países y territorios en los que miles de pequeños encuentran cada día una nueva oportunidad para mejorar su futuro.
Imagen: Aldeas Infantiles
Acuden contentas al trabajo y no se molestan por las horas extras. Es más, cuentan gustosas con ellas sin exigir nada a cambio. Son madres SOS, cerca de 5.300 mujeres que trabajan en todo el mundo por el bienestar de los niños más desfavorecidos. Su objetivo es crear un entorno familiar estable y ofrecer a los pequeños la oportunidad de encontrar un futuro «prometedor y seguro».
En algunos casos, el trabajo es desempeñado por parejas y hombres solos, sobre todo en países europeos. Lo más importante es atender a los casi 57.000 niños que Aldeas Infantiles SOS Internacional protege en todo el mundo. En España hay ocho centros: en Barcelona, Pontevedra, Madrid, Granada, Cuenca, Santa Cruz de Tenerife, Zaragoza y Las Palmas.
Convertirse en madre SOS
Aldeas Infantiles dispone en Granada de una Academia SOS donde se imparten cursos y se forma a las futuras responsables de los nuevos hogares. Los requisitos que deben cumplir son: tener entre 30 y 45 años, carecer de compromisos familiares y poseer un carácter equilibrado y estable.
En cada hogar residen varios niños que, por alguna razón, no pueden estar con sus padres. Son niños huérfanos, abandonados o con familias desestructuradas, por lo que la función de las madres es darles cariño, seguridad y atención. La cifra habitual es seis niños por casa, pero se conforman grupos mayores en función del número de hermanos o la capacidad del hogar.
La función de las madres es dar cariño, seguridad y atención
Las madres SOS comparten preocupaciones, deberes y alegrías. Están presentes en la vida de los pequeños las 24 horas y, por ello, reciben una retribución económica, contrato laboral, seguridad social y vacaciones. «Viven en la misma casa y se responsabilizan de alimentar, cuidar y educar a los niños, es decir, de sacar la familia adelante», explica la entidad.
En esta tarea no están solas. Reciben apoyo profesional constante de psicólogos y logopedas, entre otros, y cuentan con la ayuda de la «tía SOS». Se intenta que ningún aspecto del cuidado de los pequeños quede desatendido. De hecho, el vínculo que se crea es tan fuerte que los niños consideran a la madre SOS como parte de la familia durante «el resto de su vida».
Los niños y jóvenes que forman parte de esta experiencia llegan derivados de los servicios sociales. Se trata, en su mayoría, de grupos de hermanos que por circunstancias determinadas viven alejados de sus padres. Uno de los principios es mantener juntos a los hermanos biológicos, por lo que no hay requisitos de edad. En los hogares se encuentran tanto bebés como jóvenes mayores de 18 años.
En los hogares se encuentran tanto bebés como jóvenes mayores de 18 años
Aldeas Infantiles trabaja con un concepto de asistencia a largo plazo. Aunque la educación de los niños depende de la tradición cultural de su país, estos permanecen en el proyecto hasta que pueden valerse por sí mismos. Hay residencias, programas juveniles y ayudas para la inserción laboral.
Cada familia SOS vive en su propia casa, que organiza y equipa de acuerdo a sus necesidades. Se intenta que lleve “la misma vida cotidiana” que el resto para que los pequeños no se sientan diferentes. En un entorno favorable, los niños encuentran más facilidades para desarrollar su autoestima, autonomía e independencia, tres factores fundamentales para dar con “el camino adecuado por donde encontrarán las oportunidades” en el futuro.