El último informe “Por ser niñas“, publicado con carácter anual por la ONG Plan, se centra, a pesar del concepto inicial, en los niños. Con el título “¿Y qué pasa con los chicos? Hombres y niños, claves en la equidad de género”, se les dibuja como pilares para combatir la desigualdad de género, por lo que se aprovecha la oportunidad para conocer su papel en las sociedades donde viven y analizar cómo pueden ayudar a combatir la desigualdad de género. Los niños del presente son los hombres del futuro.
Niños y desigualdad de género
El estudio se centra en los niños por numerosos motivos. Ellos deben ser parte de la solución y no el problema. Se les debe atender porque, de lo contrario, su situación empeora. En América Latina, registran los mayores índices de fracaso escolar. Se les educa en un sentimiento de superioridad, «sin capacidad para ser responsables y con bajo umbral de frustración», detalla Héctor Hurtado, experto nacional de género de Plan en Ecuador.
Ellos representan los mayores índices de fracaso y deserción escolar, que deriva en un aumento de los niveles de violencia, criminalidad, violencia de género y desempleo, señala el estudio: «En el continente americano el riesgo de morir por homicidio de un hombre de entre 15 y 29 años es 28 veces mayor que en el resto del mundo». Se asegura que los niños y los hombres «replican en la escuela y en las calles la violencia que viven en el hogar».
Esta violencia se ejerce contra las mujeres, pero también contra los propios hombres. «Por el contrario, cuando los padres se involucran de forma positiva en la vida de los menores, estos presentan menos tendencia al suicidio, a ser violentos y a involucrarse en prácticas sexuales arriesgadas», recalca el estudio. Ellos son claves para defenderse y defender a las mujeres, sobre todo en sociedades patriarcales y con prácticas culturales tradicionales, como la mutilación genital femenina, que pueden evitar. Por ello se debe apoyar su escolarización. La educación reduce los niveles de violencia y la posibilidad de perpetuar la desigualdad de género, además de mejorar las condiciones para encontrar un empleo y generar ingresos que ayuden a romper el denominado círculo de la pobreza.
Repetir estereotipos
Sobre todo, la desigualdad de género es uno de los principales problemas de la educación en países de América Latina, Asia y África, destaca el informe. En estos lugares, los niños «repiten estereotipos y no muestran sus emociones», según explica la directora de Plan, Concha López. A menudo, la pobreza implica abandono escolar, inequidad de género e incumplimiento de derechos básicos.
Los niños tienen interiorizado el «rol proveedor» del hombre desde pequeños
El informe subraya que incluso niños de seis años ya identifican roles machistas en su entorno y tienen interiorizado el «rol proveedor» del hombre desde pequeños. Estas conductas se agudizan ante la ausencia de los padres o la migración de estos, «un factor de riesgo del abandono escolar y del ingreso en pandillas».
Entre las conclusiones del estudio, figuran varias que indican el carácter continuista de ciertos factores si no se atajan a tiempo:
- Los niños adoptan la rigidez de las normas de género desde los primeros años de vida.
- Cuando son adultos perpetúan los desequilibrios de poder entre sexos, refuerzan las conductas negativas y las hacen aceptables.
- Niños y niñas asumen los patrones de desigualdad de género.
- En América Latina y el Caribe, los niños alcanzan mayores índices de fracaso y abandono escolar que las niñas debido a conceptos como «ser mejor que la mujer» o «tener más derechos que la mujer». La no asistencia a la escuela se relaciona con una educación en la que los hombres hacen lo que quieren y tienen el control de todo.
Talleres de participación infantil
Ítalo es un adolescente de 15 años. Vive en Ecuador, en una pequeña población de 2.800 habitantes, con un índice de pobreza del 70% y una sequía permanente en los campos y en las viviendas. «La escasez de infraestructura para canalizar el agua y poder regar provoca además que no haya agua potable en las casas», explica la ONG Plan. Gracias a esta organización, desde 2008, Ítalo participa en los talleres para jóvenes que se imparten en su comunidad. Así ha conocido que algunas niñas sufren violencia de género por parte de sus padres y se ha involucrado en la defensa de sus derechos.
Entre sus logros en la consecución de la igualdad de género destaca haber conseguido que el gobierno de su localidad habilite un espacio en los debates mensuales para que los jóvenes expongan temas como el castigo, el maltrato o la discriminación, explica Plan. «Además, ha expuesto a la comunidad la necesidad de elegir un dirigente que fomente la igualdad de género como principio básico y enfatice la participación de la mujer en la igualdad de derechos«, tras lo cual, varias mujeres se presentaron como candidatas para dirigir la comunidad y «después de más de treinta periodos (legislaturas), una mujer fue elegida presidenta».
El papel de los hombres, pero ahora también de los niños, consigue importantes logros en la consecución de la equidad de género. Es imprescindible que ellos se involucren para lograr el cambio. Sin su apoyo, será más difícil dar voz a las mujeres o mantenerla. Los talleres de participación infantil y juvenil son también una apuesta de Save the Children para que sean los propios niños quienes defiendan sus derechos. Además, en ellos se da voz a las niñas.
Jessenia tiene 12 años y también nació en Ecuador, en un pequeño pueblo indígena en el centro de la cordillera de los Andes, en el segundo cantón más pobre del país, «donde el 94% de la población vive por debajo del umbral de la pobreza, es decir, sobrevive con menos de 2 dólares al día». Jessenia se levanta a las 5 de la mañana, ayuda a su madre en las tareas domésticas, cuida el huerto, da de comer a los animales, hace los deberes y camina media hora para llegar a la escuela. Por la tarde, ayuda de nuevo en casa.
Participa desde hace cinco años en los talleres de Plan relacionados con la defensa de los derechos y ha ayudado a impulsar un programa de radio local -quiere ser locutora de mayor- donde los niños hablan sobre sus derechos individuales y colectivos. Quiere evitar el machismo y la discriminación de su comunidad, donde «muchos padres no escolarizan a sus hijas argumentando que las ‘mujercitas’ solo sirven para la casa, limpiar y cocinar».