Hacer amigos en cualquier parte del mundo es posible gracias al programa de intercambio de cartas impulsado por la ONG Respect Refugiados. La propuesta se dirige a los colegios de los cinco continentes, pero quienes reciben las misivas cumplen dos requisitos: son estudiantes refugiados y desplazados internos, de habla francesa o inglesa.
Los idiomas aumentan las posibilidades de comunicación, una ventaja que Respect Refugiados ha aprovechado para poner en contacto a menores que se encuentran a miles de kilómetros de distancia. La iniciativa se denomina «Letter Exchange» (intercambio de cartas) y pretende poner en contacto a jóvenes refugiados y desplazados internos con otros menores cuyas condiciones de vida son muy diferentes.
Las cartas se escriben en inglés o francés, una oportunidad única para practicar cualquiera de estos dos idiomas
El programa se dirige desde la sede central de Respect Internacional en Canadá, pero está abierto a todos los colegios del mundo. Las cartas se escriben en inglés o francés, lo que supone una oportunidad única para practicar cualquiera de estos dos idiomas. «La mayoría de las escuelas de refugiados son de habla francesa e inglesa, por lo que las escuelas de no refugiados que han participado hasta el momento son, sobre todo, americanas, canadienses y francesas», explica el responsable de Formación de Respect Refugiados, David González.
En principio, el intercambio de cartas en castellano no parece viable a corto plazo. «Colombia y Sáhara son las únicas zonas en las que existen refugiados que hablan este idioma, pero no hemos tenido contacto con escuelas que quieran participar», lamenta González. Aún así, la entidad busca impulsar este proyecto en nuestro país, donde todavía ningún colegio se ha mostrado interesado en tomar parte en esta experiencia de amistad y sensibilización.
Dificultades
Sin duda, el idioma es un obstáculo a la hora de contactar con los estudiantes refugiados. Sin embargo, hay otras cuestiones a las que el programa también debe hacer frente. Estas cuestiones son, entre otras, el largo plazo de recepción de las cartas, que es difícil agilizar cuando se trata de escuelas alejadas, y la falta de medios económicos para la adquisición de sellos o para afrontar el coste de los impuestos locales en algunas zonas.
La demora en la recepción de las cartas y la falta de fondos son los principales obstáculos
En este sentido, el continente en el que se trabaja con mayor frecuencia es África, «ya que en casi todos los países existen, lamentablemente, muchos campos organizados de refugiados donde estas actividades son muy apreciadas», revela David González.
El objetivo es conseguir un intercambio cultural entre chicos y chicas de escuelas ubicadas en campos de refugiados y colegios que no lo están, pero también se quiere sensibilizar a los jóvenes sobre la realidad de las poblaciones desplazadas. «A través de un intercambio de cartas, jóvenes de ambos lados aprenden y hacen amigos de otra realidad completamente distinta», añade la organización.
Para tomar parte en el programa de intercambio de cartas es necesario que una clase entera muestre su interés. La idea es poner en contacto a grupos completos para que todos los alumnos y alumnas tengan la oportunidad de hacer nuevos amigos. Por su parte, a los profesores se les adjudica el papel de coordinadores. Son ellos quienes se encargan de recoger y distribuir las cartas.
Las clases con las que se contacta son de edades y nivel académico similares. La red Respect se encarga de presentarlas para conseguir “amistades duraderas”. Para ello, cuenta con una lista de escuelas con alumnos refugiados y desplazados internos, que se localizan principalmente en Sierra Leona, Uganda, Republica Democrática del Congo o Ghana, entre otros países. En total, desde el inicio del proyecto, la ONG ha puesto en contacto a más de 3.000 estudiantes de todo el mundo. “El intercambio de cartas es una herramienta poderosa, educativa y personal”, asegura la entidad.
El papel de Respect en el programa es actuar como punto central: recibe las cartas de las escuelas de refugiados, las envía a los centros interesados en el intercambio y, tras la primera recepción, “el correo va directamente de escuela a escuela, fortaleciendo los lazos de amistad y creando nuevas posibilidades de ayuda para los chicos en los campos de refugiados”.