Con la llegada del invierno, las temperaturas comienzan a descender de forma considerable, y muchos países inmersos en las graves crisis de desplazamiento forzado de Siria, Irak y Afganistán no cuentan con los recursos suficientes para refugiar del frío a cientos de miles de familias refugiadas y desplazadas internas. Estas personas están entre los más vulnerables del mundo ante temperaturas que pueden descender hasta, como en el caso de Afganistán, los -12 ºC. El invierno es uno de los momentos más duros del año para ser población refugiada o desplazada interna, pues mantener los refugios secos y calientes se convierte en todo un reto. Para cientos de miles de personas refugiadas sirias ya son once inviernos los que pasan bajo una tienda de campaña.
Refugiados y desplazados sobreviven a temperaturas heladas
Cuando Samira y Khalid huyeron del conflicto en Siria y se instalaron en Líbano no esperaban que el invierno fuera tan duro. El pasado año, las bajas temperaturas empeoraron el asma de Samira teniendo que ser hospitalizada. “Cuando empeora, su respiración se vuelve fuerte y su cara se pone azul. Tenemos que darle oxígeno o llevarlo al hospital”, explica su madre.
Kamal, una viuda de 84 años alojada en un campo de refugiados de Jordania, también sufre las graves consecuencias de las bajas temperaturas. “Llevo cinco inviernos en el campo de refugiados de Azraq y cada uno es más duro que el anterior. Ya no soy joven y el frío me provoca temblores. A veces, siento que podría morir de frío”, confiesa.
“El invierno es muy duro aquí. Cuando llueve, nuestras casas se inundan”, cuenta Radwan, un refugiado sirio padre de familia. Mientras, Halima, madre de nueve niños procedentes de Alepo, reconoce que en invierno las bajas temperaturas y los fuertes vientos la obligan a mantener a sus hijos e hijas en casa y por tanto gastar más para mantenerlos calientes.
Al igual que estas familias, cientos de sirios tienen motivos suficientes para temer cada año la llegada del duro invierno. A las dificultades para pagar la renta, la comida y los gastos médicos, problemas que representan su día a día, se suman los gastos para prepararse contra el frío.
La asistencia de ACNUR contra el frío
Ante esta situación, es decisiva la asistencia humanitaria que proporciona ACNUR cada año con su Plan de invierno para la población refugiada y desplazada siria e iraquí que pone en marcha en Siria, Irak, Líbano, Jordania y Egipto. Con el plan de este año quiere proteger a 3,3 millones de personas.
Gracias a este Plan de invierno para la población refugiada y desplazada interna siria e iraquí, ACNUR enviará toneladas de materiales de emergencia hasta marzo del próximo año a estos países. Entre otros materiales, mandará revestimientos para el suelo, tabiques y otros elementos para mejorar el aislamiento de las tiendas de campaña de las familias refugiadas y desplazadas internas.
Además de estos materiales, la asistencia alimentaria y monetaria también está incluida en este Plan de invierno de ACNUR. Así, por ejemplo, en el caso de Líbano, un país en el que se calcula que el 23 % de los hogares ha caído bajo el umbral de la pobreza extrema, se enviarán alimentos durante tres meses, entre octubre y diciembre, además de dinero en efectivo durante cinco meses. La covid-19, la crisis económica y la explosión del puerto de Beirut el 4 de agosto de 2020 son graves factores que han convertido a este país en uno de los más necesitados.
La ayuda en efectivo permitirá que muchas personas desplazadas y refugiadas puedan afrontar el pago de la electricidad para poder mantener calientes sus hogares o puedan comprar mantas y todo el material necesario que les permita aislarse del frío.
En Afganistán, su agravada situación hará que muchas más personas desplazadas internas en el país necesiten ayuda para combatir el frío. Además del conflicto, los desastres naturales y la covid-19, la población afgana tiene que hacer frente al duro invierno con el que las temperaturas pueden bajar hasta los –12 ºC.
Ante este contexto, ACNUR ya ha trazado otro Plan de invierno para Afganistán de ayuda humanitaria que se extenderá hasta febrero del próximo año. Con él quiere proporcionar asistencia durante esta fría estación a unas 500.000 personas afganas desplazadas, retornadas y comunidades de acogida mediante la entrega de mantas, lámparas solares, paneles de energía solar, kits de aislamiento para tiendas (alfombras aislantes, placas de suelo hechas de cemento y forro para el interior de las tiendas, entre otros materiales) y ayudas económicas.
Mullah Ahmed, su esposa y sus nueve hijos huyeron de su casa en Jalalabad (Afganistán) hace cuatro meses. Ahora viven en una casa en Kabul que fue abandonada por su dueño, quien huyó del país durante la toma de poder de los talibanes. “La asistencia en efectivo es muy importante porque mi trabajo se detiene en invierno ya que no hay construcción”, explica. “Así que lo necesitamos para comprar comida y también ropa de abrigo para los niños”, añade.
El frío es el peor enemigo en los próximos meses para millones de personas sirias, iraquís y afganas, pero una manta, un abrigo, materiales de aislamiento o ayudas económicas pueden salvar muchas vidas.