La crisis económica ha aumentado las tasas de pobreza infantil. Aunque este no es un fenómeno nuevo en nuestro país, ya que desde hace décadas España registra cifras muy altas dentro de la Unión Europea y de los países de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo (OCDE), “es evidente que se ha agravado la situación”, señala Jaume Clupés, presidente de la Federación de Entidades de Atención y de Educación a la Infancia y la Adolescencia (FEDAIA). Uno de cada cuatro niños vive bajo el umbral de la pobreza, mientras “familias que vivían al borde de la precariedad se encuentran en estos momentos sumidas en el caos porque han perdido sus trabajos, no tienen un sitio digno donde vivir, ni ven salidas”. El peor escenario recae en las familias monoparentales y quienes han dejado de cobrar prestaciones, ya que dependían en buena parte del sector de la construcción, asegura Clupés, “y por su nivel de estudios lo tienen muy difícil para encontrar ahora un empleo”.
Un niño pobre en España es un niño que no tiene cubiertas sus necesidades básicas. Vive en una familia donde los ingresos no permiten llegar a fin de mes, los padres están, con probabilidad, en el paro y la precariedad laboral impide dedicar tiempo y atención a los hijos. A veces no es fácil entender la situación porque la pobreza infantil aquí no se corresponde con el estereotipo de pobreza infantil que hay en nuestra sociedad, no son niños desnutridos que buscan comida en un vertedero, pero son niños que pasan necesidades y viven en un ambiente cargado de tensión debido a la precariedad económica, a menudo hacinados, sin espacios apropiados para hacer sus deberes o jugar, lo que impide que tengan un desarrollo adecuado.
“Son niños que viven en una familia donde la vida entera gira en torno al problema de la precariedad económica y donde la prioridad es la supervivencia”
Sí, cada vez más, hay niños y adolescentes que no disponen de ropa apropiada para la época del año o que no comen de manera adecuada, ya sea porque sus padres no pueden proporcionarles alimentos de calidad o porque la situación de la familia impide que haya un adulto en casa para encargarse de preparar la comida. Una de las consecuencias que ha traído consigo la crisis económica es la precariedad laboral. En muchos hogares, los padres salen cada día a buscarse la vida y los niños comen lo que pueden. Estas familias, además, no pueden hacer frente a gastos como comprar carne, pescado o frutas y verduras frescas. Son niños que no tienen una alimentación equilibrada. Esta es una de las razones por las cuales la obesidad es más frecuente entre los niños más pobres en los países desarrollados.
No. En la mayoría de los casos, no participan en actividades extraescolares, ni salen de vacaciones, ni disfrutan de momentos de tiempo libre acompañados de sus padres, que se ven obligados a trabajar durante jornadas laborales excesivas. Son niños que viven en una familia donde la vida entera gira en torno al problema de la precariedad económica y donde la prioridad es la supervivencia. Sus familias no están en situación de afrontar gastos como actividades extraescolares o colonias, que son necesarias para el desarrollo de un niño.
“Las dificultades económicas de las familias se están traduciendo en problemas en los niños para aprender a leer y a contar”
Las cifras y los estudios en torno a la reproducción de la pobreza insisten en que todas estas carencias son determinantes para el futuro de los niños, sobre todo, las que influyen en el fracaso escolar. Si un niño tiene algún problema de aprendizaje que no se soluciona a tiempo o no tiene quien le ayude a hacer los deberes, es muy probable que no consiga los objetivos educativos.
Según un estudio reciente realizado en Glasgow (Escocia), las dificultades económicas de las familias se están traduciendo en problemas en los niños para aprender a leer y a contar. Esto es algo que también vemos aquí. Los hijos de padres sin titulación escolar tienen una tasa de fracaso escolar dos veces superior a los hijos de quienes tienen solo educación básica. Y los hijos de universitarios registran un 80% menos de fracaso escolar que quienes tienen padres con educación básica. El retraso escolar es muy significativo en este segmento de la población y es decisivo al reproducir el círculo vicioso de la pobreza y la exclusión social en la etapa adulta, ya que dificulta enormemente la inserción laboral. Por eso son tan importantes los programas de refuerzo escolar en el combate de la pobreza infantil.
La pobreza en nuestro país es algo estructural que tiene que ver con muchas cosas. Su solución depende de quienes diseñan las políticas sociales, pero también de los responsables económicos y de los empresarios, que tienen que sensibilizarse ante la situación y priorizar a las personas con hijos a su cargo. Cada ciudadano también tiene que ser consciente de que hay personas que lo pasan mal y tiene que ayudar. Esta campaña pretende que todos nos impliquemos en la lucha contra la pobreza infantil y tomemos conciencia de que la solución de este problema pasa por convertir a la infancia en un eje vertebrador de todas las políticas y que es necesario invertir en ella.
“Los ciudadanos no solo pueden, sino que tienen que ayudar, con colaboraciones económicas, como voluntarios o echando una mano a quienes tienen más cerca”
Los ciudadanos no solo pueden, sino que tienen que ayudar, con colaboraciones económicas con las entidades que trabajan con la infancia más desfavorecida, como voluntarios o echando una mano a quienes tienen más cerca. Aunque los ciudadanos en su mayoría no son responsables de la actual crisis económica ni del problema de la pobreza infantil, tienen que participar, hacer propuestas y buscar de qué forma pueden ayudar de manera individual, cómo pueden aportar su granito de arena para aliviar la situación de los niños y las familias más desfavorecidas de nuestra sociedad. Algo que todos podemos hacer es tener una actitud amable y empática hacia los niños más desfavorecidos, acogerles e integrarles. Uno de los hechos más perjudiciales que ocurre en la actualidad es el rechazo que provoca en los vecinos la llegada de un equipamiento comunitario. A los niños que asisten a un centro abierto o que viven en un centro de menores les perjudica enormemente este rechazo.
Así es, somos menos conscientes. Es evidente que no podemos comparar la pobreza en los países en vías de desarrollo con lo que vivimos en nuestro país. Aquí hablamos de un tipo de pobreza que no permite al niño desarrollarse plenamente como persona y no tiene que ver solo con necesidades vitales. No hay niños que mueren de hambre por falta de alimentos. Nuestra pobreza es de un tipo distinto, pero de la misma forma, liquida las oportunidades de muchos niños para construir su futuro, les marca de por vida y les arrastra hacia la exclusión social.
“Las autoridades tienen las herramientas para impedir a través de las políticas sociales que los niños paguen la crisis”
En realidad, este es el motivo de esta campaña y de otras campañas que hemos sacado adelante en los últimos dos años, una de ellas con nuestros socios europeos de Eurochild. Hemos buscado y buscamos dar a conocer que la pobreza infantil se incrementa en Europa y queremos sensibilizar de la importancia de incluir la solución de este problema en la agenda europea 2020. Las autoridades tienen las herramientas para impedir a través de las políticas sociales que los niños paguen la crisis y los ciudadanos pueden ayudar.
Tenemos que invertir más en prevención y los gobiernos tienen que concienciarse de que prevenir es invertir. Es mucho más caro buscar un piso a una familia con hijos a su cargo que no ha podido hacer frente a la hipoteca, que encontrar fórmulas para que pueda mantener su propio techo y un trabajo con el que sustentar a su familia. Tenemos que sacar adelante políticas sociales integrales que actúen de forma transversal en vivienda, trabajo y cuidado de los niños. Los países con una tasa de pobreza infantil más baja son los países escandinavos, que han integrado el bienestar de la infancia en la política global. Ellos conciben la infancia como un recurso y no como nosotros, que la vemos como un problema. En España se hacen políticas disgregadas que ponen parches a los problemas concretos, en vez de pensar globalmente. Si no cambiamos esta forma de actuar, el problema de la pobreza infantil seguirá siendo el mismo.
La precariedad en las relaciones vitales de las familias impide que los niños reciban aquello que necesitan. La situación de una familia que vive de forma permanente en la angustia tiene una serie de consecuencias que repercuten en los niños y crean situaciones de alto riesgo, que luego afectan de manera negativa en su futuro.
La campaña “Combatir la pobreza infantil es tarea de todos” destaca un total de 13 recomendaciones para evitar que los niños sufran las consecuencias de la crisis económica y financiera:
- Reforzar las ayudas para alimentación y vestuario.
- Aumentar las becas de comedor y crear servicios de acogida.
- Garantizar la atención pedagógica y psicológica infantil y familiar mediante el incremento de las ayudas.
- Diseñar e implementar programas especiales para combatir el fracaso escolar de forma eficaz.
- Implantar medidas de discriminación positiva en el mercado laboral.
- Invertir en programas de formación e inserción laboral efectivos.
- Aumentar el número de viviendas sociales y las ayudas a las familias que no pueden costearse un lugar digno donde vivir y evitar los desalojos.
- Reforzar e impulsar los servicios preventivos que ayudan a evitar la exclusión social en la infancia y la adolescencia, tales como Centros Abiertos.
- Implementar becas especiales para garantizar el acceso de todos los niños a salidas y actividades extraescolares y de tiempo libre.
- Potenciar la dinamización comunitaria en zonas de población deprimida y desarrollar alianzas público-privadas.
- Fomentar actuaciones cívicas y amables en los barrios y ciudades que potencien el compromiso social de las personas a favor de los más desfavorecidos.
- Incrementar la responsabilidad social corporativa de las empresas.
- Avanzar en la transversalidad de las políticas de infancia y en la atención integral a las familias.