Entrevista

Jaume Sanllorente, fundador de la ONG Sonrisas de Bombay

La lepra es una enfermedad olvidada porque en países avanzados apenas existe y en muchos otros las tasas se alteran
Por EROSKI Consumer 18 de abril de 2009
Img jaumesanllorente
Imagen: CONSUMER EROSKI

Sentía verdadera pasión por África. Una tesina sobre el genocidio ruandés le abrió la puerta al continente y decidió viajar a él para conocer in situ lo que tantas veces había leído en los libros. “¿Y por qué no la India?” Le propusieron en la agencia de viajes a la que acudió a reservar billete. “¿La India? ¡Ni hablar!”. Jaume Sanllorente (Barcelona, 1976) parecía tenerlo claro. O quizá no. Al final, reservó un paquete turístico llamado “India en libertad”. Era el año 2003 y, sin saberlo, acababa de comprar el pasaje a una nueva vida. Cambió su trabajo como periodista por un futuro incierto en las calles de Bombay, donde sigue luchando contra la pobreza, a favor de los intocables y leprosos. “Sonrisas de Bombay. El viaje que cambió mi destino” (Plataforma Editorial) condensa las experiencias vividas en este tiempo como fundador de la ONG del mismo nombre. Un trabajo difícil que le ha obligado, incluso, a llevar escolta. Sin embargo, afirma rotundo: “El miedo jamás me ha paralizado. Al contrario, cada dificultad me hace más fuerte para relativizar y seguir avanzando”.

¿Bombay tiene motivos para sonreír?

¡Bombay tiene muchos motivos para sonreír! Es una ciudad moderna, con todas las comodidades, frente al precioso Mar Arábigo y con un clima excepcional. Sin embargo, más de la mitad de sus habitantes vive en la extrema pobreza. Son ellos quienes no tienen motivos para sonreír y a quienes dedico diariamente mi trabajo. Por ello, espero poder aportar nuevas sonrisas cada día. Ésa es la finalidad de “Sonrisas de Bombay”: crear sonrisas por la certeza de un destino feliz y libre.

“El sistema de castas, aunque oficialmente abolido desde los años 50, sigue presente en numerosas esferas de la sociedad india”

Habla de extrema pobreza, sin duda, una consecuencia del sistema de castas. ¿Su rigidez hace que sea imposible salir de él?

El sistema de castas, aunque oficialmente abolido desde los años 50, sigue presente en numerosas esferas de la sociedad india como resultado de una tradición religiosa muy arraigada en tiempos pasados. No obstante, este tema tiene muchos matices. Por un lado, en el plano legal, el Gobierno ha optimizado mucho su papel oficial. Incluso, ha creado cláusulas para empresas que las obligan a contratar un tanto por ciento de dalits o “intocables”. La cuestión es: ¿qué ocurre con quienes no son oficialmente dalits, pero viven en la extrema pobreza? Además, dentro de este matiz hay muchos otros, por lo que uno al final acaba pensando que la solución no es romperse la cabeza, porque eso ya lo harán otras personas, sino ayudar.

Por eso ayuda a los “intocables”. ¿Qué le ha aportado el trabajo diario con este grupo?

La sed de justicia y coherencia. Pero no una coherencia basada en odios o luchas violentas, sino en el sentido común y en la humanidad.

De hecho, la vida de algunos niños es tremendamente difícil. Existen zonas en las que son prostituidos desde los cinco años, otros se ven obligados a trabajar desde muy temprano, los hay que pasan el día esnifando cola y algunos pequeños son vendidos por sus padres o les amputan las extremidades para dar más lástima al pedir limosna. ¿Estos son los niños a los que ayuda?

Exactamente. Muchos niños de las zonas más pobres de Bombay no pueden escapar de estos destinos. Lo que hacemos es evitar que caigan en redes o mafias mediante la educación a través del amor y del cariño. La educación les hará libres para elegir su propio destino.

“La autonomía que dan el conocimiento y la educación es la que permite avanzar y elegir”

No extraña que, para estos niños, acudir a la escuela sea motivo de alegría. ¿La educación ayuda también a romper el círculo de la pobreza?

Desde luego. La educación les da herramientas para saber, para conocer. La autonomía que dan el conocimiento y la educación es la que permite avanzar y elegir.

Otro problema frecuente entre los intocables es la dificultad a la hora de acceder a los servicios sanitarios. Para ello, han creado la “Tarjeta de la Esperanza”. ¿Qué supone para quienes la reciben?

La Tarjeta de la Esperanza es un proyecto piloto en fase de observación. Escolarizar a los hijos de una familia que vive en chabolas no siempre es fácil, ya que en muchos casos supone quitar un sueldo en casa. Por ello, para mitigar esta pérdida hemos planteado una tarjeta sanitaria que proporcione a la familia servicios médicos a cambio de que acepten la escolarización de sus hijos. Tenemos muchas esperanzas, nunca mejor dicho, en este programa.

El 70% de las personas enfermas de lepra residen en India. Sin embargo, la detección tardía de la enfermedad es una realidad alarmante. ¿Es la lepra una enfermedad olvidada?

Sí. Es una enfermedad olvidada porque en los países más avanzados ha dejado prácticamente de existir, mientras que en muchos otros las tasas oficiales de enfermos por año se camuflan o alteran, de manera que las entidades internacionales presionan menos a los gobiernos y reducen los programas de detección y tratamiento. Por ello, es muy importante desempeñar un buen trabajo de campo que permita conocer la realidad de la enfermedad directamente, más allá de unos simples papeles.

“Los enfermos de lepra siguen siendo víctimas de numerosos estigmas y leyendas urbanas”

Ese trabajo incluye programas como “Volver a la vida”, que atiende a quienes han padecido lepra y, una vez superada la enfermedad, se topan con el rechazo de sus propias familias, nadie les contrata y sus hijos son repudiados en la escuela por temor al contagio. ¿Se ha sentido también rechazado por ayudar a estas personas?

Sí, mucho. Incluso, cuando empecé a trabajar en este tipo de proyectos, personas de mi propio equipo en Bombay lo vieron poco procedente, ya que estos enfermos siguen siendo víctimas de numerosos estigmas y leyendas urbanas, que tan sólo desembocan en el repudio constante de la sociedad.

Su trabajo le ha puesto también en la diana de algunas mafias y le ha obligado a ir siempre con escolta. ¿En algún momento se ha sentido vencido por el miedo o, por el contrario, éste es un aliciente para continuar?

El miedo jamás me ha paralizado. Al contrario, cada dificultad me hace más fuerte para relativizar y seguir avanzando. Lógicamente, no es agradable tener que vivir con escolta, pero si eso sirve para que miles de ciudadanos de Bombay puedan dejar de tener muchos de los peligros a los que se deben enfrentar día a día, ¡bienvenido sea!

Con todas estas experiencias acumuladas decidió escribir “Sonrisas de Bombay”. Lo hizo en apenas unos meses. ¿Dejó algo sin contar que le hubiera gustado recoger?

¡Lo escribí en un mes! No fue fácil condensar las numerosas vivencias y reflexiones, pero como periodista traté de simplificarlo. Lógicamente, el libro no explica todo, pero lo que aparece es fiel reflejo de lo que sucedió. Dejé muchas cosas sin contar, pero tampoco es ahora el momento de contarlas. Todo a su tiempo. Escribí el libro porque es una buena herramienta para explicar los inicios de la entidad del mismo nombre, Sonrisas de Bombay. A veces me preguntan si tendrá una segunda parte. Pero por ahora no. La segunda parte de este libro habrá que escribirla dentro de muchos, muchos años. Ahora bien, ¿habrá otros libros de Jaume Sanllorente como periodista explicando temáticas relacionadas con Bombay? ¡Pues espero que sí! Soy periodista y no quiero dejar de serlo jamás.

La recaudación por la venta del libro se destina a la propia ONG. Precisamente, uno de los principales obstáculos con los que se topó a la hora de fundar Sonrisas de Bombay fue la escasez de fondos. ¿Cree que falta sensibilización, sobra desconocimiento sobre el trabajo de las organizaciones o existen demasiadas entidades con las que colaborar?

La editorial destina un tanto por ciento a la entidad y mis derechos de autor por las primeras ediciones también, pero básicamente el libro es una herramienta muy útil para que cada día más amigos nos puedan apoyar. Existen muchas entidades que cooperan en distintos lugares del mundo, incluso en nuestra propia ciudad, es cierto. Pero para sensibilizar es importante que haya una proximidad. Para nosotros es importante crecer en sonrisas y en beneficiados, pero sin dejar de ser nunca una entidad pequeña, próxima y transparente.

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